miércoles, 27 de diciembre de 2017

Desórdenes emocionales

Cómo demonios les dices que salgan de tu cabeza.
Cómo planteas a alguien con quien existes que te abandone a tu suerte sin llevarse la experiencia.
Te han reñido, te han escondido. Te han ayudado a convertirte en pequeña, más pequeña.
Te han abrazado con el don de la invisibilidad en la alcoba del no saber.
Han reído contigo escondiendo puñales a la espalda.
Y lo peor es que tú lo sabías desde el principio.

Sabías que el dolor se servía en plato frío. Que las llamas nunca te han quemado.
Sabías que el viento y el tiempo no querrían ayudarte si no te atrevías a soltar las manos de ellas.
Tú y nadie más sabía que en la vida no había peores compañías.
Que el compartir se volvía amargo y los días, eternos.
Sabías que dolía pero también supiste aguantar el dolor.

El problema llega cuando no puedes seguir viviendo una mentira. Ni quieres.
El problema son ellas, y tú, que por convencimiento las sigues queriendo. Son ellas que no te dejan solas pero tampoco te viven como mereces.
El problema llega cuando para de llover y no te queda más remedio que levantar la cabeza. 
Y las dudas atraviesan poco a poco el inexperto corazón que revolotea en tu pecho.
El problema lo tienes tú, que no te basta con ver oír y callar; que ansías sentir y gritarlo desde lo más alto.
El problema...
Si todos ellos fueran el problema los habrías solucionado hace tiempo.

Aquí, ahora, en este instante...el único problema es que sigues encerrada en tu interior, estrellando todas tus ganas contra el muro de tu cabeza.

Y ellas, las abominables inseguridades que te coronan no van a soltarte las cadenas.

Llevas años preparando el plan de fuga, millones de engranajes que encajan a la perfección con los esquemas, a la espera de una última pieza.
La pieza con forma de llave, la que pondrá fin a todo sufrimiento y te dejará volar.


La pieza que sin quererlo, guardas en lo más profundo de todo corazón, deseando la libertad.


martes, 12 de diciembre de 2017

Llamas.

Me han pedido que me exprese. Que diga lo que me hace sentir bien. Y tu sonrisa ha volado por mi mente.

Me resulta tremendamente difícil esto de elegir. Yo, que me declaro más cambiante que las mareas.
Hoy no iba a ser la excepción que confirmaba la regla.

Ha amanecido gris. Fuera casi hiela y de nuevo no he sido capaz de sacar ni una mano, ni la oreja.
Un septimo está demasiado cerca como para morir y demasiado lejos para tocar fondo.

Toca crisis existencial.
Toca preguntarme qué es lo que prefiero.
Si volar o rozar espuma del mar. Si sentirme maravillosa o maravillada.

Y es que cariño, desde que llegaste a mi vida, has conseguido que sea más curiosa que nunca. Que viva en una eterna pregunta.
Que cambie más de ganas que de tangos, que me haga un lío como un ovillo que nunca terminó por desenrollarse
y no sepa como salir.

Veo la oscuridad en el fondo de mi mirada. Me apetece ser tuya o de nadie.
Ser tuya, no como objeto ni como posesión,
sino como sentimiento compartido.

No sé si esto es un juego del destino- que se ríe a nuestra costa- o si eres tú el que quiere reírse de mi en todas las costas en las que nos encontramos.

No sé porque juegas con mi corazón trillado y me llamas por mis apellidos.
A que vienen esos besos en la esquina de mi hombro si no es con propósito de enamorarme.

Pero claro, me olvidaba que a ti también te han hecho daño en un pasado, que los segundos no  pasan solos delante de mi puerta y que tu sonrisa a pesar de las heridas, es la más bonita de toda la ciudad.

Me olvidaba que estoy en el norte, que fuera va a llover siempre, pero que contigo me aparece el sol por la mejor de las esquinas.
Me olvidaba que sabías cantar lo que sientes, y pensar lo que siento.
Que siempre aciertas, y que aún no es demasiado tarde.


a J.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Ana

La loca de los domingos tiene a Hozier rasgándole el corazón. La música sobrepasa el volumen de los vendavales.

El temporal le trae de cabeza, y no encuentra mejor excusa que un café para ser eternamente feliz durante tres minutos.

Se ha calzado las botas de agua porque el norte no cesa su llanto para no terminar de salir y ha vuelto a adorar sus interminables domingos.
Ella, que quería saltar charcos, solo patalea viendo las carreras de gotas de lluvia sobre el cristal.

Gotas, farolas y oscuridad que se entremezclan para formarle la más bellas de las postales navideñas ante el escritorio.

