Si la vida te pone obstáculos sáltalos, y sobre todo nunca olvides darte la vuelta y sonreír. Lánzale un beso al aire y recuerda que eso de que todo el mundo es especial es mentira. Solo son especiales los que sueñan con serlo y persiguen sus sueños allá donde quiera que vayan.
martes, 29 de diciembre de 2015
Martes de tus ojos mienten
lunes, 21 de diciembre de 2015
Un veintiuno
martes, 15 de diciembre de 2015
Astronauta de tus lunares
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Luna azul
Tú tan me dejo querer un rato y yo, queriendo tan fuerte que duele.
Yo ying y tú yang.
Tú cielo y yo suelo.
Me pregunto si algún día brindaremos juntos por la vida, si sabremos agradecer que los caminos se enreden a placer y que nos haya tocado coincidir más que nunca esta noche de luna creciente.
Tú tan 'me voy de vacaciones a París', con su luz y su amor por bandera; y yo tan no salgo de casa, de mi cuarto, que no llego, que no puedo que no debo.
Y me desvelo.
El día que dejemos de ser tan tú y tan yo empezaremos a disfrutar. Nos sacudiremos los prejuicios, las historias, los cuentos.
Que tantos cuentos, tan bien contados solo auguran un mal final.
Final tan nuestro.
La noche que empecemos a sentir por los ojos, a ver con los poros de la piel- esa en la que la vida se nos escape a sorbos bajo una copa de vino.
Será la noche de las cosas que no nos dijimos.
domingo, 29 de noviembre de 2015
Fenómenos
Esquivar a los problemas pasando de puntillas por la tangente y pensar que la vida siempre podía ser mejor.
Pensar en ella como algo lejano, etéreo.
Sin darnos cuenta de que estamos inmersos en ella. Hundidos en el fondo de su copa de cristal.
Somos sus marionetas y mueve nuestras cuerdas a su antojo.
Nuestra estrategia era compadecernos. Darnos pena a nosotros mismos. Sin saber que la vida no pasaba en balde.
Nuestra idea fue querernos sin querer.
Y no nos salió tan bien.
Nuestro corazón fue del tiempo..
Él nos colocó en este lugar, a la misma hora.
Juntos.
En un instante que nos hizo coincidir.
Pero nadie nos había dicho que siempre llega el momento en el que la niebla se disipa, y lo de perderse se queda en un recuerdo del pasado, en una emoción a flor de piel una tarde de otoño, con lluvia.
Nadie nos dijo que el tiempo no tiene dueño, que a si solo se pertenece.
Nadie nos dijo que en la niebla no podríamos ni vernos.
Y nosotros sin querer verlo.
Nosotros siempre tan ciegos.
sábado, 28 de noviembre de 2015
Funambulista
para la vida, para el recuerdo.
Salieron las estrellas de paseo y retornaste con tu magia.
Nos acompañaron algunas gotas de lluvia fina, que no mojaron
ni las ganas ni las sonrisas.
Volviste a hacer de Compostela el sitio perfecto.
Y cuando la luna decidió sonar, tu borraste sus defectos.
Volviste a ser tú.
Y a enamorar, y a sentir tan profundo
Y a bailar, bajito y lento.
Tu noviembre siempre triste no nos impidió ser felices otro viernes.
Robaste con las cuerdas de tu guitarra varios corazones.
Y luego te dio por reír.
Y por mirar.
Y sentiste más que todas las vidas que te rodeaban,
y no dudaste.
Gracias Diego, por hacer de esta noche otra más.
Por ser así, por compartir.
Gracias porque tus ganas se llevan a las mías de calle
y no puedo más que prometerte volver a verte pronto.
Por levantar esa copa de vino, y brindar a tu suerte.
'Volver a empezar'
martes, 24 de noviembre de 2015
¿Y si te fijas en las pequeñas cosas?
jueves, 19 de noviembre de 2015
Siempre fui de bronce
Que en cosas de pareja, una tercera persona siempre llega sobrando.
