jueves, 31 de marzo de 2016

Compostela

Y ya me lo dijeron. En cuanto te enamores de esa ciudad, pasarás a sentirla tuya. A llamarla casa, hogar.
Y volverás a ella con ilusión y con la pena de dejar atrás a los tuyos. Y la echaras de menos cuando el sur se atisbe por el horizonte.
Y entenderás lo que hace la morriña paseándose a gusto por tu piel cuando vas al mar a mojarte los pies.
Y ansiarás estar alli, cuando te la recuerden.
Y cuando estés allí la odiaras con más fuerza que nadie.
Pero somos pocos los que entendemos la relación entre el amor y el odio.
Por algo decían que entre ambos hay solo un paso. 
Cuando te enamores de ella, de tu ciudad, el amor-odio será tu forma de vida.



No perder el color.


Qué bonito verlo desde fuera, desde una pantalla de cine, desde un escaparate, desde las cristaleras de una cafetería en plena nevada.
Sentirte orgulloso espectador
de un estúpido sentimiento,
como es el amor.

Bonito, alegrarse del cariño ajeno,
aún sin conocer a quienes lo están compartiendo ante tus ojos.

Tendríamos que pararnos a mirar, más.
Descubrir la intimidad de dos que se reencuentran al llegar el tren, en un aeropuerto, en plena calle.

Bonito saber que el amor se separa del odio por un paso de un pie del treinta y ocho.

Pero lo más bonito de todos, es compartir ese sentimiento, sentirte estúpida e ilusionada. Sentir que no te falta nada en el mismo momento en el que no te quedan segundos para aprovechar mejor tu vida. Saber que alguien te espera en casa, que cuando abres los ojos vas a ver una sonrisa dándote los buenos días, aunque se levanten malos.

último capítulo de mi historia contigo

Qué malo era que todo me recordase a ti.
Hasta las cosas que nunca pensé que asociaría a tu persona aparecieron y me recordaron que dejaste huella.
Una vez me dijeron que las personas somos como esas huellas. Que solo nos echamos en falta cuando ya no estamos.
A kilómetros de ti. A años luz de aquella vida que una vez se empeñó en cruzarnos.
Intenté leer, concentrarme en miles de palabras que no me sugerían nada.
No las entendía.
Lo único que pude pensar realmente era el último sueño en el que apareciste tú.
Y me cansé-
de soñarte,
de quererte,
de extrañarte,
de dolerme.
Me cansé de ser nosotros, sin ti.
Puede que extrañase lo que ya conocía, aquella rutina, saber que estabas bien.
Pero cerré el libro y quemé las dudas.




Apnea

'Referido a la supresión transitoria de la respiración.'

O eso ponía en el diccionario de la vieja estantería.
Fuera de quien fuese la colección de libros de aquella pequeña habitación, una cosa estaba clara: adoraba la filosofía, pero también la historia.

Por un momento sentí frío. Hacía casi un año que no entraba a aquella habitación. Y las circunstancias eran muy distintas a las de entonces. No estaba triste, no quería salir corriendo, y ella me llamaba desde la terraza.
Y me invadieron los recuerdos. Se agarraron a mi con las ansias de un ahogado, aferrándose a los restos de vida de aquella casa. Sentí envidia sana. De la sabiduría, del limbo al que se escapan aquellos que ven el fin de un camino, pero algo dentro me dijo que me tomara mi tiempo.

Hace tiempo que el corazón me bombea- unos veinte años- pero...desde hace algún tiempo, bombea como con menos fuerza. Esta, no sé, algo más vacío. Hasta él, que no es capaz de pensar, nota su falta.
Hay veces que pienso lo mucho que la echo de menos.
Pero yo sé que es mucho más que eso.
Es soñarle mal, y pronto. Echar a dormir en la oscuridad con lágrimas.
Y abrir los ojos, luego, deprisa- como con miedo.
Y no recordar el 'qué', enredarme en el 'cómo' y tropezar en el 'con quien', para encontrármela riendo al final de la escalera.


