domingo, 29 de diciembre de 2013

2013 razones

Las horas pasan.
A escasas de que el reloj de las doce, de que haya un salto temporal y de que todo lo que hemos vivido en este último año se convierta en pasado, tu piensas.
No podemos arrepentirnos de nada, de nadie. Todos y cada uno de los recuerdos son eso, recuerdos. todas las personas que pasan por tu día a día son retazos de tu vida, que tú poco a poco intentas contemplar.
Podemos ser el mayor regalo en la vida de alguien, la peor pesadilla pero importamos algo en el momento que somos, que existimos.
Tic, tac, tic, tac. ¿Para qué inventarían el reloj? ¿No tenemos suficiente con ver el sol escaparse por el este cada tarde? Vemos el tiempo pasar en cada sonrisa, cada arruga de la cara, cada deseo cumplido y como cada año, trescientos y pico días que pasan, pero pasan lento y nosotros, vamos despacio.
El paso de este año lo has experimentado a través de dos ojos, solo dos. Ellos te han ayudado a ver todo cuanto estaba a tu alcance. Ellos han llorado, han sonreído, lo han visto todo, han callado, han tenido palabras inexistentes y lo han soltado todo.
La mente vaga lenta, no quiere abandonar lo que ya conoce aunque necesita seguir viviendo.
Aquí estás otra vez. Junto a personas que realmente te importan, que necesitan de ti, compartiendo trozos de fruta de tu color favorito, el de la esperanza; esperando nerviosa a que empiece el nuevo año. Y quien diga que no viajamos en el tiempo se equivoca. Miente. La felicidad que sientes por el hecho de que alguien se acuerde de ti, recibir un regalo, dar un abrazo a alguien que esperas que esté siempre ahí aunque no mereces pedirle que se quede.
Son doce, las manecillas del reloj, las horas, los meses y las veces quintuplicadas que has echado de menos a alguien.
Sin embargo, por mucho que los sentimientos cambien, que entren y salgan personas en tu vida, puedes decir que este año te acompañan todas con las que empezaste el anterior, el de tu número de la suerte: 13. Y más.
Por eso piensas, como tantas otras veces, en tus amigos, personas que han estado contigo, que te acompañan en un camino demasiado arriesgado, pero es solo tuyo.
Crees que puedes solventar dificultades andando siempre a su lado, y les coges la mano.
El corazón es otra historia, duele más, es más de piedra, por tantas otras veces en las que se ha hecho añicos. Decides ir despacio y más lento, bailar al son de una música abrazada a su cuello y parar ese instante sin que sea un sueño.
Te ha hecho daño, pero le quieres y no puedes evitarlo.







lunes, 25 de noviembre de 2013

Frío y fuera nieva.


Uno a uno van quedando en el olvido. Apilados descansan los jerséis en el fondo de un descomunal guardarropa de madera. Son todos distintos. Cada uno una lana, cada cual un recuerdo. Los recuerdos de un invierno demasiado feliz para ser cierto. El invierno en que sólo se preocupaba de ser feliz y el resto no importaba. El invierno de ella, de ellas, de él. El invierno de todos.
Poco importaba que fuera soplara el viento, que los dedos no se sintieran bajo capas y capas de abrigo, que lloviera, que nevara....
Importaba lo de dentro.
Entraban en las estancias, irrumpiendo cual caballos en batalla, siempre riendo. A veces era chocolate lo que esperaba caliente sobre la mesa, otras veces algo con hielo. Pasteles, cariño, amistad, sonrisas. Eran películas los domingos por la tarde acurrucados con una manta, eran tardes de chimeneas y recuerdos inolvidables. Eran llegadas de fiestas, de vestidos largos, guerras de nieve, de pasos parados....
Todo se guardaba en un inmenso armario, todo comprimido, recordando. Quedaban restos de cada caricia en cada gota de perfume, siempre diferente, que aún impregnaba la prenda. Quedaban restos de pegamento de alguna pegatina inocente que le hizo volver a ser niña. Guardaba bajo el séptimo, aquel que le regaló su padre; un pequeño diario que ya rara vez escribía. Bajo el tercero su pequeño cofre de los secretos. Una insignificante caja de madera que contenía dos entradas de cine demasiado arrugadas, un pequeño caramelo y un par de pendientes que nunca se pondría, sus tesoros.

sábado, 23 de noviembre de 2013

La máquina.