Sobran sentimientos, explicaciones. Sobran hasta las canciones cuando es solo uno quien las imagina y no las comparte.
Sobra la tercera.
La persona que hace espectadora en el cine de Princesa.
Sentí que era a mi a quien le tocaba huir aquel día por la salida se emergencia.
No se si fueron sus voces, en tono de confidencia, si los susurros, si las miradas o, incluso, las risas huecas.
Lo que sé es que me encontraba ante la persona perfecta en el momento equivocado.
Momento en el que él ya tenía a su ella. En que me daba la espalda.
Momento en que me había advertido que aquella vez no se daría la vuelta.
Mes yeux, tes yeux
Estamos en otoño y las mariposas no terminan de desplegar sus alas.
Ya no habrá mas catástrofes naturales, el hombre se ha encargado de sustituirlas, de ganar todas las batallas perdiendo su guerra propia, contra él mismo.
Hoy el francés suena un poco mas triste. Y el viernes 13 se queda una vez mas grabado en nuestra memoria.
Quien es el que se empeña en dotarlo de mala suerte. Quién.
Una mañana más cientos de personas se levantaron sin ganas, sin saber que debían disfrutar un último día.
Sin darlo todo.
Y llego la noche y salieron las estrellas bajo el cielo de Paris.
Y todo fueron risas, todo canciones.
Hasta aquel grito helador, hasta la explosión y los disparos.
Todo era rosa hasta que llegó el caos.
Ese caos que sucede en cada parte del mundo una vez cada 10 minutos pero que solo importa cuando nos explota en la cara. Cuando lo vivimos de primera mano.
Miles de ojos se apagaron con las estrellas la noche del martes y trece. Miles de veces ha sonado la Marseillesa en el Bistro de Mont Matre, en bucle.
Pero ya no habrá nada que remiende los corazones, ya no.
Solo nos queda pasar el duelo de manera distintas, con las ganas de vivir que robaron a todas las almas de aquel 13 de noviembre.
domingo, 8 de noviembre de 2015
La chica del pañuelo rojo
que la de la chica del pañuelo rojo.
Ya la he observado alguna vez- en mi rutina.
Va a la clase de las mariposas.
Se mueve cerrando cremalleras
y permitiendo que mi imaginación se deje llevar.
Ella vuela sola, sin alas.
Es experta en sorprender.
No necesita ni el susurro de los árboles,
ni las rendijas de las persianas.
Y que la tristeza me invada si no la veo saltar las líneas blancas del paso de cebra,
es algo que solo me pasa a mi.
Si no me la encuentro bajo la sombra del edificio de enfrente, mis días son más grises que las nubes de la ciudad universitaria.
Que no me llegue el aroma de su pelo cuando se mueve bajo las letras de las canciones,
eso me mata.
Que la extraño.
Y se me va la vida, y la cabeza.
He aprendido a vivir a milésimas de segundo
y me ahogo cuando pienso en el futuro.
Porque solo quiero vivir en presente, con un 'vivo' alto.
Quisiera ser parte de su piel, y quedarme a vivir al lado izquierdo de su décima vértebra.
Y me falta el aire.
Nunca nadie me dijo que la mayor traición sería la del corazón.
Nadie me dijo que cantar vis a vis sin su voz
no sería más que un cuento.
Me consuelo pensando que tengo varias sonrisas bonitas a mi espalda, que las rubias me susurran a los oídos.
Me consuelo al pensar que nunca me faltarán ellos,
mis amigos.
Pero yo la sigo prefiriendo a ella,
entre un millón.
Espero que coincidamos pronto,
chica del pañuelo rojo.
Y que sea en domingo.
martes, 3 de noviembre de 2015
Cómo están sin n y un centímetro menos de fotografía
Preguntar cómo están, queriendo quitar la ene. Ene de nunca, de 'no podremos vernos más', ni ser. Ene de 'no sería lo mismo sin ti'.
Qué mal te sientan los domingos, cuando tienes que mentalizarte, contemplar la vuelta como forma de vida, y despedirte de lo que es tan tuyo.
