viernes, 5 de mayo de 2017

Apaga las estrellas

¿Alguna vez os han preguntado cuál era vuestro mejor recuerdo de alguien que ya no está?

A mi tampoco.
Pero si que lo he pensado.

Mi mejor recuerdo con ellas, y de ellas, son sus risas.
Sus risas que nos ponía contentos a todos, que nos entraban ganas de volver cada tarde solo por la compañía.

Sus risas que no se escuchan en el aire, pero no paran de resonar en mi cabeza.

Ellas, que se reían incluso cuando el mundo las desbordaba.
Ellas, que decidieron cargar familias a sus espaldas sin importar el precio o el esfuerzo.
Ellas, que lo han hecho todo toda la vida de buena gana y un día faltan sus huellas sobre la arena.
Ellas, que adoraban la playa, ya forman parte del mar del sur.

Y ahora es cuando emerge de entre las olas la añoranza. Cuando el cariño compite con las nubes en el horizonte.
A veces nos cuesta respirar ante tanta inmensidad con el peso de un recuerdo pero, cuando se trata de sus risas, yo siempre me siento volar.
Habéis conseguido lo que queríais, vivir. Vivir bien, vivir siempre y hacer volar a quiénes os recuerdan riendo.

Nunca imaginé que la falta pudiera hacerse persona, que tomase nombre y forma y lo arrasara todo a su paso.
Dos años comenzados con dos golpes de los que no vislumbras cura.
Nunca imaginé que 'echar de menos' le daría la mano al 'doler'. Hasta entonces.
Enero, y febrero, distintos años en meses consecutivos, menos de un año.
Meses que siempre me han gustado, pero desde hace poco, detesto con fuerza.

Mes en que vi la luz, por primera vez años atrás; mes en que ella terminó de cerrar los ojos.
Y luego otro enero, cuando empezaba a doler menos, otros ojos persiguieron un sueño eterno.

No sé exactamente en qué consiste el viaje de desaparecer del mapa.
Todo el mundo habla de ello, pero le tienen tanto miedo como respeto.

Estéis donde estéis.
Seguid riendo como lo recuerdo.



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