domingo, 26 de febrero de 2017

Pablo

La vida golpea de nuevo.
Pero él se ha ido sin dejar de luchar.

En cierto modo, él lo sabía, y todos.
Sabía que tarde o temprano pasaría.
Nunca pensé que este momento llegaría más temprano que tarde.

Llevaba mucho sin saber de él, sin leer noticias suyas de algún tipo.
Podemos pensar que lo hemos perdido, que no vamos a volver a ver su eterna sonrisa, ni a escuchar palabras de aliento cuando creamos que no queda nada más que hacer.
Podemos creer que es injusto, que era joven y tenía toda una vida por delante, que por suerte o por desgracia todos con venimos fecha de caducidad.

Pero él se ha ido luchando, con más ganas de vivir que ninguno de nosotros. Se ha ido haciendo algo que muchos no descubren en vida- viendo el lado bueno, lo positivo, lo mejor- aún queriendo acabar con su sufrimiento.

Había encontrado el motor para que tantos como él tuvieran más oportunidades, se les llenasen las cabezas de ideas y pelearan por sus opciones sin sentirse derrotados.

Pablo era sinónimo de fuerza. Era y es. Porque es verdad eso de que solo muere quien deja de ser recordado.

Aún antes de que la leucemia decidiera arrebatarle el tiempo, Pablo era titán entre mar de dudas.
Lo supo pronto y se armó de valor para hacer ver que había salida de emergencia dentro de aquel habitáculo repleto de gente. Que no podía permitirse parar y  estaba en su mano conseguir cosas inmensas a partir de pequeños gestos.

Pienso que descubrió el significado de la vida demasiado deprisa.
Y esta quiso llevárselo.

Pero no se ha ido perdiendo.
Le ha ganado la batalla a la leucemia.

Pablo 1- Leucemia 0

Ha hecho que se nos encoja el corazón y nos esforcemos en valorar la vida. Que borremos nuestras cuitas insignificantes, que nos sintamos estúpidos con nosotros mismos.

Nos ha hecho donantes, de médula, de sangre, de vida y de esperanzas.

Ha movido masas susurrando verdades que nos pegan en la cara silenciosas todos los días.
Para los que lo conocimos, un placer coincidir en esta vida, y un corazón un poco más vacío de la cuenta.

Si hay algo que me haya quedado por decirte, es buen viaje, campeón.
Vuela alto.

Cuídanos desde arriba.



sábado, 25 de febrero de 2017

Bajito o a voces

Dejar ser a una persona, la máxima expresión de su creatividad.

Dejar que te dibuje, que te escriba, que perdure en recuerdos y memorias de aquellos que ni siquiera lo saben.

Hace tiempo que escucho tu voz.
Despierta, dormida, en sueños, en recuerdos, en vivo y directo, en estéreo.
La escucho porque siempre he sentido admiración por todo lo que tenga que ver con los sentimientos y su manera de expresarlos.
Escucho envidiando tu poder de convicción con los versos, tus acordes de guitarra, tus encogidas de corazón hechas arte.

Siempre he fantaseado con ser mujer de canciones. Con ser marca en alguna guitarra, y ser estribillo y estrofas y sentirla mía.
Con  causar impresiones a otros que se vuelvan rasgueos.

Por eso me encantabas desde un principio.
Por eso te escuchaba sin descanso, y por eso no me perdía ni un solo minuto de los que podía compartir contigo.

He de confesar que es fácil ponerme la piel de gallina.
Lo que es difícil es el vacío que me quedaba horas después de chocarnos con los ojos.
No lo era. Y no me pasa a menudo.

Pero después entré en un periodo de desencanto- como siempre. En la fase de negación en la que entran todos los pequeños cuando se creen dueños de su verdad- yo, que presumo de madurez.
Y me descubrí a mi misma, ridícula, minúscula, insignificante.
Adueñándome de un pasado que no era el mío. Codiciando versos de una ella que se marchó de tu vida pero que te dejó tatuajes imborrables en la piel.

