martes, 29 de diciembre de 2015

Martes de tus ojos mienten

Por volver a ver amanecer desde la esquina en aquel andén.
Los primeros de mes siempre fuimos más felices.
Por más lunas como esta, llenas.
Por vivir enamorada;
De la vida, de tu risa, de mi almohada cuando llegamos de la noche que nos debíamos sin dormir y no queremos hacer nada.
He visto princesas de cuento que llevaban la corona con menos elegancia que tú. Las he visto amanecer con la luna en el fondo de la botella.
Y las vi llorar, y pisarse el vestido.
Solo te digo que nunca es tarde.
Que siempre hay tiempo para una última bocanada de aire.
Que los cuentos son reales si sabes cómo contarlos.
Que hace tiempo que escuece el recuerdo, pero ya no duele.
Y yo no me llevo bien con el olvido-o mas bien al revés. Es él quien no acepta mis regalos, quien no me invita a olvidar mis recuerdos.
Solo me queda suplicarlo.
Desaparece, o hazme desaparecer.

   a K.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Un veintiuno

Me abandonó el otoño.
Y llegó el invierno a golpes de bruma cuando Tontxu me susurraba el 'que fue aquello' al oído.
Y me recordó que nos volveríamos a ver si ambos lo deseábamos muy fuerte, muy lento. Que los silencios entre nosotros siempre tuvieron sentido.
Y que dentro, me ha crecido un miedo inmenso a que me vuelvas los ojos cuando nos volvamos a encontrar.
Me recordó que los azules no sólo eran del cielo y que los pasados no son más que cimientos de un futuro incierto.

Realmente necesitábamos este cambio, cambio que para bien o para mal nos convirtió en distintos.
Ella ya nunca me llama los jueves por la tarde. No queda nada de las horas colgadas al auricular de teléfono. Hemos crecido y ya tenemos cosas más importantes que hacer.
Los del parque dejaron de responder a mis mensajes.

Pero he ganado.
Ganado en años, en experiencia. He ganado caras que le vi a la luna cada noche que la oí llorar.
He ganado visas nuevas de madrugada, risas sin sentido y compañía. 
He sumado nostalgia a los años, con los dedos de las manos, con las teclas del piano.

Y no dejan de ser cambios, que no requieren explicaciones, personas que un día te dieron tanto y te regalaron sentido y lucidez, y que hoy, viven.
Viven paralelamente a ti,  sin juntar un camino que te empeñas en continuar.
Y que puede que solo sientas que has cambiado tú. O que realmente haya cambiado el mundo bajo tus pies y tú...tú sigas dando los mismos pasos al levantarte a las seis.

(Barcelona, nit d'hivern)

martes, 15 de diciembre de 2015

Astronauta de tus lunares

Fueron mis prisas y mis ganas locas de tocarle el culo a la risa las que me han empujado a querer descorchar nuestros amaneceres y servirlos en una copa de caba.
Aquella noche de martes, heló.
Y tenías el cinturón de Júpiter amarrando por cada línea de tu cadera. Era mirarte y no acabar de ver tu silueta, de espaldas, como cada 15, en el reflejo de un espejo de tocador.
Tenías tantas ansias de beberte la brisa, que cuando el tren llegó al andén, a menos cinco, como siempre en hora, tú ya tenías el rumbo a Madrid. Y la polvorosa había volado de tus pies.

Puede que nunca sepa más que eso de ti.
Puede que tú no te conformes con tan poco que fui capaz de ofrecerte.
Pero para mí fue suficiente.
Suficiente para querer conocerte cada Abril de invierno, cuando el sol se debatía entre entregar su legado a las nubes, o salir corriendo.

Cada asteroide de tu inmenso planeta brillaba como una estrella sobre tu piel.
Y tú querías bajar a bailar, volar al sur y desenredar todos los recuerdos de un solsticio para colgarlos en tu propio árbol de Navidad.
Querías proclamarte libre. Poder pensar que los mil colores de tu paleta de acrílicos podrán tapizar el cielo de cualquier atardecer que pasamos juntos.

Eras de las que quería seguir a Amstrong dando traspiés con la venda en los ojos. (Qué manía-la tuya- de esconder dos espejos del alma.)
Amstrong.
Seguirlo a toda costa.Tanto a músico como a astronauta.
Siempre quisiste ser la balada triste de trompeta de sus tardes de otoño, y acompañarlo en el trayecto hasta la luna que durase mínimo diez años-luz.

Es verdad que te ofrecía poco. Pero es que las bombillas de mi cabeza ahora son de bajo consumo. Y tardan algo en dejar ver toda su luz. Perdóname por ello.

Pero he cambiado.
Estoy dispuesto a desempolvar aquella huella que planté en el rincón más descubierto de tu Júpiter.
No pienso perder la octava maravilla de mi mundo.
Y he decidido que de mayor quiero ser astronauta de tus lunares.
Y seguirte sin gravedad, por las calles de Madrid.
De Madrid al cielo.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Luna azul

Tú tan déja vu diciendo 'esto ya lo he vivido', y yo tan Murphy cayendo sin confirmar la excepción que cumple la regla, cumpliendo esa regla.
Tú tan me dejo querer un rato y yo, queriendo tan fuerte que duele.
Yo ying y tú yang.
Tú cielo y yo suelo.

Me pregunto si algún día brindaremos juntos por la vida, si sabremos agradecer que los caminos se enreden a placer y que nos haya tocado coincidir más que nunca esta noche de luna creciente.

Tú tan 'me voy de vacaciones a París', con su luz y su amor por bandera; y yo tan no salgo de casa, de mi cuarto, que no llego, que no puedo que no debo.
Y me desvelo.

El día que dejemos de ser tan tú y tan yo empezaremos a disfrutar. Nos sacudiremos los prejuicios, las historias, los cuentos.
Que tantos cuentos, tan bien contados solo auguran un mal final.

Final tan nuestro.

La noche que empecemos a sentir por los ojos, a ver con los poros de la piel- esa en la que la vida se nos escape a sorbos bajo una copa de vino.

Será la noche de las cosas que no nos dijimos.


(María Valverde, Mario Casas- Tres metros sobre el cielo)

domingo, 29 de noviembre de 2015

Fenómenos

Y nuestro juego era perdernos en  la niebla.
Esquivar a los problemas pasando de puntillas por la tangente y pensar que la vida siempre podía ser mejor.
Pensar en ella como algo lejano, etéreo.
Sin darnos cuenta de que estamos inmersos en ella. Hundidos en el fondo de su copa de cristal.
Somos sus marionetas y mueve nuestras cuerdas a su antojo.

Nuestra estrategia era compadecernos. Darnos pena a nosotros mismos. Sin saber que la vida no pasaba en balde.
Nuestra idea fue querernos sin querer.
Y no nos salió tan bien.
Nuestro corazón fue del tiempo..
Él nos colocó en este lugar, a la misma hora.
Juntos.
En un instante que nos hizo coincidir.

Pero nadie nos había dicho que siempre llega el momento en el que la niebla se disipa, y lo de perderse se queda en un recuerdo del pasado, en una emoción a flor de piel una tarde de otoño, con lluvia.
Nadie nos dijo que el tiempo no tiene dueño, que a si solo se pertenece.
Nadie nos dijo que en la niebla no podríamos ni vernos.
Y nosotros sin querer verlo.
Nosotros siempre tan ciegos.


(Niebla en Compostela)

sábado, 28 de noviembre de 2015

Funambulista

Otra noche más
para la vida, para el recuerdo.

Salieron las estrellas de paseo y retornaste con tu magia.
Nos acompañaron algunas gotas de lluvia fina, que no mojaron
ni las ganas ni las sonrisas.
Volviste a hacer de Compostela el sitio perfecto.
Y cuando la luna decidió sonar, tu borraste sus defectos.

Volviste a ser tú.
Y a enamorar, y a sentir tan profundo
Y a bailar, bajito y lento.

Tu noviembre siempre triste no nos impidió ser felices otro viernes.

Robaste con las cuerdas de tu guitarra varios corazones.
Y luego te dio por reír. 
Y por mirar.

Y sentiste más que todas las vidas que te rodeaban,
y no dudaste.

Gracias Diego, por hacer de esta noche otra más.
Por ser así, por compartir.

Gracias porque tus ganas se llevan a las mías de calle
y no puedo más que prometerte volver a verte pronto.

Por levantar esa copa de vino, y brindar a tu suerte.
'Volver a empezar'


(Ella y Diego, Concierto en Santiago- Dulce noviembre)

martes, 24 de noviembre de 2015

¿Y si te fijas en las pequeñas cosas?

¿Y qué quereis que os diga?
Odio los pies frios, las mañanas de los lunes.
Odio el gris, si no es en escala de colores. 
Odio que me corten las alas en cada final de un sueño,
no poder pasar más que del suelo.

Odio que el tiempo pase lento cuando tengo las ganas a flor de piel,
y que pase también rápido cuando nos sentimos tan bien.
Y que la lluvia me moje la cara, y que la vida no nos busque más las cosquillas
y los instantes de reír a carcajadas.
Odio cuando me dicen que no tengo razón, y odio no saber reconocerlo.
Odio que ahora se decida que "pareja" es un término manido y arcaico.
Que hace tiempo que cayó en desuso y en olvido.
Y odio el olvido, la memoria selectiva, y la fotográfica.
Odio la memoria, a corto y a largo plazo.
A corto, porque se escapa de mis dedos, no me recuerda ni a mi, unos pocos besos más tarde.
A largo, porque me recuerda lo que duele, me invita a coser mis propias cicatrices sin alcohol ni ninguna sustancia que se lleve a la ingenua de mi cabeza a otra parte.
Dolor.

Y sin embargo, me encantan tantas cosas.

Me encanta que el tiempo pase. Así, simple y sin más.
Porque cuando pasa, mi vida fluye, se choca, se resquebraja y tengo que recomponerla.
Porque así me siento viva.
Me encantan los domingos. A todas horas.
Y las sonrisas furtivas.
Esas producto de nuestros recuerdos o de una imaginación desbordante.
Adoro incluso las que se sacan pensando en ese alguien,
alguien que solo vive de manera virtual porque os separan los kilómetros y
no tenéis el coraje necesario para juntar vuestros caminos
en el punto de fuga de una perspectiva caballera.
Y que salga el sol y yo esté esperando para verlo, con cara de sueño.
Con sueños despiertos.