Ahí está ella, frente a su copia. No hace más que preguntarse qué fue lo que hizo mal para merecer aquello. Fuera, amanece.
Ahora que se ha parado a pensar se da cuenta de cuanto han cambiado las cosas. La obra se vuelve en contra de su propio creador. No siente, no duele, tampoco llora.
Ella recuerda, una y otra vez. Recuerda aquel día que se quedó de fiesta demasiado tarde, que luego levantó con él por fin a su lado. Aquel fue el día más feliz de su efímera existencia. Efímera, si. Ahora le toca abandonar ese mundo hostil en el que le tocó vivir, decir adiós como otros tantos antes que ella. Dejarlo todo en manos de un puñado de cables perfectamente organizados para cumplir una función.
¿Te imaginas que algún día las máquinas nos reemplazasen? Recuerda la pregunta de él cuando nada tenía sentido, ella dejó pasar sin más la idea.
Ella se toca el pelo nerviosa, su copia le repite.
-¿Cómo te llamas? 
-yo soy tú, tú no existes.
De pronto se le hiela la sangre ¿ella es la copia. No lo entiende. Ella intenta llorar pero no le salen las lágrimas. Se le ocurre una idea. Va a dañarla de alguna forma, va a demostrar que no siente nada y que bajo ningún concepto son la misma persona.
Luego decide que no, ha llegado el momento de probar que ella es ella y que la copia que tiene enfrente no es más que una simple máquina.
Ambas están cansadas, han rememorado durante la noche tantas cosas para probar quien es cada una que ya no saben que hacer.
Por fin Diana decide levantarse. La otra Diana la observa impasible.
-Me llamo Diana, tengo veinte años y estoy enamorada de una de las mejores personas que existen. Nos queremos, estoy viva, nací del amor que se daba una pareja, tengo gente que me aprecia y soy feliz. ¿Quién eres tú?
La copia procesa toda la información. Se satura y ante esta confesión sólo tiene una alternativa.
-me llamo Diana. Cuatro, cinco, uno, uno, siete, tres, ocho, dos, cero, ce. Número de serie.
Es lo único que consigue decir antes de que sus ojos se apaguen por completo.
Diana sonríe pletórica, es ella. Nunca ha habido otra. Por muchas máquinas que haya en el mundo, por muchos avances, nadie desbancará jamás al ser humano. Y de pronto cae en la cuenta de que a ese montón de cables les hace falta algo: el espíritu de lucha, el mido a morir, la superación, el amor. Les hace falta vivir.


jueves, 21 de noviembre de 2013

Tan lento, tan rápido

Por eso. Porque no pensaste que todo iba a acabar tan rápido. Aquel fue el motivo de que no le agarrases la mano lo suficientemente fuerte. De que sus dedos se escaparan de entré los tuyos. Estabas tan ciego que no te diste cuenta de que ella se iba convirtiendo poco a poco en una sombra etérea de tu presente.
Tuviste miedo. Tuviste miedo a perderla, a decirle para siempre, a enamorarte. Quisiste ser por los dos y ella se negó.
Desde la ventana veías caer la lluvia. Una voz profunda salía de aquellos molestos auriculares para adentrarse en tu cabeza. Se fue con el verano, con el sol.
Ahora hace frío, hay demasiado vacío. Una única farola ilumina una calle angosta que aún queda en tu recuerdo. 
Adele. Ella te entiende, ella pasó por lo mismo. No quisieron que fuera de nadie. Sólo que ella sabe que es fuerte, que ya no le harán más daño. Ha sabido seguir adelante. Sabe cuidar su melena rubia como signo de fortaleza, una vez que abre la boca los suspiros se escapan en forma de melodía. Un micrófono permite que su voz llegue más lejos, que la escuche él. Aquel que quiso decirle adiós. 
Simplemente mírala ahora, es feliz.


lunes, 18 de noviembre de 2013

Estoy aquí, ¿recuerdas? Sonríe.

Seguramente no entiendes el significado de un para siempre. Estoy segura de que nadie es capaz de entender ese periodo de tiempo tan largo ya que nada es al final para siempre. Todo se acaba. Puede acabar bien, puede acabar mal o simplemente acabar, llamemoslo diferencias irreconciliables.
Tú lo sabes, desde que te conocí. Sabes bien que aunque no pueda garantizarte un para siempre te puedo asegurar un todo lo que dure mi vida. Sabes que estoy aquí, allí y donde sea. Sabes que tu eres una de las personas que de la nada has pasado a significar todo en mi vida y de verdad te agradezco todos los buenos momentos, todas y cada una de las sonrisas, todas las veces que sin quererlo te quedaste a mi lado.
Las cosas pasan por algún motivo y todos somos diferentes. Siento en el alma si soy demasiado temperamental, si no tengo paciencia, si enfado a cualquiera, si soy pesada, de nuevo, lo siento.
Pero me gustaría saber los motivos, sabes las explicaciones de este comportamiento que tienes hacia mi. Ya no sé cómo comportarme, si te molesta que hable, que respire, ya no se ni si quiera si te arrepientes de haberme conocido.
Lo único que sé es que odio perder amigos y no me gustaría perderte. ¿Que soy muy gilipollas? Puede. Pero también sé que pocas personas te van a apreciar de la manera que lo hago yo, que cuando me conociste ganaste una amiga para toda la vida y que sí te digo para siempre es para siempre. Porque fuiste una de las pocas que me entendía cuando ni yo supe hacerlo, una de las pocas que secaba lágrimas de niña estúpida y se reía a mi lado. Echo de menos todo eso. ¿Dónde ha quedado?


domingo, 17 de noviembre de 2013

Son sólo dos.

Son unos ojos azules. Azul mar, azul intenso, azul color de cielo.
Ella los mira embelesada. Decían que los ojos son el espejo del alma, si es verdad, el debía tener más de una. Ella recuerda, alguien dijo una vez en un tiempo remoto que el alma tenía tres partes. Ella está de acuerdo, aunque no con la distribución.
Para ella, él es el único cuya alma está dividida en tres.
El alma de ensueño, esa que le hace tocar el cielo. No sabe muy bien donde la tiene pero sabe que su voz tiene algo que ver. Su voz que cuando canta hace que ella se olvide de todo.
El alma de los sobresaltos o de los escalofríos, como le llama ella. Esta se aparece cada vez que él se acerca con sigilo y la abraza, cada vez que sus dedos recorren suavemente los brazos de ella y ella se sobresalta.
Por ultimo, pero no por ello menos importante, el alma. La verdadera esencia. Ella sabe que existe. La ve cada vez que mantiene la mirada, cada vez que el la mira a los ojos. Ve en unas milésimas de segundo todo lo que no es capaz de expresar con los labios, todas las caricias que nunca se han llegado a materializar. Con los ojos, él, se come el mundo. Con los ojos la ama.
W.



