miércoles, 22 de junio de 2016

Acércate descalzo

Llega la noche, y con ella tus miedos.
Todos.
El de no saber empezar, el de olvidar.
El de terminarte.
Terminarte durmiendo, terminar soñando, terminar(nos).
El miedo a no aprender a volar lo suficientemente alto.
El miedo a ahogarte.
El miedo a estar cerca de mi.
El miedo a perderme.

Ese es mi preferido, permite que te lo diga.
Me gusta que le tengas miedo al vacío de mi.
Me enseña que significo algo.

Vuélvete.
Vuélvete y te cuento los lunares.
Cierra los ojos fuerte, y no te vayas lejos,
que me quedan muchas estaciones por verte.

Que me ha llamado la noche, de tarde.
Confesó que nos tenía ganas, así que no vamos a darle motivos.

Vuélvete y divido tus sonrisas, que hoy vamos a llevarnos bien,
Que vamos a dejar de lado las diferencias
y vamos a comer mundo, sin modales y de frente.

¿Ya te has dado la vuelta?
Voy a contarlos.
Por ti, por mi, por mis compañeros
y las noches que prometimos.
Por cada estrella que no llegamos a ver,
porque las luces de neón lo cubrían todo.

Luego, más tarde
cuando al fin termine de unir puntos,
de modelar cordilleras en tu espalda,
seremos nosotros.

Es lo que mejor se nos da de esta
historia.















("Closer"- Natalie Portman, Clive Owen)

martes, 21 de junio de 2016

'I love London - Crystal Fighters'

Y pararte a mirar en una línea de metro las vidas que confluyen en la siguiente parada.
E imaginarte todos los que compartirán contigo la vista hacia un mapa, una puerta de salida- o de entrada.
Pensar en cuantas personas a lo largo de 24h pueden sentarse en el mismo sitio en el que ibas de madrugada. El mismo sitio, pero a distinto tiempo- a des(tiempo).

Intentar adivinar el ritmo de la vida.
Y querer visualizarla a cámara lenta.
Sin siguientes paradas, sin claustrofobia, sin prisas, sin botones, sin mapas por puntos, sin controles.
Querer perderte, para encontrarte.

¿Cómo puedes sentirte sola en una ciudad con ocho millones y pico de habitantes?
¿Cómo te sientes cuando experimentas esas sensaciones?
Vacía. Fuera de lugar. Mucho más lejos de las fronteras de lo desconocido.
'Es como estar en un universo paralelo'
Al menos yo.
Lo he experimentado.
Es una soledad distinta.
Caminas junto a millones de pies y sientes que no notan tu presencia. Que puedes plantearte hacer el ridículo más espantoso porque no te mirarán. Ni una sola vez.

La capital londinense no deja de sorprenderme cada vez que vuelvo a pisarla.
Han sido cuatro días de viaje frenético. En los que el tiempo ha pasado lento y rápido.
Cuatro días que han dado  para mucho, pero me quedo con el recuerdo de un atardecer de sábado, un 18 de junio. Y lo guardo como una de las experiencias más maravillosas que he tenido el placer de compartir: Verlos a ellos.
Chris Martin y sus chicos. Coldplay.
Se hicieron esperar, pero mereció la pena cada segundo, cada minuto y cada hora por ver lo que presencié. Por vivir lo que viví, y de la manera en que lo hice.
No puedo hacerles justicia con mis palabras aunque lo intente.
Fueron dos horas de acorde tras acorde. Una melodía llevaba a otra hasta que conseguimos unirnos cerca de cien mil voces, y sus luces para acompañarlos.

Entonces Chris nos regaló su risa. Fue la más sincera de todas.

Como todo lo bueno, el concierto llegó a su fin. Y con él, llegaba la separación de miles de vidas compartidas en ese instante. Muchos hablarían de aquel concierto en días venideros. Y de todos los demás.
Otros se quedarían con la energía que transmitieron.
Pero yo me quedo con la magia. Magia fue lo que descubrí aquella tarde-noche en Wembley.
Me quedo con ella y la sensación de felicidad en la que flotaba cuando salí.

De Londres he regresado con el corazón dividido.
Me gustan sus aires de grandeza, su gente, su eterna manía de ir en contra del mundo (al contrario de todos), me gustan los músicos del metro, la guardia real,  me encanta Candem, y adoraría cruzar ese andén nueve y tres cuarto desde King Cross cada septiembre. Adoro saber que realmente no puedo perderme aunque quiera.