La vieja escuela

Te das cuenta de que has crecido cada vez que vuelves a casa por vacaciones.
Cuando vas a las quedadas con la gente de siempre, de antaño, con los que creciste como persona y te van contando sus logros personales, sus primeros pinitos en el desconocido mundo de la vida social.
Y la melancolía te invade.
Te das cuenta de que te has hecho mayor cuando ves que algunas de las chicas buenas que han convertido en las chicas más pícaras de la universidad, cuando ves a alguien que no fumaba con un cigarrillo entre los labios, echándose la culpa de ser fumador social.
Cuando extrañas tu vida de antes pero no la cambiarías por la de ahora, y no puedes evitar comparar.
Cuando vas a esas quedadas y no cierras la boca, porque siempre hay algo que contar o que te sorprenda.
Y vuelves a casa, esta vez a una hora decente, te escondes con el sol.
Regresas extrañamente feliz y con una foto de grupo más, un año más viejos, más canas y más arrugas de reír.
La mítica.

domingo, 13 de marzo de 2016

Luces


Y resuena Lagarto Amarillo en mi cabeza-"porque todos somos buenos los domingos por la tarde...".
Sigo pensando que soy una privilegiada, que vivo-si no en la más bonita- en una de las ciudades más bonitas del mundo.

A la bella Compostela le encanta vestir con agua, que las gotas resbalen por todos sus maravillosos soportales, y que la magia se cuele entre piedras mojadas. Compostela no se siente triste cuando los ángeles lloran. Le gusta jugar a ser única.

 Pero cuando salen tres rayos de sol, Compostela se convierte en guapa de verdad. Los días son fiesta y claro, nosotros tampoco podemos resistirnos.
Hoy he pasado el día, sin moverme de la que es ahora mi ciudad con un pedacito de mi sur.
Y cuando se iba el sol no he podido más que echarme a reír.

domingo, 6 de marzo de 2016

Frére et soeur

Esto es una carta para cuando tengas la edad suficiente.
No quieras adelantarte, ni jugar a ser mayor. Aún te quedan algunos años por disfrutar. Aunque cada vez menos.
Cuánto has crecido en tan poco. Y siento que me lo estoy perdiendo. Que me pierdo todas las excusas que le pones a ella cuando no quieres levantarte de la cama. Cuando no te hace falta otra cosa que la consola. O cuando te has dado cuenta de que te has enamorado.
Eres demasiado listo. Reparte algo de inteligencia para los que nos sentamos en una silla y no levantamos el culo para poder estar satisfechos de nuestros esfuerzos.
Eres mi rey de la casa. Y confieso que lo has sido desde aquel septiembre de comienzos de siglo, cuando viste la luz. Eres mi casa, aunque ahora esté a kilómetros de ella.

Como no hay instrucciones desplegables para el amor, o no venimos con un manual de "Cómo ser padre en 10 sencillos pasos", tampoco existe reglamento alguno para ser una buena hermana.
A pesar de ello, no me rindo. Lo intento cada vez más, contigo, con todos.

Intento que no me sientas lejos, quererte como mejor sé. Intento que sepas, con esto, que puedes contar conmigo. Y siempre has podido. Porque yo no me voy a dar la vuelta y voy a desaparecer. Pretendo quedarme a tu lado-mínimo- hasta que peines canas.
Quiero poder comer contigo los domingos, y que cuando todo cambie, aún nos compartamos unas risas y un baile. Que nos debamos millones de tardes de sofá, manta y peli.

Esto es otra de las formas que tengo para demostrarte lo que te quiero. Ya sabrás que soy mucho más de palabras. Que cuando se trata de ellas, me faltan folios en blanco. Que aquí suelto y escupo todo lo que no sé decirte al oído por miedo a que no me tomes en serio.
Y que eso, que te quiero.
No crezcas tan rápido, enano.

a G.

(Mark Hamill, Carrie Fisher- rodaje de Star Wars)

Heute bin ich blond


Hoy soy rubia. Lo he decidido.
Así caeré mejor a la gente. Me haré la tonta y todo será más fácil, más al límite.
Hoy veré llorar a los caballeros de los que hablaba Marylin entre diamantes.
Hoy seré carne de todos los cañones que quieran disparar al calendario. Hoy me teñiré el pelo por el mero hecho de sentirme distinta.
Puede que sea una tontería. Pero creo que hemos entrado en un mundo en el que lo único que importa son reglas sociales- ni siquiera escritas- que se rigen por una insulsa fachada. Las perfectas medidas, en la vida perfecta, aguantando unos andamios bajo tus pies. Sin que el maquillaje se desplace ni un milímetro bajo tus pestañas. Un mundo en el que no se ven las cicatrices de guerra, y se tapan las de cirugías estéticas. Un mundo 'perfectamente perfecto'.
Ya nadie quiere variedad, diversidad. No quieren cerebro. Rechazan las ideas y hemos pasado a vivir en el día de la marmota. Es muy triste que en lugar de progreso, vayamos en retroceso.
Hoy me pondré un escote que no tengo, la falda algo más corta y me reiré por todo como si no lo entendiera. Seguro que así caeré bien. Caeré...
Pero, como Cenicienta (también rubia), cuando den las doce, y la nueva semana de Marzo se abalance sobre mi, volveré a ser yo. Me habré demostrado a mi misma lo que ya sabía- que quedan personas respirando que piensan como yo.
Que pensamos que las costumbres son bonitas, que las tradiciones tienen magia y que la luna sale cada noche aunque nos empeñemos en invertir los días, por mucho tiempo que pase.
Pero, que lo distinto te regala una bocanada de aire, que lo diferente nunca aburre, y siempre hay algo nuevo que hacer. 
 Que en la variedad está el gusto.Y el gusto no es más que un sentido. Uno que sin los otros cuatro-originales- no es nada.