Hoy se sentía peleona y rebelde. Hoy lucía una corona algo anárquica y su pelo sólo quería volar.
Hoy no se puso demasiado cerca, por temor a no ser suficiente. Y su modo despeinado ha invadido toda la casa.
La bautizaron como Ana, y ha venido a hasta el norte para desatar la guerra.

Ríe en silencio y va al contrario que el tiempo. Le busca la luz a lo oscuro de la manera más ilusa y esconde las ganas tras las pupilas.

Quiere contarle al mundo que está preparada.
Que en eso del amor, nadie nació sabiendo y que ya ha desperdiciado demasiadas oportunidades.

Quiere susurrar al oído del primero que le escuche que las noches son para los valientes, que el mundo pertenece a los que siguen creyendo en la magia y que los días a su lado pasan como los segundos, desfilando incansables.


martes, 5 de diciembre de 2017

Luz


Y estando en medio de ninguna parte solamente escuché 'I'm going back to the stars'.
Y te miré. De repente me sentí sobrevolar miles de kilómetros y un par de océanos para verte triunfar como siempre quisiste.

Yo de regreso al Lunario a contemplar las vidas pasar entre telones de escenario.
A adivinar la flor en la piel de todos los que te vieron conseguirlo.
Y declararme uña de la carne que le pusiste al sentimiento.

Volvíamos a la magia, y como dijo Izal, a sus efectos especiales.
Regresábamos al cajón desastre de tu ropa con la mía;
al frío de las tormentas de verano;
y al calor de la lumbre cuando ahí fuera se te helaba de todo,
menos el corazón en mis manos.

Me quitaste el auricular y aún con voz susurrante pude recoger tus palabras.

Y me encantó darme cuenta de que los mi vida y las caricias no estaban del todo perdidos.
Y al escucharte solo supe abrazar
(te).

Contigo no vuelvo a las navidades pasadas porque ya no nos quedan, pero si a las anteriores, y de la mano del famoso pero olvidado fantasma que dejó de ser etéreo.
Ese que una vez decidió hacerse poeta para sangrar todas sus letras.

Nunca nos hemos sido y sin embargo quererte es demasiado fácil. Tener el privilegio de compartir vida con alguien que ilumina la tuya, el más bonito de los regalos.

Por eso te pido, que aunque sea difícil, que aunque no quieras querer:
no me sueltes.

Sé que no eres de esos pero, no te vayas.

Quédate.
Si quieres para un rato, porque hueco en mis recuerdos tienes para toda la vida.

-a J.

Disconforme incesante

Vivamos como vivamos y lo mucho o poco que dure esta vida, nada va a parecernos suficiente.
Nunca.
Somos por definición seres inconformistas.
No queremos cesar en engaño ni frenar los efectos, y si estos nos llenan, mejor.
Aunque nos ronde eso de que nada en exceso es bueno, tampoco terminaremos de creérnoslo.

Debe existir el exceso de risas. El exceso de alegrías y el de felicidad.
He pensado muchas veces en nuestra fecha de caducidad. El  día en que nos de por dejar de respirar.
Y me gustaría saberla- y así organizarme y decidir qué vivir y qué saltar. Pero sobre todo para poder agarrarme al clavo ardiendo que me de la gana- si este me promete un 'te quiero a mi lado'.

Pero por otro lado, nos miro y pienso que mejor dejemos hacer de las suyas a la casualidad.
Somos gentes, humanidad errante, destinada a equivocarse y a grabar a fuego esos errores.
A aprehender.

Pedimos clemencia al dios de los mil nombres, según los labios que se dignen a llamarlo, o el alma que le susurre.

Entonces,
¿Quién se ha tomado la estúpida molestia de tejer los destinos de estos seis mil millones de vidas? Y de otros tantos ojos desconocidos que se empeñan en sobrevivir en contra de todo sistema?
¿Quién puso la primera piedra del universo?
¿Quién vio encenderse las estrellas?
¿Quién decidió organizar las notas que alumbraran la primera melodía? La que hizo bailar y disfrutar a la más cándida de las mentes.
¿Cuándo empezamos a querer?
¿Y por qué , si nos movemos por ensayo y error, no nos hemos arrancado el corazón de cuajo y hemos dejado de lado al amor?

Son seres complejos estos humanos.

Se debaten entre el existencialismo y la fantasía, entre lo místico y lo terrenal. Ponen peros a la razón y buscan los límites del alma.
Defienden la realidad pero se pasarían las horas flotando sobre las nubes.

Y este sentimiento de disconformidad incesante no se detiene.
Es un devenir constante de energía que nos envuelve.
Son las luces de una llama con mecha eterna; espuma de unas olas que nunca terminan de romper; o las canas incipientes que muestran que el saber está en más en los años que en los daños.

Somos la última pieza de un puzzle que se cayó bajo el armario del salón.
Continuamente pregunta sin encontrar jamás la respuesta.


(Anne Hattaway)