miércoles, 1 de marzo de 2017

Y te quedas

Busca más piedras, más de las que rebosan por las orillas.
Sumérgete en el mar de tu cabeza para encontrar la vida que te falta por las venas.
Y luego siéntate.
Yo te contemplo como un niño con zapatos nuevos.

-Cuenta los granos de arena.- Te dije- No pares, ni te levantes, ni digas que estás cansado. No murmures. Ten cuidado o tendrás que empezar de nuevo.

Búscate. Búscame.
Búscanos.

-No podemos contarlos, hay muchos.- rechistaste. Y levantaste la cabeza. Tarde. Ayer. Hace tiempo. Atrás. Siempre en pasado.
Siempre fuiste de excusas.

Nuestra ecuación de charcos y piedras no tenía solución, y quizás ese fue el problema.
La marea no dejaba de hacer, con cada amanecer, más borrón y cuenta nueva.
Y la sal nos borró los nombres, y el cruce de los caminos.
Y las olas engulleron ríos de lágrimas.
Y fuimos felices sólo en el minuto y medio que tardamos en despedir a la luz del sol entre aplausos.

Luego brillaban estrellas. Y la filosofía nos quiso hacer preguntas.
 Preguntas que siempre pensé imprimirte en voz suave al oído. Por si éramos dueños de las mismas dudas.

¿Confías en el azar? ¿O crees que todo pasa por algo? ¿Eres feliz pero te sientes triste? ¿Te encanta escuchar la lluvia en los cristales pero la odias sobre tu cabeza? ¿Música para bailar, para pensar, para leer, para vivir? ¿No sabes lo que quieres? ¿Te gusta contradecirte? ¿Confías en ti? ¿Y en mi? ¿Subes o bajas? ¿Medio vacío o medio lleno? ¿Eres establemente inestable? ¿Y perfectamente imperfecto? ¿Verdad o mentira? ¿Ayer o mañana? ¿Te faltan respuestas?

Siento destruir tu exclusividad a choque de pestañas y que mis labios trunquen tus esquemas.
Pero no eres la única persona que siente.

[Que siente, que sufre, que ríe y llora,
que roza, que araña, que sigue, que cae,

que se levanta y que no puede,

que guarda ganas y  quema kilómetros.]

No eres el último que 'hoy no', que 'mañana será otro día', que 'qué frío tienes el corazón y qué limpias las heridas'.
No eres la única persona que pasa temporadas con pies en la tierra y la cabeza en el limbo.

No somos porque el mar no nos quiso a su imagen y semejanza. Porque venimos de brotar en tierra de nadie y porque ya no estamos solos.

Somos muchos.
Pero recuerda, mi limbo es el de la puerta entreabierta, el de las velas a media mecha, el de la música alta y las madrugadas, el que tiene un barco tan poco pirata que le falta hasta tu bandera.
Mi cabeza la de los pájaros que aún no alzaron sus alas al vuelo.
Mis ojos de los colores de los que se levante la naturaleza, los sin fondo, los del corazón varado.

Recuérdalos por si te das cuenta de que respiras, y sueñas.
De que eres tú.
No olvides, por si algún día regresas,
que para bailes y poesía siempre me queda tiempo.

No borres ese condicional en el que podríamos vivir tú y yo.
Si vuelves,
y te quedas.






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