(David Rott, Lisa Tomaschewsky- Heute bin ich blond)

Límites difusos

Algo escuché de mis queridos Miss Caffeina y su nuevo disco, algo que va relacionado con mi felicidad pasiva.
Que es domingo y las ganas de no hacer nada rebosan por la bañera también ayudan.

He oído algo.
Algo que leer, que no sea obligación ni tampoco devoción. Que se trate únicamente de placer.
Algo de eso, del secreto de la felicidad.
Algo de que los cantautores arañan el alma y mi sonrisa se muere por morderte el labio inferior. Y las marcas bajo mis ojos indican que no te soñé suficiente esta madrugada.

Algo de que, contra las inclemencias del tiempo, no veo ni una puñetera nube coronando el cielo.
El salón está en modo post-huracán. La bombilla de uno de los baños gotea agua y no quiero encenderla por miedo a recibir mayores voltios que los que siento cuando noto tus caricias. Vecinos.

Algo de "rescátame" porque me siento muy perdida, escuchando Detroit. Querido Alberto, gracias por hacerme entenderlo todo y absolutamente nada a la vez. Gracias por las ganas locas de verte por agosto- ganas que le dejo al tiempo.

Lo de mirarnos está estupendo si tenemos en cuenta que desconocemos el límite de la tensión.
Sé donde quedará el rastro de tu vida en este instante.
Algo que me enseñaste tú.
A querer, a quererte.
Algo que me encanta.


Algo del afecto, creo.

De nuevo domingo y el psiquiatra me acaba de diagnosticar.

Sólo me pasa a mi esto de que la paciente pueda ir a la consulta en fin de semana. En fin.
Él sabe que son mis días más productivos, por eso me invita a casa a desayunar. Cree que así avanzaremos más.

No se equivocaba.

Lo ha descubierto.
Me dio un nombre bastante técnico.
"Señorita, tienes ambivalencia afectiva".
Le encanta llamarme señorita, es nuestra manera de mostrar el cariño que cogen dos confidentes, aunque sea por puro trámite. Por respetar la relación médico-paciente que, según dicen, siempre fue importante.
Al escuchar aquellas dos palabras lo primero que se me ha venido a la cabeza era lo musical que suena mi trastorno. Ahora tendremos que añadir otro nuevo a mi transitada historia clínica.
La cantidad de A que tengo que gastar para pegar las letras en una pared blanca, si las tuviera adhesivas.
Después me he centrado en la segunda palabra. Afectiva. Puede ser que tenga razón. Estaba segura de que sería algo relacionado con el afecto. Con el cariño, con los sentimientos que él me ha dejado siempre demostrarle y callar a mi antojo.

Le he preguntado de qué se trataba mientras me terminaba el croissant del desayuno. Pero creo que ya lo sabía. Nadie mejor que la persona que realmente siente para saberlo.

-No lo digas. Lo sé.- Lo interrumpo antes de que pueda desvelar nada.- Es como esto ¿no?
-¿Esto? ¿A qué te refieres con esto?- Quiere saber.
- Como lo nuestro.- confieso en mi momento de mayor lucidez.- Como sentir dos cosas al mismo tiempo. Como que te odio, pero a la vez te quiero.

Él me mira con los ojos llenos de nuestros recuerdos clavándome sus pupilas negras.
Quizá en un rato no sea yo. Al menos no de la que se enamoró. Quizá en un rato no recuerde lo mucho que me gusta bailar con Jack Savoretti, mientras mi psiquiatra me abraza con lágrimas en los ojos.