Qué melancolía te invade cuando descuelgas el teléfono para oírme reír. Y qué bien lo disimulas.
Qué diferente puede ser borrarle un único centímetro a una fotografía,- en horizontal, como nuestra puesta de sol-que pasemos de ser tres, a ser solamente tú y yo. Y soñar con ello.
Qué destrozo que hace la distancia a los corazones. Los arrasa, los ahoga y luego no deja ni las ruinas.
Y nosotros pecamos de arqueólogos valientes, sin saber que en esta excavación no hay restos valiosos.
Qué necesitado que estás de besos en el cuello, de caricias a tu espalda, de noches sin dormir y mañanas tras las sábanas.
Necesitamos un concierto intenso los domingos. De cualquier cantautor que le vendiera el alma al diablo, cualquiera que sea capaz de cargar eléctricamente mis cables de alta tensión, y que te deje que me saques a bailar lento.
Y más fiestas de estas de los lunes.
Con semanas laborables de solo cuatro días. Que tengamos que trabajar, pero no tanto.
Y un fin de semana largo, de tres -días- para dos.
Nos hace falta un martes de diario, de ritmo frenético,
un miércoles de cine, de películas hasta la madrugada,
un jueves de copas, sin árboles sobre los que apoyarse.
Necesitamos un viernes romántico, y a la vez divertido. De empezar en el aire, y acabar en el suelo.
Y que el sábado no nos despierte hasta bien entrada la mañana. Con desayuno con diamantes.
Definitivamente, necesitamos ver amanecer todos los domingos,
desde el tren, desde el Pedroso, desde el mar.
Nos necesitamos.
Aquí y ahora.
sábado, 31 de octubre de 2015
Viaje de perseguir sueños
Pero no puedo competir con él-
No puedo competir con que fuera el primero,
con que sea él que le enseñó cómo latirse el corazón.
Con el que le quitó el miedo a ser cobarde, y el que sacó su sonrisa a pasear por el retiro por vez primera.
Llevo años intentando que me mires igual, pero que me mires.
Que abras los ojos cada mañana y sientas que conmigo no te falta nada.
Que me digas al oído que nunca vas a salir por la puerta de emergencia,
que el desengaño y la soledad son metáforas de la vida, y
que años luz tendrán que pasar para alcanzarnos.
Y luego te miro, y me enamoro con cada golpe de tu pestaña
y sin ti, me siento nada. Si es que la nada existe.
Y sueño, sueño grande, sueño inmenso
y luego te veo
Que los mios ya se cumplieron cada vez que paseamos por la capital
cada marca roja de tus labios sobre mi cuello
O, cada carcajada que te arranco con un nuevo acorde de guitarra.
Que el sol me tiene envidia, los días de verano
y las nubes, los de invierno.
Descubrí qué era 'saudade'
martes, 27 de octubre de 2015
Un juego de niños
domingo, 25 de octubre de 2015
Contigo
Y más a las siete de la tarde, con la luz más bonita filtrándose entre mis pupilas.
Me paro en mitad del lugar y respiro hondo. Deseando que todo llegue antes, impaciente.
La música sustituye el ruido de la vida. Y pasan miles de huellas a mi lado, sin saber si algún día, otra hora, volveremos a cruzar una etapa del camino.
Noviembre amenaza con hacer de las suyas, con caer ilusiones con todas las hojas del suelo. Noviembre amenaza con amanecer amarillo.
Y aqui estoy yo frenando octubre.
Desde la ciudad más bonita del mundo, espero que pases a buscarme, a esas siete. Cuando la luz se convierte en nuestra, cuando la luz me deja ver el brillo de tu sonrisa.
Y entonces amanece, y tú y yo somos mucho más nosotros que ayer. Y en los aeropuertos ya no quedan vuelos cancelados, ni en las estaciones, trenes perdidos.
Únicamente quedan vidas viajantes, a una deriva de un mar de cristal, de un mar etéreo. Del mar que depende de nosotros.
Me encuentro entre las cuerdas de tu guitarra. Y este ring me viene grande. Enséñame a pelear, a pegarle en la cara a los problemas.
Deja que te pise los pies un poco más mientras la música nos dance en los oídos.
Y hazme reír, sobre todo eso.
A nuestra luz.
sábado, 24 de octubre de 2015
Mentiras piadosas
lunes, 19 de octubre de 2015
Eras el de siempre, como nunca.
Todos los minutos con el corazón encogido para terminar con lágrimas.
Lágrimas de felicidad.
Nos vi en cada uno de los gestos de los protagonistas.
Deseándote cerca, teniéndote lejos.
Y cuando ves que un nuevo final se acerca, todo tu mundo se derrumba.
Tu te encoges, y lo primero que sale mal parado de la lavadora es tu maldito corazón.
No hay forma ni manera de arreglarlo.
Nos vi en cada madrugada, bailando juntos, nos vi bajo los efectos del tequila, que seguíamos siendo los mismos. Nos vi echándonos en falta, de menos.
Nos vi reír, llorar, nos vi "enamorarnos" y darnos cuenta de nuestros errores.
Nos vi sobrevivir en la inmensidad del mar, y ahogarnos en un absurdo vaso de agua.
Era cuestión de ver el vaso medio lleno.
Medio lleno de ilusiones, de recuerdos, de risas, para poder tener hueco suficiente para guardar los que vendrían.
Medio vacío.
Medio vacío de añoranza, de tristezas. Medio vacío de distancia.
También vi lo que les pasaba a ellos.
Se les pasó la vida, enamorados, jugando al perro y el gato. Buscándose los labios.
Sé que yo ni me atrevo, pero no dejes que nos suceda a nosotros otro tanto.
¿Quién llamó primero?
Nos miran y saben que nunca verán dos sonrisas más sinceras en ningún aeropuerto del mundo.
Que las despedidas y los reencuentros son dos de esos pequeños detalles de la vida que hay que aprovechar.
Que disfrutar. que hoy estamos aquí, y mañana...
mañana ni Dios dirá...
Y que cuando tu saltas, aunque tenga miedo, salto yo. Porque sí, porque contigo me siento valiente, porque con tus sentimientos, respiro, cada nuevo amanecer.
Vivo bebiendo vientos del oeste, inhalando otoños del sur, con Boston a nuestros pies.
Hace tiempo que pasamos a ser nocturnos, como los de Chopin pero sin tantas teclas de piano entorpeciendo, y con más surcos bajo los ojos.
Hace tiempo que nuestros aviones suprimieron los embarques programados.
Que cuando me persigues y me dices que me prefieres sin maquillaje yo te prometo no salir corriendo.
Que soñamos con recorrernos la ruta 66 o cogernos en el último de los vuelos a Ámsterdam.
Yo solo sé hacerlo si es contigo.
Que ahora vivimos en la misma ciudad, y el ecuador nos queda lejos.
Que ni nos conocemos y ya te echo de menos.
Puede que nos miremos y suceda todo.
Que te enamores de mi, como cuando decidiste que ella sería tu princesa y salió rana.
Puede que seamos de una noche, o de media vida.
El caso es que quiero intentarlo.
Saber que muero matando.
Lunes
Lo cierto es que, aunque quiera negarlo nunca te marchaste de mi cabeza.
Nueva tinta, nuevas promesas y, tú y yo sin llegar a ser nada.
Llévame a ver las estrellas, a aquel parque de la foto.
Llévame y te prometo que tendrás mi silencio. Que las malditas mariposas no volverían a causar tornado alguno sobre nuestros antípodas.
Quiéreme los domingos. Es mi día vulnerable.
Es el día en el que todo puede pasar, en que la vida continúa, y empieza de nuevo.
Todo a la vez.
Quisiera estar segura, segura de que no podemos hacernos daño,
de que el amor nos ganará nuestra partida
y tendremos que volver a sacar un cinco en la casilla de salida.
Me gustaría. Sólo me gustaría verte, quizás hablar un rato, compartir un momento de risas que quede para el recuerdo y pasar a ser la reina del tablero de ajedrez de tu vida.
La reina para dejar que te proteja, que pueda mover ficha de aquí a la luna, ida y vuelta.
Para que, si algo sucede, menos duela.
Y llega el lunes de fiesta.
Fiesta entre libros y con la cabeza sin encontrar, sin conversaciones de remesa.
Y tú no estás- tampoco me necesitas.
Quién pudiera...
Déjame verte dormir antes de que me llame Morfeo.
jueves, 15 de octubre de 2015
Aurora boreal sobre tus alas
Quiero llegar a ver ese cielo tras mis ojos.
Hay muchas fotografías, pero aquellos que realmente han sido testigos de ese accidente de la naturaleza afirman que es imposible describirlo con palabras.
Creo que allí se acaba la vida.
Que toda su luz y sus colores son los que veremos una vez llega nuestra hora.
¿Estáis vosotros ahí? ¿Se ve tan alto como desde abajo?
Nacho, quería preguntarte cómo lo haces, como haces para no arrancar tus alas y volver a pisar tierra firme.
¿La ves sonreír lo suficiente?
Quería saber cómo estabas, si se está cómodo, si da miedo, o respeto, o algo...
Si se siente.
Me dirijo a ti porque si, porque podrás leer esto y lo harás.
Me dirijo a ti porque me pareces un ejemplo de superación, de los de verdad y no de los que leemos en las novelas.
Por favor, manda un beso a todos los que me quedan en la cabeza, a esos que no dejaré salir por nada del mundo.
Me resulta patético esto, ¿no?
En el fondo sé que me escucharás, sea como sea.
Aunque no sepas quien soy.
Pero siento que una parte de mi se estremece cada vez que se apaga una vida.
Y necesito respuestas. Siento que se me va el aliento. Las lágrimas me vuelven a resbalar.
Qué le vamos a hacer, soy de lágrima fácil.
Me gustaría pedirte un último favor: llévame a ver las luces de la aurora boreal. Aunque sea en sueños. Cógeme de la mano y enséñame a volar con tus alas. Haz que me sienta libre y que tenga la sensación de que esa libertad no va a acabarse nunca.
Y mírala a ella, lo bonita que se pone cuando el brillo de tu recuerdo le llega a los ojos.
Llévanos en sueños
y no nos sueltes.
Cabeza y corazón
Volemos un Martes y 13 a las cinco esquinas de tu risa.
A veces, me pregunto hasta donde llega la inmensidad del universo y me siento tremendamente minúscula.
Y hace frío, y no me importa.
A veces, me gusta encontrar demostraciones de cariño pintadas en la pared.
Y pisar charcos para dejar de ver mi reflejo en una película de agua.
A veces, miro atrás y pienso qué sería de mi sin cada vida que ha escrito mi camino de su puño y letra.
Y no me arrepiento, porque eso de arrepentirse no lleva más que a una calle sin salida.
Sin salida y sin ti.
Creo que a veces se me olvida ser consciente, y olvido por olvidar lo bonito de la vida.
Y cuando me siento vacía, se me olvida pensar.
Estoy cansada de coger aviones que llevan a ninguna parte.
De dormir en los lados de tu indiferencia y de hacer de las ilusiones mi mundo maravilloso.
Se me rompió la confianza de tanto uso y la amnesia del recuerdo ha vuelto a aparecer.
En otra vida sé que sabía tocar el piano. Que las teclas blancas y negras eran mi vía de escape los viernes por la noche.
En otra vida, sé que tu estabas a mi lado, y en otros sueños.
En otra vida seguía siendo yo.
Y me parece curioso.
Curioso el poder de la mente humana.
Ahora que han cambiado las eras, que nuestra parte animal está enterrada bajo tierra y,
que la mente nos maneja como marionetas sobre un escenario.
Ahora, es todo distinto.
Y mi mente me lleva a mil lugares sin poder sentirlos bajo las yemas de mis dedos.
Y ya no siento frío, ni calor.
No veo el sol por la ventana.
Ya no siento. Solo pienso.
Y me pregunto si realmente merece la pena.
Si debemos dejarnos llevar por el poder de la inteligencia,
o si deberíamos estudiar experimentalmente el efecto de la risa en nuestra cabeza.
lunes, 12 de octubre de 2015
Pernoctar
domingo, 11 de octubre de 2015
La loca por los domingos
Los almaceno, superando a Diógenes, en el centro de mi memoria, justo en el centro.
Es cierto que son vividos por infinidad de personas, pero son míos
-mis instantes.
Con ellos voy formando retales de un carnaval que aún no he vivido ese febrero,
otras tantas tardes de marzo, con regalos por abrir; y muchos inviernos de reencuentros.
Y los que nos quedan.
Me encanta coincidir en la vida con ellos, y que nuestros caminos, se crucen, se mezclen, se trencen.
Que formen una única forma de vida, y que en ella las risas estén aseguradas.
Estamos llegando a un punto en el que los minutos se pierden sin pensar.
Seamos claros, si vamos a perder minutos, que sean de manera consciente, "sin darnos cuenta".
Que si los perdemos, consigamos ganar otras cosas para que así la balanza del mundo quede equilibrada.
Me confieso soñadora, un paso atrás de todos mis buenos momentos. Me gusta verlos de lejos, aunque me pellizquen el corazón.
Y sentir que formo parte de algo.
Me gustan los recuerdos, y que se te queden en los bolsillos de cada abrigo.
Es una forma bonita de recordar,
sacando cada invierno del armario infinitos recuerdos de momentos inmejorables.
Puede que sea que es domingo, y mi cabeza da más vueltas de la cuenta.
O que la nostalgia nunca- y reitero ese NUNCA- se cansa de llamar a mi puerta.
Pero sigo pensando que el sentido de la vida no se ha perdido del todo, y el romanticismo tampoco.
Que hay muchos como yo, que preferimos lo analógico.
Que nos decantamos por una sonrisa, a cualquier hora del día,
o por un abrazo infinito.
Por uno de esos que se deshacen en restos que terminan cayendo en los bolsillos de tu abrigo.
sábado, 10 de octubre de 2015
Actor de profesión
Cuenta la leyenda que los hombres de luna llena nunca se dejan ver por los bares una vez salido el sol. Que el ruido de sus cristales es su mejor cantar. Que el carmín de unos labios susurrantes es una venta al mejor postor. La última pieza de una subasta. Cuenta la leyenda que las voces que oímos en nuestras cabezas eran ciertas y que el rollo de película hace tiempo que se gastó. Ya va todo digital y el romanticismo se ha perdido. Cuentan que a las estrellas solo les miman los cantautores y que aquel fue el primer actor que amó. Noche fría de entretiempo, de esas en las que piensas que lo vas a pasar bien pero sin demasiadas expectativas.
Noche sin planes, siempre las mejores.
Cena con los amigos. Tras la obra.
Cómo te gustan los aplausos, darle vida a personas que hace tiempo que la perdieron, a ideas de las más ilustres mentes y todo,
ante cuatro focos.
Cómo te gusta sentir y ser sentido, los lunes a las diez de la noche cuando las farolas de Madrid se van encendiendo una por una.
Cómo adoras la capital en otoño, cuando cada cual regresa a duras penas a la rutina y tu te quedas de espectador de tantas vidas.
Cómo te gusta un paseo lento, o un baile agarrado sin dar ningún traspiés.
Bajas las luces de la capital y te pierdes bien acompañado hasta las puertas de cualquier garito.
Noche de viernes en cabeza soñadora.
Sale de fiesta, a divertirse y en ese momento eres inconsciente de que con ella va a comenzar tu noche.
Tequila en barra, doñas dos de madrugada. Mismo bar de Madrid.
Las ganas y el tiempo acompañan, y lo vuestro siempre ha sido perderos sin querer encontrados del todo. Sois de esos que piensan que para lágrimas ya existen las de alegría.
Tú tan dejándote llevar y ella tan me pierdo en el fondo del culo de un vaso-sin nadie a quien mirar.
Dentro hay ambiente y a tus amigos ya les causan estragos las cañas de la cena.
La ves, al fondo, junto al espejo.
Te ha llamado la atención.
Te acercas a ella.
Mientras, la escuchas reír. Y su risa dice tanto que parece que ya la conoces cuando no has visto más que las ondas de su pelo.
Primera, después de olvidar otro desafortunado invierno.
Allá vás.
Intentas evitarlo, seguir levantando muros sobre tu corazón enamorado pero, la curiosidad-la misma que dejó al gato en el peor de los finales-puede contigo.
¿Quién es? ¿Por qué sientes que tienes que conocerla?
Pides dos copas.
El psicólogo de los alcohólicos no calla, tampoco ha dejado de observaros ni un solo segundo y sabe que esta noche, os despediréis de él de la mano. Nunca suele equivocarse en cosas tan brujas, desde hace ya algunas lunas.
Ella se da la vuelta. Te mira y parece que te estaba esperando. La saludas. Dos besos.
Disimula muy bien, no te has dado cuenta de que ella ya te conocía.
-¿Cómo te llamas?- Te pregunta.
-Álex. Encantado.- Dices con una sonrisa. Primera que conoces que no suspira por tu sonrisa. Alargas hasta sus manos la copa que pediste de excusa para conocerla. Ella suspira sin que la veas. No te ha dicho su nombre, y parece que va a seguir manteniendo el misterio.
-Te la debía.- Dices.
Ella abre los ojos desmesuradamente.
-Por no acercarte a mi.- Aclaras.- Eres la primera.
-¿Tanto te quieres? Modesto, baja, que subo yo. Ni que fueras modelo o actor.
Sonríes. Claro que lo eres. Es tu profesión. Y con ella, por mucho que te guste, dejaste hace tiempo de creer que el amor y el arte pueden llevarse a las mil maravillas. Siempre se siente pero con alguien diferente.
-Es cierto. Soy un poco presuntuoso.- Susurras entre risas.
Te gusta. ¿Quién lo diría? Es alguien de quien no tienes que escapar por miedo a que te haga una foto y se entrometa en tu privacidad, alguien que desde que ha empezado a hablar, no se ha callado. Alguien que quiere bailar.
Una chica curiosa y avispada que no quiere más que disfrutar otra noche madrileña.
Te diviertes con su risa. Piensas que es la más bonita que has escuchado en meses, cuando ella desapareció de tu vida.
La juventud respira por los poros de su piel y te encaprichas de la esquina derecha de su cuello cuando ves el ritmo frenético de sus pendientes largos.
De lejos descubres a tus colegas. Se ríen y os señalan. Mañana solo recordarán el dolor de cabeza.
Segunda copa. Esta insiste en pagarla ella. Dice que ahora si que te la debe, y que ya puede desaparecer sin que hagas preguntas. Que estáis en paz.
Giros de taburete mientras os relatáis dos vidas distintas en la penumbra.
Poco a poco vas descubriendo que la vida va más allá de tu pasión por el drama. Que la vida real existe, y que tú también estás hecho a su medida. Que puedes vivirla tranquilo, a pesar de los gritos de tantos.
Poco a poco te das cuenta de lo que te encantan las cosas sencillas.
Billar. Ella dice que no sabe jugar pero te da una paliza.
Te quedas ahí parado, con tu cara de tonto. Sin saber más que maldecir no haber puesto más en práctica los consejos de tu padre- conquístala desde abajo, con la cosa más nimia, después dejará de ser insignificante para volverse enorme.
Crees que no pasan las horas cuando ella dice que es hora de volver a casa, que sus amigas se fueron y debería marchar.
Y no puedes. Los frenos no te funcionan. La besas antes de que se escape cual cenicienta tardía sin decirte donde.
Una noche más. Para el recuerdo.
Veis Madrid amanecer de camino a casa.
Y te acercas a su oído.
-Billar, ¿y lo que surja?
-Vida, y lo que surja.- Te responde.
A partir de este amanecer tendréis que acostumbraros a ser compañeros de sueño en una cama de noventa.