martes, 31 de mayo de 2016

La intensidad del dolor será directamente proporcional a tu implicación emocional

A base de darme fuerte contra un muro he aprendido que no podemos depender de las personas. Es triste, pero es así.
Ni intentarlo.
Grábate bien hondo eso de "depende de ti" porque va a ser tu ley a partir de ahora.
No depende de nadie más, que tu alrededor te afecte.
No depende de los demás que seas feliz.
Tu eres el que da el pistoletazo de salida en la carrera de la vida- de la tuya.
Los demás pueden ponerte obstáculos, adelantarte o quedar detrás.
Pero una vez que llegues, tu puesto es solo tuyo. Y eso depende enteramente de ti.

Será que estoy acostumbrada a sentir con la gente y por eso cuando llegan los jarros de agua fría me cogen siempre de espaldas y bailando. Pero esta vez, decir que me cogió desprevenida es quedarse muy corto.


Dime cómo hago ahora para borrarlo todo.
Quisiera tener a mi alcance ese botón. Un resorte que haga volvernos a conocer, a reencontrarnos por primera vez y dejar de ser. Ni empezar.
Miro las sonrisas, los momentos recopilados contigo, las cartas y seguidamente mis dedos  se desplazan hacia la herida. La has ido dibujando poco a poco. Y ahora escuece.
Dime qué canciones son las que tengo que escuchar ahora. Las de antes ya no m valen porque cometí el error de compartirlas contigo.

Y así, con cosas como esta, se me quitan las ganas. Me da miedo el futuro próximo, la incertidumbre. Me dan mido los cambios si eso significa que mi vida pase de 100 a cero sin tener un motivo justificado.
Y después de tanto, de todas las veces que me ha pasado, sigo tomándomelo igual de mal. No aprendo.

Quizá me quedaré con algo tuyo. Tus letras. Era lo bonito de seguir escribiendo cartas. El romanticismo de la espera, las ganas de recibir, de enviar.
Lo bonito era que sabíamos que estaríamos con un siempre, la una por la otra.
Pero acaba mayo, y sin quererlo, también esto.


sábado, 21 de mayo de 2016

Tatuado

Tenía el mundo tatuado en la piel.
Como si la tinta grabada le recordarse de donde venía, y que camino tenía que seguir.

Lo tenía tatuado en un rincón al que solo los sueños eran capaces de llegar.

Los sueños, y yo.
Hace unos días que me dejó descubrirlo.
Éramos los privilegiados que tenían conciencia de su locura imborrable.

Algunos decían que ella era la de las mariposas. Que la cabeza se le iba más de la cuenta, y que las risas estaban aseguradas, si eran a su lado.

Pero yo sabía que ella era la única que veía la parte perra de la vida. Que se había hecho a base de rotos y descosidos, y que el color intenso de su mirada, contrastaba a la perfección con su forma de guipar al cielo, en blanco y negro.

Decía que sabía apreciar la belleza monocromada, que así, se disfrutaba más el tiempo.
Cómo si difrutar el tiempo no fuese un misterio en si mismo.

Pero, para mi. El mayor misterio era ella.

Lo sigue siendo.
Ella y su curioso tatuaje. Que algunas mañanas te parece mar, otras, tormentas.
Pero cuando llega la noche, y la luna no sale, se convierte en la más absoluta de las tristezas.

En unas letras que no servirían para instrucciones, unas palabras que se clavan hondo y unos besos.
Unos besos que me los quedo para cuando ella ya no esté.
Para seguir recordándola tal y como la contemplo.

En camiseta, sin nada más. A lomos de la primavera. Y con el tatuaje asomando por el lateral de una de sus costillas.

El pelo le cae sobre los hombros.
Dice que lo tiene demasiado largo, pero a mi me gusta de todas las maneras.
Y trasteando en el cajón de la mesa, junto a la ventana.

El día gris, igual que el humo del incienso que descansa junto a la puerta.
Y yo, intentando dar a cada segundo, con el misterio que encierra.


miércoles, 18 de mayo de 2016

Resistente al olvido

Me gustaría ser tu resistencia al olvido permanente.
Como la primera vez que viste el mar.
¿Recuerdas?
Tendrías unos seis años, y siempre te habían contado cómo era,
pero tú ibas más allá. Necesitabas verlo.

Una buena mañana aprovechaste que estaba la abuela en casa,
le preguntaste si podíais ir de excursión.
"qué inocente" Pensaste.
Pero no, aquella señora tan bondadosa como entrañable quería que cumplieses tu sueño de niño.
Y tras dos horas de autobús, tus menudos pies pisaron al fin la tierra firme de tu nuevo paraíso.
-Este es nuestro secreto, ¿vale, abuelita?- Le susurraste al oído.- Mamá no puede saber nada.

Digo de ser tu resistencia al olvido como aquel recuerdo, porque sé que por mucho que ella falte, tú seguirás eligiendo siempre ese momento como vuestro, tu preferido.
Digo resistencia al olvido porque me niego a que me saques de tu memoria.

"Has entrado a formar parte de mi memoria implícita."
Me lo dijiste en domingo. Domingo tarde.
Ya sabes que esos días te lo permito todo y el mirador camufló tu confesión.
No me di cuenta hasta que llegué a casa de que esa era tu forma más bonita de decirme te quiero.
Fue al ver tu mensaje: "Memoria implícita, dícese de la memoria automática, de recuperación no intencional que resiste al olvido."
Y quise comerme a besos cada coordenada de tu perfecta geografía.

Porque, si me preguntases por qué te quiero, no sabría explicártelo, al menos con palabras.
Pero si me insistieras, terminaría por confesarte entre risas y bajito que te quiero por ser tú.

Porque ser tú implica tener el compañero perfecto de guerra de almohadas, que además se las da de pizzero amateur, y payaso en prácticas.
Ser tú implica iluminar tu vida, y las de los que te rodean con más intensidad que el sol del sur.
Ser tú significa continuar sin descanso, ver el lado fácil de las cosas y querer quedarse a vivir en cada parada de metro tras un beso rápido de despedida.
Ser tú son todas y cada una de las penas y alegrías que me trajeron tus brazos, abrazos y sonrisas.
Ser casa, tempestad y calma.

Ser tú no es hacerse viejo, es hacerse sabio y llamar a la experiencia amiga, pero seguir contando con el factor sorpresa.
Ser tú es ser yo contigo.

Y por eso te quiero.

("Before we go"- Chris Evans)

sábado, 14 de mayo de 2016

Desamor

Te has levantado melancólico.
Fin de Semana.
Y le das al contestador escuchando por enésima vez
su voz enlatada, tantos años después.

"Está sonando Thunderstrack en nuestro bar.
Hoy es noche de soltarnos el pelo y bailar.
Aprovecha, que está largo, 
y tu barba de tres días me trae de cabeza.
¿Vienes?
...
No conocemos frenos,
mientras yo canto subida a la barra,
tienes que hacer como que tocas la guitarra.
...
Nunca he sido de tenerme en cuenta,
siempre más de bromear.
Y contigo es tan fácil.
...
Siempre es AC/DC
pero, ¿y yo?
¿Nos vemos esta noche?"

Pero no la volviste a ver. Ni pisaste vuestro bar preferido de Madrid a las 3 de la mañana.
Te cuesta volver a aquel Thunderstrack,
tu barba peina canas,
y ya no te eclipsan sus piernas.

Noche cerrada de movida.
Entras por la puerta del garito de siempre.
Un par de cañas.
El día ha sido bastante intenso pero, te encanta tu trabajo.
Has aprendido a quererlo.
Un gran reto, teniendo en cuenta que sólo sabías quererla a ella.

Y te pones a pensar en la vida.
Dos hijos maravillosos.
Pero al amor no le diste oportunidad alguna.

Prometiste que seríais los dos.
Aunque te olvidaste.
No recordaste que a las promesas
se las llevaba el viento de la primavera.

Piensas en tu Thunderstrack, en los miles de mensajes que te dejó en el contestador y que tú nunca devolviste. Por miedo.
Y decides que ahora o nunca.
Que vas a llamarla.

Aunque se enamorase de otro,
aunque tú hubieras vivido hasta ahora dando tumbos
con dos balas más en la recamara.

Quieres vivir el ahora:
echando-más de la cuenta- de menos tus locos 20,
de más a alguna rubia que te recuerde a ella y
con los únicos que te quedan: los colegas.
Quién iba a decirte que la vida te trataría tan bien pero que te haría sentir tan sólo.
A eso sabía el desamor cuando te dijo entre lágrimas 'algún día llamará a tu puerta.'

La llamas y tras dos pitidos, descuelga.
Le dices de repetir el dúo una última noche.
Después ya veréis que pasa.

Adivinas su sonrisa, y te dice que te des la vuelta.


A R.F.




domingo, 8 de mayo de 2016

Recuerdo

Re cuerdo.
Cuerdo.