Me invita a desayunar cada domingo porque es quien se levanta antes de los dos. Hace cinco años que dormimos en la misma cama cada noche. Y no quiere separarse de mi por mucho que se lo haya rogado.
Es mi médico, si.
Pero también es el amor de mi vida, mi mejor amigo y la persona con la que siempre supe que querría pasar el resto de mi vida.
Me quiere todos y cada uno de los días, pero sobre todo los días como hoy. Los domingos. En los que mi cabeza, no sé por que, se empeña en irse a no sé dónde.

Conozco perfectamente esa ambivalencia afectiva. Y él tiene toda la culpa.
Lo quiero. Lo quiero hasta dolerme. Por cómo me mira- como si no existiera nadie más, por sus ideas, por sus miedos, por sus defectos.
Pero lo odio.
Lo odio con todo mi ser desde el día en que me diagnosticaron la esquizofrenia. Yo no podía parar de llorar y él se acercó a mi y me dijo: "señorita, ¿crees que si nada ha podido con nosotros, va a poder esta tontería?"

Cada mañana, a eso de las diez, mi cabeza se dispersa. E intento por todos los medios hacer que el odio que experimento sea mutuo. Que se vaya de una vez por todas. Y no vuelva a verle cada vez que abro los ojos al despertar.
Pero es inútil.

Es un hombre de palabra.
Es el hombre de mi vida.
Y yo, toda su locura.



(Johnny Depp, Juliette Binoche- Chocolat)


jueves, 3 de marzo de 2016

"Tres tequilas"- Taburete


(Grupo Taburete: Willy Bárcenas, Joaquín, Antón)

Tráete un taburete a cada uno de los bares de Madrid.
Doy por hecho que esta noche te invito a lo de siempre, a ser mi ella y a dos tequilas más.
Quiero aprender a reír contigo.
Quiero volver a ser un amo del piano bar como esos que describí en la canción pensando solo en ti.

No me considero un niño de papá por querer a mi padre, y por querer encontrar un futuro que me haga disfrutar.
No me considero un músico más. Adoro la música- nada más.
No sé explicar el sentimiento que me recorre por dentro cada vez que Joaquín comienza con la guitarra y me toca a mi seguirle en voz. Cada vez que Antón me sonríe al cantar 'Mariposas' porque sabe que fue siempre mi preferida.

Es como ir siempre flotando, en el aire. Aún con avión. Con más ritmo y menos ruido de motores.

Y después, siempre volvemos a ser nosotros.
Se rompe la rutina y las canciones florecen con las primeras luces del alba, como cada verano.

Y ya nos tenemos ganas, pero aún nos quedan los últimos secretos.
Los últimos paseos de domingo por el Retiro y las penúltimas cervezas por Malasaña.
La última siempre la dejo para que sea contigo.

Año bisiesto.

No era domingo. Pero como si lo fuera.

La misma sensación de soledad y silencio entre los acordes de letras bonitas. El día después de un fin de semana de ensueño. Desde la primera hasta las últimas de las horas.
Después de haber pasado el día disfrutando del paraíso. Querida Galicia, me quedan tantos sitios en los que descubrirte. Siendo mar, siendo orillas, rocas, verde y hasta lluvia incansable. Me encantas.

Y no alcanzaré a entender porque la gente odia tanto los domingos, de verdad, que no lo entiendo.
Cada domingo me siento en paz con el mundo.
Desde hace poco, los domingo son por ella. Son para echarla de menos más fuerte sin terminar de dar crédito a que no vaya a aparecer en cualquiera de otras vacaciones, diciendo que tiene mucho que hacer.

Este fin de semana, la recordé más aún. Cómo le gustaba a ella la marina.
Lo disfruté por ti.
Bailé hasta quedarme sin pies, reí y canté hasta quedar afónica. Conocí almas que rápidamente me abrazaron el corazón. Y dormí de cansancio.
Y no salí corriendo por la puerta de atrás como otras veces.
No me moví del sitio, o quizá si. No lo recuerdo.
Lo que si sé es que llegué a la felicidad más plena olvidando por unas horas su nombre.
Definitivamente hay vida detrás de él, y de lo que fuimos.

Caía el sol sobre Compostela, porque cada 29 de febrero, los cielos no quieren llorar.

Vi catedrales más inmensas en aquellas playas, de las que veré nunca construidas por el hombre. Y un faro, que señalaba a ninguna parte. Su bombilla fundida no alertaba a ninguna amante de marinero.

Y yo me encapriché contigo de madrugada.
Y me dije que la vida sigue.

a K.