viernes, 15 de noviembre de 2013

Unos ojos que te miran a través de la vitrina



¿No son muy jóvenes? ¿Muy niños para el amor? No es algo que sencillamente se les viene grande? Y realmente ¿quién lo sabe?
Los observo risueña, no pueden tener más de una década y allí esta, es peculiar pareja cogidos torpemente por las manos.
Ella se estira la falda, muy limpia, ni una sola arruga la recorre en su superficie. Y es que claro, el atuendo llevaba colgado y preparado una semana bajo la oscuridad de un armario infantil, en el que fuera, sobre la puerta bailaban sus pegatinas.
Él chico, sin saber que decir sigue sumido en sus pensamientos. Siempre ella, por fuera y por dentro. Qué será lo que tendrá que le encanta. Espera haber causado buena impresión ya que sus tres horas encerrado en el cuarto de baño pese a los gritos de su madre instándole tenían un motivo, su cita. Iba a llevarla a su restaurante favorito, ese acristalado en el que el azúcar era un modo de vida. Allí ponían los mejores batidos de la ciudad.
La melena rubia cae sobre los hombros de la chica mientras ella repasa mentalmente como comportarse: piernas cruzadas, por favor y gracias, no reír escandalosamente, contenerse...todos los consejos que vienen en el manual para ser madre que traen los niños bajo el brazo nada más nacer.
De pronto la tele sobre uno de los estantes del establecimiento se enciende. Noticias. Muertes, tristezas, penas. Hoy, como tantos otros días en los que se ha convertido el mundo no dan ni una sola noticia que sea capaz de sacar una sonrisa. Aunque sus manos siguen entrelazadas.
Veo que observan atentos el televisor y después se miran. El chico se acerca a la barra como puede y de puntillas intenta llamar al camarero lo más alto posible.
Veo que se sienta de nuevo y al cabo de un rato llega un joven de veinte años de uniforme a dejar dos espumosos batidos sobre la mesa.
Comienzan a beber con ganas, ganas de vivir, de reír, de disfrutar de los momentos. De repente vuelven a ser ellos, ya no hay reglas, no hay normas.
Las risas de los dos chiquillos se escucha por encima de las noticias, la sonrisa se contagia hasta llegar a mi. Yo que los contemplo desde el otro lado de la vitrina, pegó lo más que puedo mis manos al cristal. Envidia sana. Imagino que es lo que siento por dentro al ver que aún quedan motivos para aprovechar los infinitos segundos que vivimos cada día, cada hora, cada momento.
Un batido de chocolate, una película que mi mente tiende a reproducir y aquellos dos niños a los que no se sí tendré el placer de volver a ver en esta vida son mi motivo de hoy, para seguir. ¿Y el tuyo?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Sexto sentido

Cuando una chica sabe, es porque verdaderamente tiene certeza, aún sin pruebas de lo que esta diciendo. Es algo que lleva dentro. Es como un solucionario que nos da las respuesta parcialmente a problemas que ni siquiera son de nuestra incumbencia, o si.
Ella con sólo leer dos palabras ya sabía que su corazón, el de el era de otra. Ya sabía que la merecía y que el cariño profesado era mutuo por eso muchas veces, al darle vueltas a las cosas nos cuestionamos eso de qué es mejor, si darle la mano a la realidad o vivir en nuestra ignorancia.
Ella lo supo entonces, y lo sabe ahora. Ella que se muere por dentro y sólo sabe soltar fuera palabras hostiles contra los que le rodean. Ella tan inocente con un mundo demasiado grande que se viene encima.
Ella no quería llorar, pero es tan difícil, quería seguirle, al fin del mundo, quería ser ella.
Demasiados convencionalismos, demasiadas buenas maneras, estaba harta.
Harta de echar de  menos a alguien que no la correspondía, harta del mundo, de que le faltasen besos, harta de estar tan lejos. Sólo la comprendía la distancia, sólo le quedaba el recuerdo.
Él, aún así, la pensaba. La echaba de menos. Cómo aquella niña con ojos tan maravillosos no estaba a su lado. No había nadie más, sólo ella. Aunque ella suspirase por otro, aunque faltasen motivos y los kilómetros los separasen, él seguía allí. La misma noche, la misma calle, el mismo centro, esperaba verla pronto y de hecho no faltaba tanto. Se había decepcionado tanto cuando supo que las últimas brisas de verano no la llevarían de vuelta. Sin embargo, tenía la certeza de que ahora, al haber llegado el frío,  al congelarse los rescoldos de cada florido balcón y elevarse aquella hermosa serranía contra las inclemencias del tiempo, ella volvería. 