Pero odio sus prisas. Prisas por llegar, por terminar, por comer. Prisas por vivir. Pienso que las prisas arrastran los pies, te comen el día y no te dejan tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas.





(Coldplay en Wembley, 18 de junio)


jueves, 9 de junio de 2016

Gastas ganas

(Maxwell Jury)

Lo escucho como sintiéndome un poco más alejada del mundo, de los problemas.
Si no nos enfadáramos, no me entrarían ganas de vivir en concierto.

Deberíamos enfadarnos menos.
Hace poco leí que hacían falta muchos más músculos para fruncir el ceño que para sonreír.
También descargar la ira contenida sobre algo o alguien- aunque relaje- consume muchas energías.

Max Jury es mi confidente cuando a ti te da por desaparecer.

Quisiera calzarme los tacones esta noche y sentirme brillo de luna.
Sentarme en un banco en  mitad de la calle y reír a carcajadas.
Hundir los pies en la arena.
Quisiera volver a cubrirme los ojos con las manos,
y que al retirarlas estuviera tu sonrisa.

Pero si no. Si todo fuera tan fácil.
Si las peleas no fuesen motor, ley y orden,
Tú no serías tú, 
y no te habrías enamorado de mi.

No nos enfadaríamos nunca, la vida sería aburrida.
Y no habríamos llegado a ser.

Así que moléstate conmigo las veces que lo necesites, si prometes traer de vuelta tu sonrisa y que esto continúe siendo un cambio continuo.

Sonreír al vacío

Y sin venir a cuento.
Contigo en mi cabeza, me han llovido todos los buenos momentos.
Me han entrado unas ganas locas de bailar. De comenzar el día temprano, y tirar de las sábanas al sol, para que se despierte de una vez, y abra la veda.

Estamos exprimiendo la primavera, tensando la cuerda que pone sus límites.
Pol quiere reventar los altavoces de mi portátil y me invita a ser amante de las cosas imposibles.

Ahora mismo mi corazón se ha colocado en la salida. Se revuelve nervioso mirando fijamente la línea a rayas.
Esperando el tiro, preparado para correr, dos maratones, una carrera de obstáculos, y regresar contigo a cuestas. Me ha dicho que puede. Que lo va a hacer el solo, que tenga fe y confíe.
Es cierto que debo darle manga ancha, aunque en esto del querer ninguno podemos pecar de expertos.

El verano se hace de rogar, pero el calor, 
por el sur, ya hace tiempo que se quedó a vivir.

Y de nuevo, quiero convertirme en la sirena del mar muerto a la que canta Pol. Siempre quise ser sirena. Adoraba tanto el mar, que se me hacía imposible imaginarme fuera de él.

Hacía tiempo que no sonreía por nada, que me costaba ser feliz. Pero hoy no. Ella está un poco más lejos, pero nunca creí en el imposible de no volver a verla.
Solo cuatro meses, y parece que pasó una vida. Pero por ti, abuela.
Hoy sonrío por ti.



martes, 7 de junio de 2016

Mi seguro de vida














Los días pasan demasiado rápido.
Y las noches son...curiosas.

Lo curioso de esas noches,
en las que tanto presumí disfrutar,
es el maldito momento en que más te recuerdo.

Y ya no, no disfruto,
sólo duelo.
También sueño;
aunque esto último ni si quiera  lo recuerdo.

No quedan estrellas que no rememoren
qué pudimos haber hecho
para salir ilesos,
para no ahogarnos, ni caernos.

Se acerca el verano y sé, que será estupendo.
Aunque no termine de serlo sin ti.
Verano.

Porque en aquella despedida te llevaste
algo de mi contigo.
Y no termino de encontrarme.

Soñé que éramos la solución que tanto necesitaba el mundo.
La solución al ruido de las puertas,
la solución al crujir de mis pestañas,
y al dormir de tus aceras.
La solución a uno y a todos los problemas.

Pero olvidé que de los sueños, uno siempre despierta.

Y por más que quiera no se me borran
los recuerdos de tus palabras:
aquel espero que estés segura.

¿Segura? ¿De qué, exactamente?

Segura de no quererte, de querer más
de extrañarte mal.

Segura del cómo diablos te va,
segura de la distancia.

Sentirme segura de que si esto no es amor,
no tengo cómo llamarlo.

Segura de que en la próxima luna
quiero que bailes conmigo.

Estoy segura de ser insegura,
de serlo mucho.
Insegura de mi.