Me encanta que vivamos en un mundo en el que somos perfectamente imperfectos. 
Y me encantan todos mis días contigo.


(Amanece por el sur. Casa.)

jueves, 19 de noviembre de 2015

Siempre fui de bronce


Sentí que era su momento. De ellos dos. Que no podia llegar yo y entrometerme e irrumpir, como la primera ola de la tempestad cuando esta el mar en calma.

Que en cosas de pareja, una tercera persona siempre llega sobrando.

Sobran sentimientos, explicaciones. Sobran hasta las canciones cuando es solo uno quien las imagina y no las comparte.

Sobra la tercera.

La persona que hace espectadora en el cine de Princesa.

Sentí que era a mi a quien le tocaba huir aquel día por la salida se emergencia.

No se si fueron sus voces, en tono de confidencia, si los susurros, si las miradas o, incluso, las risas huecas.

Lo que sé es que me encontraba ante la persona perfecta en el momento equivocado.

Momento en el que él ya tenía a su ella. En que me daba la espalda.

Momento en que me había advertido que aquella vez no se daría la vuelta.




Mes yeux, tes yeux

Estamos en otoño y las mariposas no terminan de desplegar sus alas.

Ya no habrá mas catástrofes naturales, el hombre se ha encargado de sustituirlas, de ganar todas las batallas perdiendo su guerra propia, contra él mismo.


Hoy el francés suena un poco mas triste. Y el viernes 13 se queda una vez mas grabado en nuestra memoria.

Quien es el que se empeña en dotarlo de mala suerte. Quién.

Una mañana más cientos de personas se levantaron sin ganas, sin saber que debían disfrutar un último día.

Sin darlo todo.

Y llego la noche y salieron las estrellas bajo el cielo de Paris.

Y todo fueron risas, todo canciones.

Hasta aquel grito helador, hasta la explosión y los disparos.

Todo era rosa hasta que llegó el caos.

Ese caos que sucede en cada parte del mundo una vez cada 10 minutos pero que solo importa cuando nos explota en la cara. Cuando lo vivimos de primera mano.

Miles de ojos se apagaron con las estrellas la noche del martes y trece. Miles de veces ha sonado la Marseillesa en el Bistro de Mont Matre, en bucle.

Pero ya no habrá nada que remiende los corazones, ya no.

Solo nos queda pasar el duelo de manera distintas, con las ganas de vivir que robaron a todas las almas de aquel 13 de noviembre.



domingo, 8 de noviembre de 2015

La chica del pañuelo rojo

No he visto en mi vida más gracia al caminar
que la de la chica del pañuelo rojo.

Ya la he observado alguna vez- en mi rutina.
Va a la clase de las mariposas.
Se mueve cerrando cremalleras
y permitiendo que mi imaginación se deje llevar.

Ella vuela sola, sin alas.
Es experta en sorprender.
No necesita ni el susurro de los árboles,
ni las rendijas de las persianas.

Y que la tristeza me invada si no la veo saltar las líneas blancas del paso de cebra,
es algo que solo me pasa a mi.
Si no me la encuentro bajo la sombra del edificio de enfrente, mis días son más grises que las nubes de la ciudad universitaria.
Que no me llegue el aroma de su pelo cuando se mueve bajo las letras de las canciones,
eso me mata.

Que la extraño.
Y se me va la vida, y la cabeza.

He aprendido a vivir a milésimas de segundo
y me ahogo cuando pienso en el futuro.
Porque solo quiero vivir en presente, con un 'vivo' alto.

Quisiera ser parte de su piel, y quedarme a vivir al lado izquierdo de su décima vértebra.
Y me falta el aire.

Nunca nadie me dijo que la mayor traición sería la del corazón.
Nadie me dijo que cantar vis a vis sin su voz
no sería más que un cuento.

Me consuelo pensando que tengo varias sonrisas bonitas a mi espalda, que las rubias me susurran a los oídos.
Me consuelo al pensar que nunca me faltarán ellos,
mis amigos.

Pero yo la sigo prefiriendo a ella,
entre un millón.

Espero que coincidamos pronto, 
chica del pañuelo rojo.
Y que sea en domingo.

a Mb.

(Clint Eastwood)

martes, 3 de noviembre de 2015

Cómo están sin n y un centímetro menos de fotografía

Qué gran diferencia que le da una letra a la palabra. Simple maquillaje para referirme a tantos, pensando sólo en ti.
Preguntar cómo están, queriendo quitar la ene. Ene de nunca, de 'no podremos vernos más', ni ser. Ene de 'no sería lo mismo sin ti'.
Qué mal te sientan los domingos, cuando tienes que mentalizarte, contemplar la vuelta como forma de vida, y despedirte de lo que es tan tuyo.
Qué melancolía te invade cuando descuelgas el teléfono para oírme reír. Y qué bien lo disimulas.

Qué diferente puede ser borrarle un único centímetro a una fotografía,- en horizontal, como nuestra puesta de sol-que pasemos de ser tres, a ser solamente tú y yo. Y soñar con ello.
Qué destrozo que hace la distancia a los corazones. Los arrasa, los ahoga y luego no deja ni las ruinas.
Y nosotros pecamos de arqueólogos valientes, sin saber que en esta excavación no hay restos valiosos.
Qué necesitado que estás de besos  en el cuello, de caricias a tu espalda, de noches sin dormir y mañanas tras las sábanas.

Necesitamos un concierto intenso los domingos. De cualquier cantautor que le vendiera el alma al diablo, cualquiera que sea capaz de cargar eléctricamente mis cables de alta tensión, y que te deje que me saques a bailar lento.
Y más fiestas de estas de los lunes.
Con semanas laborables de solo cuatro días. Que tengamos que trabajar, pero no tanto.
Y un fin de semana largo, de tres -días- para dos.
Nos hace falta un martes de diario, de ritmo frenético,
un miércoles de cine, de películas hasta la madrugada,
 un jueves de copas, sin árboles sobre los que apoyarse.
Necesitamos un viernes romántico, y a la vez divertido. De empezar en el aire, y acabar en el suelo.
Y que el sábado no nos despierte hasta bien entrada la mañana. Con desayuno con diamantes.

Definitivamente, necesitamos ver amanecer todos los domingos,
desde el tren, desde el Pedroso, desde el mar.

Nos necesitamos.
Aquí y ahora.


a él.
(Carey Mulligan, Andrew Garfield- "Never let me go")


sábado, 31 de octubre de 2015

Viaje de perseguir sueños

Llevo tiempo viviendo una batalla que no me pertenece. Una guerra en la que intento salir de las trincheras, de la retaguardia, y colocarme al frente para hacerme valer.
Pero no puedo competir con él-
No puedo competir con que fuera el primero,
con que sea él que le enseñó cómo latirse el corazón.
Con el que le quitó el miedo a ser cobarde, y el que sacó su sonrisa a pasear por el retiro por vez primera.

Llevo años intentando que me mires igual, pero que me mires.
Que abras los ojos cada mañana y sientas que conmigo no te falta nada.
Que me digas al oído que nunca vas a salir por la puerta de emergencia,
que el desengaño y la soledad son metáforas de la vida, y
 que años luz tendrán que pasar para alcanzarnos.

Y luego te miro, y me enamoro con cada golpe de tu pestaña
y sin ti, me siento nada. Si es que la nada existe.
Y sueño, sueño grande, sueño inmenso
y luego te veo
y me doy cuenta de que no necesito soñar.

Que los mios ya se cumplieron cada vez que paseamos por la capital
cada marca roja de tus labios sobre mi cuello
O, cada carcajada que te arranco con un nuevo acorde de guitarra.

Que el sol me tiene envidia, los días de verano
y las nubes, los de invierno.
Que el norte no pierde el sur si yo corro tras tus pies.

Pero ya no tengo miedo ¿sabes?
Alguien me dijo, una vez, que las personas que cuentan de verdad 
son las que se quedan,
las que no lo dan todo por perdido.

Y ahora estamos aquí, haciendo del mundo un lugar nuestro
por las calles de Madrid.

Que es cierto, que él fue el primero,
Pero yo decidí quedarme,
sacar tus alas al cielo.

    a L.

(Barcelona, nit d'estiu)


Descubrí qué era 'saudade'

Hacía mucho que no llamabas a la puerta de mis sueños, y hoy te has colado sin darme cuenta.
Es cierto, te echaba de menos.

Pero no he disfrutado, aunque fuera un sueño y supiera que por la mañana no estarías, no he disfrutado.
Has llamado a mi subconsciente para pedirme una vuelta al pasado, a todo aquello que nos dimos, en su día.
Y me he sentido morir cuando tus labios intentaban dejar marcas de fuego sobre mi piel, cuando tu sonrisa volvía a ser la misma pícara que conocí aquel invierno.

He querido que todo se acabara y que por una vez nuestras vidas no se hubieran enredado tiempo atrás. Por aquello de que te extraño, por no saber si estas bien, si tan si quiera me recuerdas.

Por vivir alimentando unos sueños que ya no son nada.
Por ti y por mi.
Espero que estés siendo feliz.



martes, 27 de octubre de 2015

Un juego de niños

Éramos la única vida del mar muerto. Eramos nosotros dos, solos.
La lluvia no ha podido mojar más nuestros sueños.
Ella no sabía que éramos impermeables.
La lluvia oscureció el color de la vida, y fuera...
Fuera nuestro corazón habría dejado de latir.

Porque el poder de la mente nos aleja, por qué.

Nos cubrimos de sal, y por más que quisimos hundirnos nunca fuimos capaces.
Se nos olvidaron todas las leyes de la física, todas las que podían regir nuestros cuerpos.
Desafiamos a la realidad, sin caer, cayendo.
Y el tiempo, por mucho que lo retrasamos, no se nos hizo eterno, ni siquiera se paró.
Pasó y nos dejó en las pestañas algo de arena del desierto.