El periodo de desencanto ha pasado. No por nada, sino porque se me hace imposible odiarte por algo innato más de cuarenta y ocho horas seguidas.

Porque por encima de todo, le tengo un cariño infinito a tus formas, y deseo de todo corazón que esos versos sigan trascendiendo más allá de la tinta de un bolígrafo y de una caligrafía ilegible y presurosa.
Porque quiero seguir presumiendo de que adoro tu voz en todos sus formatos.

Y porque nunca espantaré de mi cabeza ese sueño dormido de ser canción de cualquiera.

a L.

Ser suficiente

Mi cabeza no alcanza a entender cómo podemos dejar de ser suficientes en la vida de una persona.
Ser suficientes en el sentido de que te llene compartir recuerdos, pasado, vivir presente y programar un incierto futuro con la única certeza de que será compartido.
Qué es lo que puede accionarse para que no hagamos nada bien ante otros ojos, por muchos esfuerzos que pensemos que hacemos.

No sé, si es cansancio de vivir inmerso en una rutina que se torna inmensa y tediosa- si es el peso de lo malo, que se impone ante las cosas buenas, o si verdaderamente no quieres darte cuenta de que la vida es maravillosa. Y sobre todo, que injustamente, sigue para los que nos quedamos.

No sé cómo hacer para redescubrirte lo mucho que adorabas el azul del mar que me enseñaste de pequeña, o cómo hacer para verte feliz. Se me ha olvidado lo que eran las canciones en inglés demasiado antiguas, o los domingos en bicicleta. Se me había olvidado incluso lo que dolía, porque quise hacer como si no pasara nada. Como si todo siguiera como siempre. Y está claro que no es así.

Está claro que la felicidad es un compendio de muchos factores: de la compañía, de cumplir sueños, de los objetivos cumplidos, de las experiencias, y de los recuerdos.

Pero, en mi opinión, finalmente no se trata más que de cómo queramos ver la vida desde nuestros propios ojos, y de cuan satisfechos nos encontremos con nuestra persona y con los demás.

Y hace tiempo que no pareces ser feliz- muy al pesar de todos los que ponemos cariño y corazón en intentarlo.
No alcanzo a recordar en qué momento dejamos de serte suficientes. Cual fue el segundo en qué decidiste que dabas de manos y hacías un pequeño mutis por el foro en nuestras vidas, sin llegar a desaparecer del todo.

No eres tú. Y no sé, si aún tenemos el poder de hacerte regresar, de hacerte ver que estamos aquí y que te queremos con todo por encima de todas las cosas, porque eres tú, y porque sin ti, no estaríamos aquí.

Sé que a lo mejor esta no es la mejor manera. Pero estoy perdida y no se me ocurre otra forma.
Vuelve, por favor.

Vuelve.

Vuelve a ser tú. El de siempre. Vuelve y déjanos recuperar tus abrazos. Déjanos volver a escuchar tu risa, a hacernos partícipes de tu felicidad.

Vuelve a darte cuenta de que, con nuestras imperfecciones, intentamos darte lo mejor de nosotros.
Vuelve y no dejes que te echemos más de menos.

Déjanos quererte, cómo nos enseñasteis a hacerlo.



(Albert Espinosa)



martes, 21 de febrero de 2017

A orillas del Vístula

Ciudad de reinas y reyes que vestían sus mejores galas en otro tiempo.
Calles inmensas- casi germánicas- entretenidas con vidas estáticas a pesar del frío.
Dialecto incomprensible, capaz de provocar un esguince en la sinhueso de cualquiera de nosotros.

Ciudad bonita,
de ojos tristes, que se empeña en mirar al presente para no quedarse atrás.

Ciudad helada, aunque la nieve haya ido desapareciendo con los primeros rayos del sol.
Uno de los lugares más maravillosos con los que me he encontrado, y no por casualidad, que refleja tanto la clara, como la cara oscura de la misma luna que nos brilla por el sur, pero en menos tiempo.

Tres días que se han hecho horas, que no ha dado tiempo a muchas cosas, pero el tiempo ha sido el justo para poder empaparme de ella, disfrutarla y desear volver cuanto antes.

Como siempre la compañía tiene un porcentaje alto de culpa del retorno a sitios mágicos- y he de decir, que sin lugar a duda, la compañía debería ser de la que entra en mi vida para no salir.

Ciudad sin estrés, con leyendas, con magia y trucos que me habría gustado disfrutar en pleno apogeo
- siglos atrás- y sentirme princesa entre tanto castillo.

Suelos que contaban cuentos, que callaban penas y secretos.

Aromas a cerilla y dulce.
No me preguntéis, a eso olía Cracovia.

De la polución de la que tanto me hablaban, solo vi una nube quejumbrosa que sobrevolaba la ciudad, y muchos habitantes que corrían sigilosos en la penumbra jugando a ser Hannibal Lecter.

Que es maravillosa, eso seguro.
Que si volveré, aún más.










lunes, 20 de febrero de 2017

Han pasado años, pero los caballeros las siguen prefiriendo rubias

Con algo más de sueño de la cuenta, y sin ganas, a unas dos de la tarde pasé otro de mis adorados domingos, colgada de tus pestañas.
O eso fue lo que quise creer, porque
en las almohadas sólo quedaban  sueños hechos añicos, restos de rímel infernal y mil millones de lágrimas
que no recuerdo haber derramado.

Con algo menos de gracia que la que desplegué contigo miento a mi silencio para que no te vayas.

Con poco más que monedas extranjeras en los falsos bolsillos de mi falda de volantes, recuerdo las que me regalaste caminando por La Latina, de dos caras idénticas, queriendo tentar a la suerte,
como dando por hecho que todo iba a salirnos bien- y tú, siempre con la tuya.

Como Pereza y su 'con más noches que la Luna'. Así me sentí sentada en aquella barra de bar.
Tuve que hacer de tripas corazón, y latir sin ti, y vencer ilusiones de papel que cayeron como naipes, y recordarme que los olvidos son la mejor resistencia contra los aromas.

Pero contra mi cabeza, maldita sea, contra ella no puedo hacer nada.
Desperté dispuesta a sortear mi domingo entre sabanas y letras de cualquier sabio que borrara tu presencia de mi cuello. Desperté entre otros brazos sabiendo que había soñado contigo.
Y no sé, si esto es un obstáculo más en mi carrera de la vida. Si eso de emplearme a fondo se me esta viniendo grande, o eres realmente un bache por el que merece la pena tropezar en la misma piedra.
Y si te digo la verdad, no eres más exclusivo ni especial por entrar más de repente en mis noches y ponerlas patas arriba, porque el miedo no se ha ido.
El mismo miedo con el abro la puerta de mi rutina cuando alguna vida pega fuerte al timbre.
Así que dime ¿merecemos la pena o la alegría? ¿Lloramos de tristeza o de la risa? ¿Le damos vueltas a la cabeza o la perdemos por completo?

Sé que esto no son más que mis desvaríos de domingo, sacados a colación en Lunes, por ser gris.
Sé que no vas a venir pidiéndome que me calle, y volviendo a anidar en la curva de mis caderas pero una siempre puede soñar.
Y los añicos de sueños que descansaban sobre la almohada, hoy han amanecido unidos.



lunes, 13 de febrero de 2017

Lunes de comienzos a medias

Lunes con olor a café- aunque yo ni lo beba.
Lunes de despojarse temprano de pijamas que te dejaban volar la imaginación.
Un pijama con restos de mi perfume, y rescoldos de sueños, que aún pueden quemar si los acaricias con los dedos.