No estamos cuerdos.
Me he dado cuenta de que sólo los locos olvidamos.
Que tenemos el privilegio de borrar de distintas formas lo que una vez nos hizo daño. De que no guardamos copia de seguridad.
Los locos escribimos, como terapia, para dejar escapar un poco de nuestra locura, y sentirnos bien con nosotros mismos.
Aunque siempre quede una huella difuminada por la espuma del mar. Nuestra seña, nuestra identidad.

Los locos somos capaces de jugar sin pensar en las consecuencias, de tocar el fuego sin quemarnos, de querer más cuanto menos nos dan.
Somos locos de remate, de jaque.
Somos una torre que se tira por un God save the Queen, el peón que se sacrifica para proteger a su rey, y el caballo astuto que recorre tres pasos y retrocede dos. Saber retroceder a tiempo no es de cobardes.

Locos, los que Roxette les parece una buena opción para la nostalgia del domingo.
Los que amamos los domingos.
Los locos somos los que pisamos solo un tipo de baldosas sobre las aceras, o las blancas o las negras- y al mismo tiempo adoramos el gris como estado, sobre el cielo.

Los locos somos los que damos vueltas a la cabeza, paseando los olvidos de madrugada. Los que bailamos y reímos sin importar el porqué.

Somos locos si, contra todo pronóstico, contra toda inclemencia del tiempo, seguimos adelante- nos hacemos los cuerdos.


(A walk to remember- Shane West, Mandy Moore)

miércoles, 4 de mayo de 2016

Equinoccio

Y llega una ráfaga de viento frío. Demasiado para la tímida primavera que nos estaba dejando el abril.
El viento apaga las velas que encendimos anoche, y la esperanza.
El viento te llevó consigo.
Y la habitación se ha quedado vacía. Un vacío desolador que nadie podrá volver a llenar porque, entre quien entre, no serás tú.

Perdona por haberme enterado tarde y así, perdona por no haberte conocido más y que me duelas tanto. Perdóname tú, que puedes.
Que tu risa y tu alegría seguirán llenando de naranjas los atardeceres. Que por ti, tenemos que disfrutar ahora de las cosas buenas el doble.

Perdóname porque yo nunca podré perdonarme no haber estado ahí cuando ella me necesitó.
Y ahora es tarde, y sé que ella es fuerte, y que sabe vivir con más peso que ninguno sobre los hombros. Que se encargará que alegrarle los días para que a ellos les cueste vivir un poco menos.
Creo que lo de estar a su lado, lo necesito yo más que ella.

Y con el corazón desgarrado, con los sueños de madrugadas altas-sabor a sal de lágrimas-te deseo el mejor de los vuelos por ahí arriba.
Cuídalos mucho, y recuerda.
Que no te roben la sonrisa.


A S., esté donde quiera que esté



lunes, 2 de mayo de 2016

Mamá

Me gusta mucho dar las gracias. Pienso que es una palabra que, al menos para mí, tiene mucho significado.
Una palabra que se me escapa cada dos por tres. Y a ti te la digo poco.
Sencillamente hay sentimientos que no sé describir. Nunca me planteé ponerle palabras  a lo que siento por ti.
Pero creo que podría empezar por un gracias.
Gracias por haberme enseñado a leer, a dibujar, a jugar, a sonreír, por las tardes de barbies y de muñecas.

Gracias por todas las noches que robé tu sueño, por preocuparte, aunque no hiciera falta.
Gracias hacerme ver que todo problema tiene su solución, solo hay que encontrarla.
Por los mejores desayunos, por las mejores comidas de cumpleaños, por las charlas interminables, por los domingos al sol, por el cariño que siempre has puesto en todo.
Gracias por animarme a seguir, un poco más, por muchas toallas que me apetezca tirar al día. Por hacerme ver que puedo, y que los imposibles existen en según que cabezas.

Gracias porque, sabes hacer algo que a día de hoy no le he visto hacer a nadie: estar a mi lado, y al mismo tiempo a mil kilómetros de mi.
Gracias por tener ese don de la ubicuidad para que te sienta cerca. Gracias por tener tu corazón inmenso dividido en cinco partes, y aún así querernos al cien por cien a cada uno.
Gracias por ser mi superheroína favorita y multiplicar el tiempo para que todo pueda hacerse en un solo día. Gracias por ser como eres, aunque estés triste, cansada o harta. Gracias por tirar de todo y de todos siempre. Por ser madre 25 de las 24h que tiene un día, cada día de los 365 desde aquel 24 de febrero.

Como digo, esto es solo una pequeña parte del lugar que ocupas en mi vida. Y que me es imposible ponerle voz. Pero eso, que te quiero- desde el día que vi la luz.

Gracias por darme la vida, mamá.