Es cierto,
Hoy es otro día propuesto para la libertad, para la fortaleza.
Hoy no hay lugar para el miedo.
Y por no haber, ni habrá pereza.

Hoy es el día de los amantes de las cosas imposibles, de la de los labios rojos, hoy es ahora, y el mañana no dura siempre.
Hoy vinimos pisando fuerte después de desafiar incluso a la muerte.


                               (Rachel Hurd-Wood, Jeremy Sumpter -"Peter Pan")



domingo, 25 de octubre de 2015

Contigo

Me encanta seguir con la mirada el ritmo frenético de la vida.
Y más a las siete de la tarde, con la luz más bonita filtrándose entre mis pupilas.

Me paro en mitad del lugar y respiro hondo. Deseando que todo llegue antes, impaciente.
La música sustituye el ruido de la vida. Y pasan miles de huellas a mi lado, sin saber si algún día, otra hora, volveremos a cruzar una etapa del camino.

Noviembre amenaza con hacer de las suyas, con caer ilusiones con todas las hojas del suelo. Noviembre amenaza con amanecer amarillo.
Y aqui estoy yo frenando octubre.

Desde la ciudad más bonita del mundo, espero que pases a buscarme, a esas siete. Cuando la luz se convierte en nuestra, cuando la luz me deja ver el brillo de tu sonrisa.

Y entonces amanece, y tú y yo somos mucho más nosotros que ayer. Y en los aeropuertos ya no quedan vuelos cancelados, ni en las estaciones, trenes perdidos.
Únicamente quedan vidas viajantes, a una deriva de un mar de cristal, de un mar etéreo. Del mar que depende de nosotros.

Me encuentro entre las cuerdas de tu guitarra. Y este ring me viene grande. Enséñame a pelear, a pegarle en la cara a los problemas.
Deja que te pise los pies un poco más mientras la música nos dance en los oídos.
Y hazme reír, sobre todo eso.
A nuestra luz.


(Patrick Swayze, Jennifer Grey- "Dirty Dancing")

sábado, 24 de octubre de 2015

Mentiras piadosas



Cómo quieres que no me deshaga si te conoces a la perfección cada una de mis debilidades.
Te conoces todos mis temblores de rodilla, cada paso de baile y me declaraste amante de las madrugadas.
Mientras tanto tú y yo lejos, y tú susurrando en palabras vacías lo que yo necesito escuchar. Y la luna hoy se despidió de nosotros, confesando que comenzaba su viaje al fin del mundo. Y nosotros no quisimos la escuchar, no quisimos dormir, sino soñar.
Cómo me susurras de esa forma al oído, y luego pretendes que me arranque el corazón, que no sienta, ni palpite.
Cómo, si yo te digo que cerca no me querrías, tú me llamas mentirosa. Y me dices que me quieres y me has querido siempre, cuando he estado y cuando no. En lo malo, en lo bueno e incluso en lo peor.
Y cómo pretendes que no busque tres pies al mismo gato que nos vio ser cómplices, si ni yo misma tengo la receta para hacer aquella tarta de cabeza.
Cómo quieres que no tache días en los calendarios, si son los únicos que- conmigo- te persiguen con la mirada y te quieren cerca.


lunes, 19 de octubre de 2015

Eras el de siempre, como nunca.

Ayer nos vi de película.
Todos los minutos con el corazón encogido para terminar con lágrimas.
Lágrimas de felicidad.

Nos vi en cada uno de los gestos de los protagonistas.
Deseándote cerca, teniéndote lejos.
Y cuando ves que un nuevo final se acerca, todo tu mundo se derrumba.
Tu te encoges, y lo primero que sale mal parado de la lavadora es tu maldito corazón.
No hay forma ni manera de arreglarlo.

Nos vi en cada madrugada, bailando juntos, nos vi bajo los efectos del tequila, que seguíamos siendo los mismos. Nos vi echándonos en falta, de menos.
Nos vi reír, llorar, nos vi "enamorarnos" y darnos cuenta de nuestros errores.
Nos vi sobrevivir en la inmensidad del mar, y ahogarnos en un absurdo vaso de agua.
Era cuestión de ver el vaso medio lleno.
Medio lleno de ilusiones, de recuerdos, de risas, para poder tener hueco suficiente para guardar los que vendrían.
Medio vacío.
Medio vacío de añoranza, de tristezas. Medio vacío de distancia.
También vi lo que les pasaba a ellos.
Se les pasó la vida, enamorados, jugando al perro y el gato. Buscándose los labios.
Sé que yo ni me atrevo, pero no dejes que nos suceda a nosotros otro tanto.

(Lilly Collins, Sam Claflin- Love, Rousie)

¿Quién llamó primero?

Y las calles de San Diego nos miran curiosas, piensan que qué pareja más extraña y extravagante recorriendo bajo sus huellas las calles de la ciudad.

Nos miran y saben que nunca verán dos sonrisas más sinceras en ningún aeropuerto del mundo.
Que las despedidas y los reencuentros son  dos de esos pequeños detalles de la vida que hay que aprovechar.
Que disfrutar. que hoy estamos aquí, y mañana...
mañana ni Dios dirá...