Vuelve, por favor

Cuando ya había recogido hasta el último de los pedazos, cuando todo quedo limpio, sólo entonces se secó las manos. Aquel vaso y su corazón tenían tanto en común... La luna la arropaba desde el cielo y ella se negaba a crecer sin darse cuenta de que era demasiado tarde.
Se frotó las manos con cuidado, le dolían. Cristales hechos añicos y un corazón destrozado no eran buena compañía.
Hoy era uno de esos días en los que no quería alejarse del mundo, pero lo necesitaba. Necesitaba que él viniera con su sonrisa y le plantase un cálido abrazo, le apetecía volver a su rutina, a la de los dos. Esa que incluía las interminables madrugadas repletas de risas, esas ganas de no querer despegarse de un estúpido teléfono, esas noches de quedarse dormida esperando una respuesta. Una respuesta que llegaba la mañana siguiente, dos o tres palabras que la hacían estar feliz sin motivo. Cómo echaba de menos aquellos días, aquellas noches, aquellos sueños que debían cumplir juntos y qué fácil había pasado.
Poco quedaba de aquello, el tiempo había hecho que aquella amistad se volviera más fuerte, un cariño muy grande y tantas bromas por el camino pero ambos habían crecido.





domingo, 3 de noviembre de 2013

No es mentira en realidad

 Y porque ya no sé lo que es verdad, y es mentira. Porque hace tiempo que dejaron de dolerme las heridas y el corazón sin estar sano, aún respira.
No hubo tinta, ni paño que secase lágrimas. Hubo marca, sin cicatriz. Todo se borró, se borraba entonces aunque no por culpa del agua. No estaba hecho para ella, no marcaba. La vida.
Encontré en el desván bajo la noche alumbrada unos cuantos escritos. Qué escritos, sin una palabra. Sueños, pensamientos de madrugada.
Pero hace tiempo que ya no están, que las palabras mataron al sentimiento, obviaron a los recuerdos y no dejaron vivir más.
Era lápiz, eran papeles blancos, con blancura de espuma.
Escuchaba los susurros de las olas a lo lejos, escuchaba su voz en el viento.
Y se preguntaba, ¿por qué pasaba el tiempo? ¿Por qué no congelarlo? Tan tiempo...
Vislumbraba tan cosas, tanta belleza en tan poco tiempo, tanta alegría, tanto cariño que no sabía que era lo cierto.
Esta oscuro y hace frío pero no por eso miento. Las palabras verdaderamente no están borradas, ni se fueron lejos. Siguen aquí, en mi cabeza. Las sostengo en un suspiro, no dejo que todo sea un cuento.


lunes, 28 de octubre de 2013

No a que llegues tarde, te esperaré toda la vida.

Y ella lentamente abría y cerraba desde el otro extremo de la bañera la llave de paso del agua. Quería llorar, aunque tenía los ojos demasiado secos como para hacerlo.
La espuma cubría todo su cuerpo y reusltaba cómico su contraste con el lujo de aquellos sanitarios. Que ironias las de la vida, que le regalaban ahora una boda por todo lo alto para unirse en matrimonio a alguien a quien quería, o al menos creía querer.
Los rayos de sol de la tarde penetraban lentos queriendo parar el tiempo en aquella tranquila habitación pero ella seguía teniendo a Noa en la cabeza y el tiempo aún seguía pasando. El velo de novia todavía pendía con alfireres perlados de su ondulado cabello y ocupaba inmaculado la mayor parte de la estancia.
Los ojos de ella demasiado rotos, demasiado negros...queriendo en vano volver junto a él, solo por unos instantes. Entonces paró de darle vueltas a todo.
"Estas haciendo lo que es políticamente correcto para ti Ali, lo que tus padres quieren pero, ¿es lo que quieres tu también?" Los recuerdos a borbotones de aquel maravilloso verano a su lado hacían que corazón y cabeza negasen al unísono.
A su lado una silla sostenía sin ganas un periódico diario en el que él, con más años encima y expresión adusta junto a la casa de sus sueños, la de ellos, la que le prometió a ella.
Al fin una lágrima decidió escaparse sin ser vista  y confundirse entre la espuma y el perfume de la repleta bañera.
Ella decició que a la mañana siguiente tendría que verlo, al menos una vez más. Pero antes debía resolver unos asuntos...


miedo

Si supieras cuando te echo de menos... Me quedaría corto al decir que es del cielo al suelo. No necesito promesas, y menos verdades ajenas. Se qué te conocí y mi mundo se hizo pequeño. Sé que fue poco tiempo y sé que todo esto más que locura es un sueño. Sueño, cada noche que tu vuelves a mi lado. Que regresas, que todo es tan fácil cómo aquello que un día comenzamos. Y siento miedo, miedo de ti, de mi, de nosotros. Temo no estar a la altura, no cubrir tus expectativas. Si te pasa algo, me muero. No sé cómo demostrarte todo el cariño siente tengo, no me ha enseñado nadie a hacerlo, no te encuentro. Siempre he podido verte hasta con los ojos cerrados pero tu ya no estás aquí, no es más que un cuento.
Vivo lejos, intentó ser fuerte, de verdad, lo intento. Nunca lloro, o al menos, eso creo. Pero aún me pregunto al alba el por qué de mi tez salada, el motivo de no abrir los ojos y el daño de contemplar el sol cuando se va de madrugada. Intento que ella me enseñe, que la luna sea una entrada, una puerta para poder contemplarte en la distancia.

Tu me miras. Ahora vuelvo a ser fuerte, mi corazón se vuelca y a la vez se contiene. Me dices que no te vas, que te veré y que vienes. Me dices que eres mía y lo serás para siempre.



lunes, 21 de octubre de 2013

Un mal día sin mala vida

Y de repente te das cuenta de que sigues estancada en el pasado y no sabes como salir. Necesitas aire, el respirar se hace largo, eterno. Necesitas la solución a todos tus problemas y un problema que sea de una vez por todas esa puta solución. No tienes fines, no tienes medios. Lo único que aún perdura es aquel vago recuerdo de lo que una vez fuiste y que está demasiado lejos. Todo lo que haces por llegar al final, hasta arriba, es inútil, insuficiente. A tu alrededor no hacen sino cambiar las metas.

Eres una pequeña soñadora que se intenta abrir paso entre sueños demasiado grandes para ella. Pero, ¿no dijeron que nunca un sueño es imposible? ¿No dijeron que sí los perseguías acababan volviendo?
Miras fuera, miras lejos. Tu mente vaga perdida e intentas en ese instante vislumbrar una forma de movimiento. Un dedo entumecido, la cabeza hacia atrás, el baile del pelo al viento. Nada.
El mundo se mueve a tu alrededor y tu sigues parada. No entiendes, no sabes nada.
Te faltan horas del día y quieres ver la lluvia en el cristal y amanecer cada mañana con su sonrisa. Quieres canciones que te acompañen y te mimen y no demasiadas lágrimas. Mientras más claras crees que tienes las ideas, más termina atrapadas. Quieres silencio y quieres calma. Quieres acostarte, respirar, soñar surcando los cielos y que mañana al levantarte sea otro día en tu cama.


miércoles, 2 de octubre de 2013

Sólo sabe mirar al espejo en una realidad paralela.

El agua cae lo suficientemente rápido como para confundirse con sus lágrimas. En cuándo frenaba y le daba vueltas a la cabeza todo su mundo se venía abajo. Distaba mucho de ser perfecto aunque no podía negar lo afortunada que era.
Ya había acabado todo, nada volvería a ser lo mismo. Aquel maldito número aparecía en todas partes, cada sitio por el que pasaba le recordaba buenos momentos, y mejores. Todos vividos a su lado. No era justo decir la verdad, pero si se la decía para sus adentros no pasaba nada. Pensaba más y más y no se le ocurría ya el motivo por el que lo fastidió todo. Había sido extraño pero no puede decir que no lo quisiera, lo quería tanto...que a veces hasta dolía darse cuenta de lo que eran ahora, le faltaba el aire pero sabía disimularlo bien, sólo para no hacer que todo empezase de nuevo.
Pero ella aún llora, la ducha está demasiado caliente aunque no siente dolor, ya no, todo se ha ido y no es más que un precioso recuerdo.
Echa de menos su risa, su forma tímida de mirar cuando aún no eran nada, a él. Entonces se va dando cuenta de los cientos de detalles, de que en realidad si que le gusta frenar y percatarse de las cosas, aunque es cierto que ama la velocidad. Quiso ser mayor muy pronto sin saber que aún le quedaba mucho cariño por recorrer.
Ya se acaricia el pelo sola, ya no tiene a quien devolverle la sonrisa.



martes, 24 de septiembre de 2013

Quien quiera que seas

Que raro el destino ¿verdad? A veces, sólo a veces aparece para recordarnos su existencia. Tú estás tan atareado y concentrado en vivir tu vida, en intentar aprovecharla al máximo...y de repente aparece él.
Es demasiado enrevesado. Te lo puedes encontrar en los lugares más recónditos e insospechados, en cada calle, cada abrazo. La cuestión es que aparezca y que brille por estancia.
A veces pienso que el destino lo único que busca es liarnos aún más. Confundir nuestras ideas y mezclarlas con otras distintas. Estoy confusa. No se sí hacerle caso. Si hoy seguirá siendo mañana cuando me levanté. Se qué no tiene sentido, que todo esto seguramente lleva a una calle sin salida pero...si lo pienso será por algo ¿no?
Si pensamos en el destino como capitán de nuestro barco le damos más autoridad de la que se merece. Le dejamos que nos lleve el rumbo, que nos guíe y eso, estremece. Cambia cosas a su antojo, te las quita cuando se enfada, las devuelve si está en calma. Hace que todo parezca sencillo, que sea sencillo pero, ¿qué sentido tendría vivir una vida de la que no somos dueños?¿qué sería una vida sin sueños propios, sin adrenalina, sin experimentar? ¿Qué sería una vida sin amor, sin esperar algo de alguien, sin levantarte cada mañana queriendo sonreír porque has logrado tus metas? ¿Qué sería la vida sin cometer errores y tener que repetir experiencias para aprender? Por eso estoy hecha un lío. Tiene que existir algo, llamemoslo destino, llamemoslo como nos de la gana, porque somos dueños de nuestra vida. Puede que exista ese algo innombrable, intangible, que nos lleve a estar en ese lugar, en ese tiempo, esa misma vida. Muchos lo llaman casualidad, no creen en ello pero, seguramente a más de un incrédulo le han aparecido "señales" por todas partes. Por señales puedo referirme a encontrarte a esa persona, ver cuando te da por mirar ese número en cada esquina, pulsar el aleatorio y que salga la única canción de las dos mil que tienes que te recuerda a ese alguien. Aunque no puedes llorar, no dejes que te afecte el encontrarte meras realidades. Simplemente lucha por ellas. Por ellas y por tus sueños.
Por eso quiero intentar seguir adelante. Sí, creo en el destino, aunque también se que soy dueña de los cambios de mi vida. Quiero comprobar si esto es pasajero o si realmente llega para quedarse. Quiero deshacer la infinidad de madejas de lana que han ido a parar a mi cabeza para allí enrollarse a placer. Quiero vivir, y quiero hacerlo bien.
No creo que nos merezcamos sufrir, menos por alguien que no da lo mismo que nosotros. Las relaciones cambian, amigos que se van, acaban, pero la vida sigue y está en nuestra mano escribir historias mejores.
Si esa coca ya no te devuelve el cariño, si ha dejado de ser smerecedorade tu afecto busca a alguien que viva y muera por ti, sólo entonces podrás decir que eres feliz. Si ese chico ya ni te mira a los ojos, si ya los buenos días se han convertido en peores noches y la única emoción que causa en ti es una lágrima por cada ignorancia, dedícale una última sonrisa. Eso si, mirándole a los ojos. Quien quiera que seas como tu no hay igual. No lo habrá jamás.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Si no hay más remedio

Se comían a besos. Tenían sed, hambre uno del otro. Les gustaba jugar. Les gustaba quererse y ser los primeros de los últimos. No tenían prisa, se querían. Querían quererse. Por eso el tiempo pasaba tan rápido, las canciones significaban tanto y los dedos recorriendo un rostro hacían que todo pareciera sencillo


viernes, 20 de septiembre de 2013

Un adiós y un hasta luego.

Y al fin la he visto a ella. Porque la he visto. La he mirado a los ojos y he visto que te quería. Hasta ahora no estabas seguro, todo eran excusas cada día. La observabas y sonreías.
Quiero decir que me alegro, que he decidido que es mejor olvidar porque se que no hay marcha atrás. Fuiste el motor de mi vida, la sonrisa de mi alma y el sueño de mi corazón. Pero, ya no más. Ya basta. Tengo que parar de una vez porque esto no es sano. Sólo te deseó un feliz camino juntó a ella. Creo que realmente te merece y no podría entregarte a alguien que te mereciera menos. Siento haber sido una carga, siento haberlo sentido, todo y a la vez nada.
Sólo puedo decirte que un placer coincidir en esta vida y qué gracias por alegrar un poco más mis mañanas.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

EVDE

No creo que quieras presumir ni mucho menos, aunque puedes hacerlo. Gracias por tener esa sonrisa tan bonita que ilusione corazones, gracias por regalarme pedacitos de cielo en cada acorde y por querer tenerme cerca con tantas otras melodías. Haces que quiera detenerme, hacer las cosas despacio y con buena letra, que me pare a soñar, a sonreír y a enamorarme de la vida.
Gracias porque, lo que me llega de ti a través de unos auriculares roídos, del sonido lejano de una radio y del bullicio de una inmensa tienda de CDs de la angosta calle sureña, es tremendamente grande. Tanto, que consigue colorear mis ojos, que se salten ciertas lágrimas y afloren sentimientos enterrados.



viernes, 13 de septiembre de 2013

Save our night

Con el tiempo me había dado cuenta de que era inútil llevarle la contraria al mundo. Que para ser feliz debía ir con él, marcando el rumbo. Y todo lo conseguía gracias a ella. Era mi pequeña, mis ganas de vida. Conseguía sacarme siempre una jodida sonrisa y cada día la echaba más de menos. Pero era feliz así, interminables charlas de madrugada que no llegaban a más de un beso de buenas noches.
Y en realidad, tampoco hacía tanto que nos conocíamos cuando no me costaba nada quererla y ella se hacía querer. Se enfadaba cada vez que le hacía alguna broma y eso me hacía reír aún más.
Ella sabía cuándo estaba triste, cuándo raro, sabía calmarme y desesperarme pero, sobre todo, sabía escuchar. No es que yo contase nada especial, solo tonterías, aunque sabiendo que eran tonterías ella estaba allí. Para mí.
Veía normal la envidia en los ojos de otras, pero con ella me llevo tan bien que hasta yo me pregunto el cómo pudo pasar.
No me atrevo a decirle que la quiero, podría desmoronarla, es tan entera y a la vez tan frágil.


Y es así como decías que iba a ser

Y. Me gusta esa palabra, esa letra tan extraña. Sin ella todo esto no tendría sentido. Pienso que nos ayuda a expresarnos, quiere que sigamos, siempre hacia  adelante. Nos deja añadir muchas cosas más de las que realmente queremos. Nos deja ser imbéciles solos, repitiendo siempre la misma cosa, nos deja ser eternos.
Le gusta colarse en los cuentos, los hace mejores, más mágicos. Enumera las razones de nuestro mundo, de nuestro cielo.
Cansa repetirla pero, es ella la que quiere continuemos esa brisa.
Nos sueña, nos abandona nos enreda...Sonríe al hacerlo, como si valiera la pena.
Si te pones a pensar y darle vueltas, esto no lleva a nada, es pura tontería y solo sirve para decir que siento que me encanta esa letra, no sé ccómo ni el porqué de semejante estupidez pero me hace sentir tremendamente pequeña. Solo por ella no la he mencionado, para que no le piten los oídos, para que se sienta bien consigo misma y sepa que nunca hemos sido.

De cuando en cuando sigo caminando.

