martes, 16 de diciembre de 2014

En la esquina del sol, a tu lado

Anoche soñé contigo. 
Como todas las noches. Hay veces en las que no lo recuerdo, pero sé que tu estabas ahí antes de yo abrir los ojos. Lo sé porque me despierto con el corazón acelerado. Lo sé porque no puedo recordar exactamente el momento pero si recuerdo tus ojos clavados en los míos como un dulce puñal de mango de acero.
Viajamos a París. La Boheme. Terminamos en una fiesta en la playa. Una playa en la que nunca había estado antes.
Anoche lo pasamos bien. Reímos, bailamos hasta que vimos el sol apareciendo en el horizonte.
Anoche estabas más guapo de lo normal. Será que mi cabeza tiende a idealizar, o será que poco a poco la distancia va borrando tu recuerdo y cuando te da por aparecer impresionas un poco más.
Anoche la playa estaba maravillosa. Nos mojamos los pies, como si estuviéramos en otro San Juan.
Corrimos por la arena, entre velas y notas de una guitarra, entre risas de unos amigos de siempre.
No recuerdo ninguna que mencionases ninguna palabra, simplemente, estabas conmigo y eso me encantaba. Me sigue encantando.
Recuerdo que la luna nos tuvo envidia.
Recuerdo que todo fue un bonito sueño.
Mi corazón de nuevo a cien, y una sonrisa para poder empezar el día sin ti. Eso fue esta mañana.
Recuerdo poderoso que me hace tenerte aquí conmigo.


domingo, 7 de diciembre de 2014

Apuntemos alto


Ven y enrédame la vida.
No me hace falta un garante, no me hace falta reseña. Solo que no me faltes.
No quiero facilidades. La vida ya es difícil pero por eso es más bonita.
Recuerda antes de cerrar los ojos cada noche todas nuestras canciones. Te las sabes de memoria. Recuerda todas y cada una de las peleas, quiero que terminen con un beso.

No necesito nada más.

Tanto buscar dificultades y soy la cosa más simple. Una chica delante de un chico pidiendo que la quiera.
Y es que nos sentimos mejor cuando nos sentimos queridos. Todo tiene más intensidad, la primavera llega antes, no hacen falta tantas horas de sueño, el mar siempre está revuelto, el sol brilla.
Dicen por ahí que la sonrisa no se cae nunca, y aún así el mundo sigue dando vueltas.
No se frena.

Ayer

Parece que vuelve a ser ayer. Vuelvo a ser yo con menos años mirando la lluvia caer por el cristal de mi ventana.
Un puente, vacaciones ¡estupendo!
Recuerdo que fuera llovía y yo jugaba a apostar viendo las gotas correr. Si, las gotas. Y no, no estoy loca.
Estoy lejos de casa y me ha venido ese recuerdo a la mente, sin más.
Ni mucho menos me arrepiento de los pasos que me han conducido hasta donde estoy ahora, hacia lo que soy pero, es cierto que a veces quieres, por un segundo volver a ser quien fuiste, rodeada de gente que hace tiempo que desapareció de tu vida y con la única preocupación de ver a la luna perseguirnos cada noche en un viaje largo de carretera, o de ver esas gotas correr por el cristal de tu ventana.
Sentir esa alegría de bajar al salón y decidir que si, que ese puente se pone la navidad, que la casa este año se recarga aún más que el anterior aunque mamá diga que debería ser al contrario.
Que vuelvan mis domingos, de levantarme y leer porque me daba la gana, de pasar las tardes entre mantas, películas y palomitas en familia sin poder sacar un pie del sofá por miedo a que este se te quede congelado. Que vuelvan incluso los desayunos hasta las tantas, de sobremesa con demasiado frío porque mamá ha decidido que debía ventilar la casa demasiado pronto.
Y vuelvo a estar lejos, pero ya queda poco para verles.
Es increíble lo que puede hacer un recuerdo.


Efecto Mariposa

(Rachel McAdams, Domhnall Gleeson- About Time)

¿Qué harías si supieras que tienes el poder de retroceder en el tiempo? ¿De cambiar todo lo que te salió mal? ¿De dejar de conocer a algunas personas o conocer más a fondo a otras? ¿Lo aprovecharías? 
Te aseguro que si, yo era de esos.
Un chico normal, del montón, que a veces metía la pata. Y fue así hasta que mi padre me dijo que podía retroceder en el tiempo. No me crean si no quieren. Yo tampoco lo hice. Fue así, sin más. De pronto me encontré viviendo mis mejores momentos, una y otra vez. Disfrutando de la vida, y dándome cuenta de ello.
Hasta que llegó ella, ella que deshizo mis esquemas, ella que llegó para quedarse y desafió al efecto mariposa.
Ella que con la sonrisa y unas ganas locas de vivir dejaba atrás al mundo, llevándome de la mano a rastras.
Así fue como me di cuenta de que aquel don no significaba mucho. Así entendí porque era tan valioso el tiempo.
Dejé de regresar a aquellos momentos maravillosos de mi existencia y me concentré en aprovechar cada momento como si realmente fuera el último.
Así fue como descubrí la fórmula de la felicidad.
Acaba de sonar el despertador, dichoso el tiempo. Ella remolonea a mi lado, no quiere levantarse aún y no seré yo quien le prive de ese placer.
La beso en la frente, y con una sonrisa bajo a preparar a las niñas.
Gracias papá, estés donde quiera que estés porque me has enseñado que el tiempo no significa nada cuando alguien lo significa todo.
Ella.

¿Bailamos?



Y cuando el desvencijado radiocasete del rincón decide que ha llegado la hora, la música comienza a sonar.
Tus pies se mueven solos uno tras otro, al compás. Siempre siguiendo un ritmo, el más bonito del lugar.
Tu mirada lo busca entre el gentío y por fin ves que se acerca a ti poniendo en práctica la ensayada coreografía. Tantas horas de práctica, tantas noches de verano y amaneceres bailando han dado sus frutos.
Vuestras miradas se encuentran, ávidas, tan llenas de recuerdos que al terminar todos aplauden vuestro espectáculo. Sois vosotros los que estáis agradecidos. Si no nos hubierais encontrado aquella noche de mayo, ahora, al final del verano nada sería lo mismo.
Ha sido bonito pero tú te quedas con los ensayos. Después de todos esos maravillosos momentos a su lado te quedas con esas risas, las suyas, al caerte cuando hacías mal un paso. Te quedas con los ojos con los que te observaba sin atreverse a hacer movimiento alguno, cuando te veía bailar. Te quedas con el arte, el arte del baile. Te quedas con cada nota, con cada acorde y cada tecla de piano haciendo eco en la inmensa sala.
Te quedas con el vuelo de tu falda cada vez que el te daba vueltas sin descanso.
Te quedas con su mano en tu cintura, y las tuyas sosteniendo su rostro.
Te quedas con él.