Y que cuando tu saltas, aunque tenga miedo, salto yo. Porque sí, porque contigo me siento valiente, porque con tus sentimientos, respiro, cada nuevo amanecer.
Vivo bebiendo vientos del oeste, inhalando otoños del sur, con Boston a nuestros pies.

Hace tiempo que pasamos a ser nocturnos, como los de Chopin pero sin tantas teclas de piano entorpeciendo, y con más surcos bajo los ojos.
Hace tiempo que nuestros aviones suprimieron los embarques programados.

Que cuando me persigues y me dices que me prefieres sin maquillaje yo te prometo no salir corriendo.
Que soñamos con recorrernos la ruta 66 o cogernos en el último de los vuelos a Ámsterdam.
Yo solo sé hacerlo si es contigo.

Que ahora vivimos en la misma ciudad, y el ecuador nos queda lejos.
Que ni nos conocemos y ya te echo de menos.

Puede que nos miremos y suceda todo.
Que te enamores de mi, como cuando decidiste que ella sería tu princesa y salió rana.
Puede que seamos de una noche, o de media vida.

El caso es que quiero intentarlo.
Saber que muero matando.

(Dan Layus- Augustana)

Lunes

Vuelvo a pensar en ti.
Lo cierto es que, aunque quiera negarlo nunca te marchaste de mi cabeza.
Nueva tinta, nuevas promesas y, tú y yo sin llegar a ser nada.
Llévame a ver las estrellas, a aquel parque de la foto.
Llévame y te prometo que  tendrás mi silencio. Que las malditas mariposas no volverían a causar tornado alguno sobre nuestros antípodas.
Quiéreme los domingos. Es mi día vulnerable.
Es el día en el que todo puede pasar, en que la vida continúa, y empieza de nuevo. 
Todo a la vez.
Quisiera estar segura, segura de que no podemos hacernos daño,
de que el amor nos ganará nuestra partida
y tendremos que volver a sacar un cinco en la casilla de salida.

Me gustaría. Sólo me gustaría verte, quizás hablar un rato, compartir un momento de risas que quede para el recuerdo y pasar a ser la reina del tablero de ajedrez de tu vida.
La reina para dejar que te proteja,  que pueda mover ficha de aquí a la luna, ida y vuelta.
Para que, si algo sucede, menos duela.
Y llega el lunes de fiesta.
Fiesta entre libros y con la cabeza sin encontrar, sin conversaciones de remesa.
Y tú no estás- tampoco me necesitas.
Quién pudiera...
Déjame verte dormir antes de que me llame Morfeo.



(Jake Johnson, Zooey Deschanel-New Girl)

jueves, 15 de octubre de 2015

Aurora boreal sobre tus alas

Alguna noche quiero escaparme de casa en busca de la aurora boreal.
Quiero llegar a ver ese cielo tras mis ojos.

Hay muchas fotografías, pero aquellos que realmente han sido testigos de ese accidente de la naturaleza afirman que es imposible describirlo con palabras.
Creo que allí se acaba la vida.
Que toda su luz y sus colores son los que veremos una vez llega nuestra hora.

¿Estáis vosotros ahí? ¿Se ve tan alto como desde abajo?

Nacho, quería preguntarte cómo lo haces, como haces para no arrancar tus alas y volver a pisar tierra firme.
¿La ves sonreír lo suficiente?
Quería saber cómo estabas, si se está cómodo, si da miedo, o respeto, o algo...
Si se siente.

Me dirijo a ti porque si, porque podrás leer esto y lo harás. 
Me dirijo a ti porque me pareces un ejemplo de superación, de los de verdad y no de los que leemos en las novelas.
Por favor, manda un beso a todos los que me quedan en la cabeza, a esos que no dejaré salir por nada del mundo.
Me resulta patético esto, ¿no?
En el fondo sé que me escucharás, sea como sea.
Aunque no sepas quien soy.
Pero siento que una parte de mi se estremece cada vez que se apaga una vida.
Y necesito respuestas. Siento que se me va el aliento. Las lágrimas me vuelven a resbalar.
Qué le vamos a hacer, soy de lágrima fácil.

Me gustaría pedirte un último favor: llévame a ver las luces de la aurora boreal. Aunque sea en sueños. Cógeme de la mano y enséñame a volar con tus alas. Haz que me sienta libre y que tenga la sensación de que esa libertad no va a acabarse nunca.
Y mírala a ella, lo bonita que se pone cuando el brillo de tu recuerdo le llega a los ojos.
Llévanos en sueños
y no nos sueltes.


Cabeza y corazón


Volemos un Martes y 13 a las cinco esquinas de tu risa.

A veces, me pregunto hasta donde llega la inmensidad del universo y me siento tremendamente minúscula.
Y hace frío, y no me importa.

A veces, me gusta encontrar demostraciones de cariño pintadas en la pared.
Y pisar charcos para dejar de ver mi reflejo en una película de agua.

A veces, miro atrás y pienso qué sería de mi sin cada vida que ha escrito mi camino de su puño y letra.
Y no me arrepiento, porque eso de arrepentirse no lleva más que a una calle sin salida.

Sin salida y sin ti.

Creo que a veces se me olvida ser consciente, y olvido por olvidar lo bonito de la vida.
Y cuando me siento vacía, se me olvida pensar.

Estoy cansada de coger aviones que llevan a ninguna parte.
De dormir en los lados de tu indiferencia y de hacer de las ilusiones mi mundo maravilloso.

Se me rompió la confianza de tanto uso y la amnesia del recuerdo ha vuelto a aparecer.

En otra vida sé que sabía tocar el piano. Que las teclas blancas y negras eran mi vía de escape los viernes por la noche.
En otra vida, sé que tu estabas a mi lado, y en otros sueños.
En otra vida seguía siendo yo.
Y me parece curioso.

Curioso el poder de la mente humana.
Ahora que han cambiado las eras, que nuestra parte animal está enterrada bajo tierra y,
que la mente nos maneja como marionetas sobre un escenario.
Ahora, es todo distinto.

Y mi mente me lleva a mil lugares sin poder sentirlos bajo las yemas de mis dedos.
Y ya no siento frío, ni calor.
No veo el sol por la ventana.
Ya no siento. Solo pienso.

Y me pregunto si realmente merece la pena.
Si debemos dejarnos llevar por el poder de la inteligencia,
o si deberíamos estudiar experimentalmente el efecto de la risa en nuestra cabeza.

lunes, 12 de octubre de 2015

Pernoctar

Noche, pasadas las doce.
Domingo perdido y encontrado el lunes.
Y unos pasos de baile sobre el parquet. sin rumbo fijo, pasamos de Rosario a Sanz, temblamos entre confidencias con las cuerdas de Sabina.
Y se hace tarde y perdemos trenes.
Trenes que una vez significaron en canciones.
Ochentaycuatro veces gracias, desde Santiago a Madrid, con un pedazo de sur en mi corazon.
Noche de cuatro, de cuantos.
Por un puñado de besos qué seríamos capaces de cambiar.
Y con violines viajamos a Buenos Aires.
Y no hay nada como un puente, que cruce oceanos y me lleve a ti.
Y mejor si es colgante y podemos cortar cadenas.
Noche de descubrir voces bonitas, cuando sale la luna dándole un respiro a la lluvia.

A la luz de las velas,
no quemas.




domingo, 11 de octubre de 2015

La loca por los domingos

Me siento afortunada por robar tantos instantes con un solo click.
Los almaceno, superando a Diógenes, en el centro de mi memoria, justo en el centro.
Es cierto que son vividos por infinidad de personas, pero son míos
-mis instantes.
Con ellos voy formando retales de un carnaval que aún no he vivido ese febrero,
otras tantas tardes de marzo, con regalos por abrir; y muchos inviernos de reencuentros.
Y los que nos quedan.
Me encanta coincidir en la vida con ellos, y que nuestros caminos, se crucen, se mezclen, se trencen.
Que formen una única forma de vida, y que en ella las risas estén aseguradas.

Estamos llegando a un punto en el que los minutos se pierden sin pensar.
Seamos claros, si vamos a perder minutos, que sean de manera consciente, "sin darnos cuenta".
Que si los perdemos, consigamos ganar otras cosas para que así la balanza del mundo quede equilibrada.

Me confieso soñadora, un paso atrás de todos mis buenos momentos. Me gusta verlos de lejos, aunque me pellizquen el corazón.
Y sentir que formo parte de algo.
Me gustan los recuerdos, y que se te queden en los bolsillos de cada abrigo.
Es una forma bonita de recordar,
sacando cada invierno del armario infinitos recuerdos de momentos inmejorables.

Puede que sea que es domingo, y mi cabeza da más vueltas de la cuenta.
O que la nostalgia nunca- y reitero ese NUNCA- se cansa de llamar a mi puerta.
Pero sigo pensando que el sentido de la vida no se ha perdido del todo, y el romanticismo tampoco.
Que hay muchos como yo, que preferimos lo analógico.
Que nos decantamos por una sonrisa, a cualquier hora del día,
o por un abrazo infinito.
Por uno de esos que se deshacen en restos que terminan cayendo en los bolsillos de tu abrigo.


sábado, 10 de octubre de 2015

Actor de profesión


Cuenta la leyenda que los hombres de luna llena nunca se dejan ver por los bares una vez salido el sol. Que el ruido de sus cristales es su mejor cantar. Que el carmín de unos labios susurrantes es una venta al mejor postor. La última pieza de una subasta.
Cuenta la leyenda que las voces que oímos en nuestras cabezas eran ciertas y que el rollo de película hace tiempo que se gastó. Ya va todo digital y el romanticismo se ha perdido.
Cuentan que a las estrellas solo les miman los cantautores y que aquel fue el primer actor que amó.

Noche fría de entretiempo, de esas en las que piensas que lo vas a pasar bien pero sin demasiadas expectativas.
Noche sin planes, siempre las mejores.




