martes, 6 de febrero de 2018

Mañanas de martes reconstruyendo heridas de domingo


Cómo puedes convencerte a ti mismo de que todo va a salir bien si sigues la línea; si te esfuerzas, lo disfrutas y trabajas.
Cómo convencerte de que vales algo, por mínimo que sea.
Cómo, que algún alma paseante de la tierra tiene un hueco para ti en su compendio cabeza-corazón.

Te dicen siempre que no hay que preocuparse, que todo llega; aunque luego pase.
Te dicen que estés tranquila pero, ¿y si no llega? ¿O si marcho antes de pasar por la casilla de salida?
Perdonen mi osadía pero vivo con ese miedo impreso sobre las heridas.

En descontadas ocasiones intento actuar acorde a los bombeos de mi corazón.
Tal vez el problema resida en la ambición inmensa de mi pequeño motor.
Mi cabeza, por el contrario, siempre reprende esta conducta de la manera más recta, estricta y racional.

Pero, díganme:
¿Cómo se vive sin intensidad? Sin que te dejen.. ¿Cómo se vuela sin alas o se baila sin pasos? ¿Cómo demonios se canta sin tono, ni timbre, ni formas?

Como yo, encerrada, al sur del norte; como yo con ojos cerrados-a corazón abierto, recordando mi antiguo pero aplastante miedo a la oscuridad.

Hoy, a domingo, lucho contra todos mis fantasmas. Y reconstruyo una épica batalla en la cabeza grita y araña, batida en duelo contra el corazón, que deja ir su último suspiro.
Pero luego, el humo de los sueños que me sobrevuelan se expande, lo abarca todo y me maldigo mil y una vez por dejar las ventanas de par en par: porque se me escapan. Esos sueños corren sobre el alféizar sin darme opción a perseguirlos.

Y mi cuerpo los observa impasible. 

Por un lado se aferra a aquello de “si amas algo, déjalo libre” y por otro soy un cúmulo de órdenes implícitas que no finalizan su cometido. Y sobre mi cerebro descansa un ‘cerrado por vacaciones’.

Y ahora en todos estos domingos de matices grises, es cuando más tiempo me da a echar de menos a mi yo de ayer.
Mi yo segura de sí misma. Mi yo incansable, soñadora e imparable. Extraño su forma de vislumbrar la vida: querida, feliz y decidida.
Con esto no quiero restarle pedazos a mi felicidad actual. Lo soy, aunque este domingo ceniciento me tilde de lo contrario.
Sólo me refiero a que a veces, la riqueza de mente y experiencia que intenta nutrirme desde hace ya algunos años me hace sentirme cada vez más diminuta.




No hay comentarios: