martes, 14 de marzo de 2017

Sálvame los martes

Vuélame los lunes.
Haz que mi cabeza deje de dar vueltas sobre ti misma,
y sobre mi.
¿Me harías un favor? Ayúdame a no sentirme sola entre multitudes.
A descubrir cuáles son las vidas que realmente vienen para quedarse.

Vuélame los sueños,
cuéntame secretos que sean sólo tuyos.
Alunízate, por una noche, con el brillo de mis ojos.

Sal de mi cabeza, rómpete en pedazos,
achica el rumor de tus cosquillas en mi oído.

Esfúmate de mis ideas- ellas quieren querer libres.

No quieras sentirte centro de una historia de la que todos salimos mal parados.
No hieras vidas que no te signifiquen nada [como la mía].

Ahora ya no vale- con la boca chica
(porque seguirá valiendo todas las veces que nos seamos).

Se gastaron los domingos por el rastro,
Malasaña, ya nos conoce demasiado bien
Sabe que dejaste de ser Peter cuando fuiste a buscar pan.

Porque lo aprendiste tan bien, eso de confiar en tu propia sombra.
Trepaste al balcón de la fama, y me dejaste dos pisos más abajo
-un tequila, sin las dudas, y con las ganas-
En un garito que tenía pinta de 'bar del olvido'.

No me desencantes, ni me hechices con palabras tan vacías como tus horizontes.
No hagas sonar mi teléfono cada vez que me necesites, porque no sería justo.
Las veces que te necesité cerca, te hiciste el loco.

No enloquezcas conmigo, ni me hagas sangrar los recuerdos.
No intentes volver loca a una loca de remate,
ni esperes terminar la partida cuando tú y yo sabemos,
que nos tienen preparado el jaque mate.

No eres digno de quedarte mis domingos, de absorberlos
de contarme los lunares,
de declararte conquistador supremo de la curva de mi espalda.

No juegues conmigo como lo hicieron contigo.
Ni te alimentes de ilusiones que crecieron demasiado rápido.
Te mereces ser feliz.

Guarda los lunes como citas de Cernuda en el calendario.
Arranca las páginas que empapelan las calles,
las que mienten y dicen que siempre estarás disponible.

Guárdame los días impares, y los ramos de girasoles,
sabes que siempre te recordarán a mi.

Borra las marcas de mi cadera,
quema todas las entradas de las salidas que nos compartimos.
Quiéreme por ti, y por ser yo.
O decide odiarme.

Pero, por favor, voy a pedirte
que me cumplas el último deseo:

Sálvame los martes.
Sigue conjurando con tus malas artes.

Sálvame
De quedarme dormida y chocar con la vida.
De enamorarme de ti.
De sentir tan fuerte que duela.
De tener el alma intranquila
y letras sobre la piel.

Susúrrame eso de 'Sálvese quien vuela'.

Porque nunca dijimos que esto tuviera sentido.
Y éste no es más que un viejo enemigo
al que condenamos en el mejor de los infiernos
hasta quedarnos dormidos.

Sálvame de hacerte daño,
de enumerar las estrellas y vivir para contarlo.

Sálvame de las canciones y sus orillas.

Quédate.
Llévame a tu playa más bonita.
Rellena mis enredos con las sales marinas,
y baila los asteroides de mi cuello a mis rodillas.

Sálvame los martes.
Son los únicos días que puedo sentirme vulnerable.

Y vuélveme a pedir permiso,
para quedarte a vivir en las comisuras de mi sonrisa.


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