Cena con los  amigos. Tras la obra.
Cómo te gustan los aplausos, darle vida a personas que hace tiempo que la perdieron, a ideas de las más ilustres mentes y todo,
ante cuatro focos.
Cómo te gusta sentir y ser sentido, los lunes a las diez de la noche cuando las farolas de Madrid se van encendiendo una por una.
Cómo adoras la capital en otoño, cuando cada cual regresa a duras penas a la rutina y tu te quedas de espectador de tantas vidas.
Cómo te gusta un paseo lento, o un baile agarrado sin dar ningún traspiés.
Bajas las luces de la capital y te pierdes bien acompañado hasta las puertas de cualquier garito.

Noche de viernes en cabeza soñadora.
Sale de fiesta, a divertirse y en ese momento eres inconsciente de que con ella va a comenzar tu noche.
Tequila en barra, doñas dos de madrugada. Mismo bar de Madrid. 


Las ganas y el tiempo acompañan, y lo vuestro siempre ha sido perderos sin querer encontrados del todo. Sois de esos que piensan que para lágrimas ya existen las de alegría.

Tú tan dejándote llevar y ella tan me pierdo en el fondo del culo de un vaso-sin nadie a quien mirar.
Dentro hay ambiente y a tus amigos ya les causan estragos las cañas de la cena.
La ves, al fondo, junto al espejo.
Te ha llamado la atención.
Te acercas a ella.
Mientras, la escuchas reír. Y su risa dice tanto que parece que ya la conoces cuando no has visto más que las ondas de su pelo.
Primera, después de olvidar otro desafortunado invierno.
Allá vás.
Intentas evitarlo, seguir levantando muros sobre tu corazón enamorado pero, la curiosidad-la misma que dejó al gato en el peor de los finales-puede contigo.

¿Quién es? ¿Por qué sientes que tienes que conocerla?
Pides dos copas.
El psicólogo de los alcohólicos no calla, tampoco ha dejado de observaros ni un solo segundo y sabe que esta noche, os despediréis de él de la mano. Nunca suele equivocarse en cosas tan brujas, desde hace ya algunas lunas.
Ella se da la vuelta. Te mira y parece que te estaba esperando. La saludas. Dos besos.

Disimula muy bien, no te has dado cuenta de que ella ya te conocía.
-¿Cómo te llamas?- Te pregunta.
-Álex. Encantado.- Dices con una sonrisa. Primera que conoces que no suspira por tu sonrisa. Alargas hasta sus manos la copa que pediste de excusa para conocerla. Ella suspira sin que la veas. No te ha dicho su nombre, y parece que va a seguir manteniendo el misterio.
-Te la debía.- Dices.
Ella abre los ojos desmesuradamente.
-Por no acercarte a mi.- Aclaras.- Eres la primera.
-¿Tanto te quieres? Modesto, baja, que subo yo. Ni que fueras modelo o actor.
Sonríes. Claro que lo eres. Es tu profesión. Y con ella, por mucho que te guste, dejaste hace tiempo de creer que el amor y el arte pueden llevarse a las mil maravillas. Siempre se siente pero con alguien diferente.
-Es cierto. Soy un poco presuntuoso.- Susurras entre risas.
Te gusta. ¿Quién lo diría? Es alguien de quien no tienes que escapar por miedo a que te haga una foto y se entrometa en tu privacidad, alguien que desde que ha empezado a hablar, no se ha callado. Alguien que quiere bailar.
Una chica curiosa y avispada que no quiere más que disfrutar otra noche madrileña.
Te diviertes con su risa. Piensas que es la más bonita que has escuchado en meses, cuando ella desapareció de tu vida.
La juventud respira por los poros de su piel y te encaprichas de la esquina derecha de su cuello cuando ves el ritmo frenético de sus pendientes largos.

De lejos descubres a tus colegas. Se ríen y os señalan. Mañana solo recordarán el dolor de cabeza.
Segunda copa. Esta insiste en pagarla ella. Dice que ahora si que te la debe, y que ya puede desaparecer sin que hagas preguntas. Que estáis en paz.
Giros de taburete mientras os relatáis dos vidas distintas en la penumbra.


Poco a poco vas descubriendo que la vida va más allá de tu pasión por el drama. Que la vida real existe, y que tú también estás hecho a su medida. Que puedes vivirla tranquilo, a pesar de los gritos de tantos.
Poco a poco te das cuenta de lo que te encantan las cosas sencillas.


Billar. Ella dice que no sabe jugar pero te da una paliza.
Te quedas ahí parado, con tu cara de tonto. Sin saber más que maldecir no haber puesto más en práctica los consejos de tu padre- conquístala desde abajo, con la cosa más nimia, después dejará de ser insignificante para volverse enorme.
Crees que no pasan las horas cuando ella dice que es hora de volver a casa, que sus amigas se fueron y debería marchar.
Y no puedes. Los frenos no te funcionan. La besas antes de que se escape cual cenicienta tardía sin decirte donde.


Una noche más. Para el recuerdo.
Veis Madrid amanecer de camino a casa.
Y te acercas a su oído.
-Billar, ¿y lo que surja?
-Vida, y lo que surja.- Te responde.

A partir de este amanecer tendréis que acostumbraros a ser compañeros de sueño en una cama de noventa.