Y me preguntarás cuantas veces he querido un beso tuyo, cuántas me aprendí tu rostro, la línea de tu sonrisa.
Yo te diré la verdad. Si hay una cosa que soy, es sincera. Te diré que hace tiempo perdí la cuenta de los besos; esa y todas las cuentas que tenían que ver contigo, con tu nombre y tus apellidos.
Confesaré que me sé tu rostro mejor que el mío, que terminé por olvidar el color de mis ojos y mis mejillas para saberme los tuyos.
Que la única línea que cruzo cada mañana es la de tu sonrisa cuando atraviesas la puerta y me besas.
Te diré que soy más feliz contigo de lo que lo he sido en toda mi vida.
Y aún así seguiré siendo yo.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

6

Abuelo, sé que puedes escucharme. Me han dicho tantas cosas acerca de tu paradero, he intentado que vuelvas tantas veces que ahora con la mitad menos del pensamiento y un poco loca solo se me ocurre esta manera de hablarte, mediante palabras.
Sé que debería haber recordado aquel día, otro año más, ya quince. Quince en los que he crecido, once en los que deje de ser la niña que conociste. ¿Podrías perdonarme? No recordé que te fuiste, que o estarás más conmigo, solo bailaba y reía. No es para excusarme, pero sé también que eso es lo que tú hubieras querido, que no dejase de reír, que fuera feliz.
Te echo tanto de menos. En poco tiempo te convertiste en una de esas personas que sabes de son tuyas para toda la vida, toda la mía. Te guardo en mi cabeza, en el corazón y en millones de recuerdos más repartidos a lo largo de mi vida.

De todos mis sitios favoritos, me quedaba con tus brazos. Eran los únicos que me mecían hasta quedarme profundamente dormida.
Me gusta pensar que me ves, que me oyes, que diriges mi camino poco a poco para evitar tropiezos y aún así, alguna vez hay que caer.
Solo espero no tener que decirte que te quiero más, porque tu ya lo sepas y lo tengas grabado dentro.
Cada noche me acuesto con uno de tus regalos a los pies, un peluche que puede que aún huela a ti. Cuando miro a las estrellas siempre pienso que vosotros dos sois los más brillantes del cielo, no, no lo pienso, lo sé.
Y es que la vida es tan injusta, pretende quitarte a los que más quieres y solo sabe pasar haciendo daño y cosquillas.

No lo olvides nunca, te quiero.


Una pequeña parte de mi felicidad

Nada como aquella noche. Las vimos entrar entre el gentío. Estaban locas. Rebosaban juventud, marcha y el aspecto desenfadado las hacía más bonitas todavía. La música hacía retumbar las paredes improvisadas de aquel alegre lugar, la noche también era joven.
No se cómo ni por qué me encontré mirándola a los ojos. Ella estaba más apartada, más cohibida y por ello me pareció preciosa. Al igual que las otras, bailaba sin frenos dejándose la piel en cada paso tambaleante. Pero a ella no la observaban los demás, solo yo; ella, que parecía que no existía fue la que me animó a moverme lenta y cautelosamente a través de la pista.
Los altavoces hacían que me pitaran los oídos y de pronto de algún lugar comenzó a caer pintura de muchos colores. Ella sonreía, la pintura le manchó los labios, el pelo que movía ferviente y los largos pendientes dorados que llevaba.
Yo tenía una copa en la mano y lo único que me apetecía entonces era besarla.
Nos separaban diez centímetros, cinco, dos...
Juntamos los labios. Ibamos despacio porque ibamos lejos y nos habíamos estado buscando. Yo, el chaval mas inmaduro, niñato y feliz del universo y ella, mía.




domingo, 1 de septiembre de 2013

Siempre veinte

Te he estado observando, niña. He visto que una de tus aficiones es sonreír, pero siempre con disimulo para no deslumbrar al monótono mundo con tu alegría. He visto que tu pelo daba vueltas con el viento, libre, que nunca frenaba. He visto tus sueños volar por la acera desierta de la madrugada; te he visto bien te he visto mal y quiero decirte que no es siempre igual.
Después te he visto recoger tu pelo, te molestaba, te agobiaba; recluido en una larga coleta que casi llegaba al suelo, morena.
Ahora si que me tienes que escuchar, voy a darte un consejo. No hagas con tu vida lo mismo que con tu melena. No la agarres, no seas tonta, déjala suelta. Deja que la vida vague sin rumbo hasta que te de por encontrarlo, sé libre, sé feliz y siempre, tú misma.
Quédate en veinte, veinte para siempre. Tira las gomillas y luce tus pendientes.


Ahora

Ahora quiero hablar de ese abrazo. No antes, ni en un rato, tampoco creo que mañana me sienta con fuerzas. Es el poder d la madrugada, el que te hace soltar verdades como puños y por eso quiero habla de ello ahora. El reloj marca las dos, las estrellas hace ya tiempo que salieron de fiesta y aquí estoy mirándolas con envidia y pensando en lo traicionera que es la vida.
Primero he de decir que no soy una persona de abrazos. Si que me considero cariñosa y efusiva pero, lo de pasar pegada a una persona compartiendo un sentimiento a menos de un milímetro durante un intervalo de tiempo es algo distinto. Más que nada porque tengo miedo. Sí, tengo miedo de que al abrazar a alguien, esa persona pueda transmitirme tanto y a la vez tan poco con un solo gesto y que esto deje huella en mí, que me siento incapaz.
Pero aquí digo que si todos los abrazos fuerancomo el de aquel día y con la misma persona me encancharía para no soltarlos. Me proclamaría abrazodependiente.
Iba sumida en mis pensamientos, saliendo, bastante taciturna. Me paré porque le dije que le esperaría y entonces entre el barullo de gente que tropezaba para llegar antes a casa, apareció él. Como mi mirada echaba un pulso con el suelo, a ver quién aguantaba más, no lo vi, pero se abalanzó sobre mí y me abrazó con una resplandeciente sonrisa. No fueron más que unos segundos en los que sus brazos me rodearon y mi cuerpo entero como respuesta tembló e intentó inclinarse hacia atrás acomodándose a su alta figura. Solo durante unos segundos fuimos nosotros. He aprobado- me susurró pletórico. Me alegré por él entonces. Y puedo asegurar que a pesar de que mi día no había sido del todo bueno, su abrazo me colocó una sonrisa en los labios para terminarlo feliz. Fue el mejor abrazo que me han dado en la vida: espontáneo, alegre, desentendido, amigo...
Después ha pasado mucho. Yo por lo pronto, solo puedo agradecerle entre otras cosas que me haya hecho ser más fuerte y que ahora a unas dos tardías le de la vuelta al hielo de mi vaso, mirando las estrellas y me cuestione todos mis porqués.