Hoy el sol se siente perezoso, hoy le da miedo levantarse, por si hace demasiado ruido, por si le faltan las fuerzas. Las nubes le han cogido la vez. Y la luz se fue.
Hoy el norte, se parece un poco más a lo que fue, ya se le ha pasado la euforia de querer querer. Ya se ha dado cuenta de que la vida sigue con cuestas y sin ellas. Que la cuesta de enero pasó, y la de febrero viene llegando contigo sobre ella.

Lunes y 13. De mis preferidos. No porque sea primer día de la semana, sino porque es Febrero, y porque mañana vuelo. Vuelo a perderme, a seguir borrando kilómetros que me escuecen en los abrazos y en las mejillas.
A casa.

Y Extremoduro me amenza con una confesión silente, y si te vas llama a mi cabeza como un intruso.
Y Rulo y la contrabanda me teletransporta a aquel Noviembre en París.
Y Nada que decir me araña la vida en los días tristes.

Pero me han dicho muchas veces que aprenda a mirar dos veces, que consiga no tomarme las cosas tan a la tremenda.
Y para ello no hay nadie mejor que la música hacerme comprender.
Este lunes,
éste, es de Estopa, y su con el viento:

"Ya no me tomo los latidos tan apecho 
Mi corazon insatisfecho, se ha calmado 
Sinceramente, ya no me miro al espejo."


Y toca volver a empezar. Y volver a levantarse como te han enseñado. Primero un pie, después el otro. Si ves que no puedes apóyate en los codos, y luego usa las manos. Camina. Mira al frente y sigue. Que Compostela continúa preciosa y le apetece contemplar tu culo pasar.


[Recordando el azul Compostela]



miércoles, 1 de febrero de 2017

Firenze

Y mientras viajo por una ciudad donde nada es como recuerdo, me sorprende el caos.
Un dulce caos organizado rige la urbe.
Cinco días que me han servido para desconectar y residir en una realidad paralela, para paladear mi mini-Erasmus particular, para morir de envidia, y querer quedarme a vivir.
Cinco días para conocer a personas que sé que quiero conservar siempre.
Para desquitarme de echar de menos a quien fui a ver.
Él estaba cómo pez en el agua. Y no lo culpo. Se lo ha ganado a pulso, ya era hora de que las cosas le fueran a pedir de boca.

Es demasiado temprano. He dormido cerca de dos horas y el sueño me hace desvariar.
Bus Firenze-Pisa a las cuatro de la mañana, con una tira de fotos de los dos metida entre las páginas del libro que me estoy leyendo.
Foto en blanco y negro, como de costumbre.
Para que el monocromo esconda un poco la alegría de los reencuentros, y contraste con la belleza de la ciudad.
Hora larga de bus en la que me apetecía escucharte cantar. Y sin quererlo ni saberlo, me has acompañado durante todo el viaje.
Todos han oído hablar de ti.
Les conté cómo te conocí, cómo entraste a mi vida de casualidad. Y cómo intento que no te desintegres.
En mis oídos, te he dado un respiro, ahora entre tantas vidas, juego a sentirme sola- rumbo a Madrid, y la voz de Escandar quiere recordarme tu sonrisa; y la de Diego, traerte volando a mi cabeza.
Y yo, no sé si aguantaré sin llamarte cuando vislumbre el cielo la capital.
Sólo para hablar, para contarte el viaje, para compartir retales de un carnaval sin disfraces.
Sólo para que no te olvides de mi.
Quiero decirte que si no has estado, Florencia es un lugar magnifico para sangrar tus canciones y poner a bailar las cuerdas de la guitarra.
Es una ciudad sin sueños dónde siempre queda alguien despierto.
Una ciudad, que cómo dije, se rige por el caos, y la ley de la selva es la única a cumplir.
Una ciudad que te devuelve las esperanzas que creíste perdidas, y los recuerdos más dolorosos.
Es un lugar al que volver siempre será una opción.
En cierta manera, te digo que nos parecemos, a ninguno nos gustan las despedidas.