domingo, 25 de agosto de 2013

Ni tan ciega ni tan enamorada


¿Cómo se puede llegar a querer a alguien tanto hasta el punto de que aparezca de la manera más lastimera e inusual para alegrar tu vida en sueños? Sé qué siempre tendrá un hueco, un espacio que, aunque sea muy minúsculo siempre estará en mi corazón.
Hay distancia, hay años, hay desinterés de por medio, y aún me pregunto cómo me llegué a enamorar de un chico como él. Uno que está grabado a fuego en mi subconsciente y que las noches lúcidas aparece para, con un simple abrazo, mantener sereno mi ofuscado corazón. No hace nada más, a veces ya ni sonríe. Han sido muy pocas las veces que verdaderamente hayamos hablado y quizás muchas las que lo pensé. Soy incapaz de sacarlo, y no porque tenga miedo. Creo que hay cosas en la vida de las que se tiene certeza, y eso de que voy a quererte siempre es una de ellas.
Tengo muchos recuerdos a tu lado. Desde fotos de hace años guardadas en un cajón con ilusión de niña, regaladas en secreto por los cumpleaños, hasta un frío saludo con dos besos y una sonrisa que me hizo olvidar el porqué de mi existencia en aquella cálida noche que se acercaba a un verano en el que no te vería; muchos choques en los pasillos, muchas miradas cómplices y tantas cosas en común.
Cuántas veces bailamos cada uno en nuestro lado al compás de los mismos acordes de guitarra. Cuántas, nos enamoramos de la misma melodía taconeada, cuántos paseos a caballo mirando marcharse al sol y aparecer la luna, y cuánta pasión por los nuestros. Cuántas estrellas quisimos coger del cielo para hacer el mundo nuestro, tan jóvenes y cuántas vueltas nos dio la vida para marearnos. Cuántas veces deseé ser ella; cuántas, tu, ser él.
Cuántas veces habré soñado que por fin estas conmigo y Sevilla nos susurra sus canciones al oído.

martes, 13 de agosto de 2013

Líneas de luz que vienen y van

Adoré esa noche. Fue mágica y créeme cuando digo que la guardo para el recuerdo.
No estabamos juntos, pero ten por seguro que era lo único de lo que teníamos verdaderas ganas.
Tú con demasiado sueño, no yendote a dormir por mí, para no dejarme sola, para hacerme reír de nuevo.
Yo con frío, frío porque no te tenía todo lo cerca que quería, porque extrañaba tu cariño más allá de las palabras escritas a través de un desvencijado pero eficiente teléfono móvil.
Terminó mi serie y tu canción, entonces salí. Quería sentir aún más frío por si así volvías, quería ver las estrellas. En camisón y con una sudarera verde abrigada me abandoné en los brazos de la oscuridad. La noche era maravillosa. Tu intentabas otra vez que la sonrisa no se cayera de mis labios y yo mientras, miraba al cielo buscando algo. Muchas estrellas, muchos brillantes pegados en el firmamento impedían que alguien como yo sintiera miedo.
No miré el móvil, seguía buscando hasta que al fin la encontré. Larga, esbelta, impresionante; la estrella fugaz cruzó el cielo a gran velocidad en una milésima de segundo. El tiempo suficiente para pedir mi deseo y que fuera yo su única dueña hasta millones de años después.
Te lo dije, que la había visto. Tú solo quisiste saber mi deseo. Pero si te lo decía jamás se cumpliría...Intentaste sacármelo, convencerme. Te conformaste cuando te dije que siempre pedía imposibles ya que aquello que teníamos jamás lo sería. Insististe, diciendome que debía pedir cosas probables, que sí se llegaran a realizar.
Pero igualmente, ¿para qué malgastamos deseos pidiendo cosas que sí se puedan llevar a cabo con el tiempo? Por ello yo siempre pido imposibles porque se que si se cumplen, creeré aún más en ellas.
Los ojos se te cerraban y no querías quedarte dormido sin despedirte...Me dijiste adiós y en la distancia me mandaste un beso que llegó a mi frente como una ráfaga de aire gélido de verano. Mi sonrisa se encendió por última vez antes del nuevo amanecer.


Skyscrapers

Una vez conocí a una pequeña que vivía en los rascacielos más altos de la gran manzana. Nunca había salido de allí. De hecho, yo la encontré al visitar aquellos impertérritos edificios.
Para descubrir el mundo no necesitaba descender unos doscientos pisos de altura en una bestia inhumana de cristal y acero, ella tenía otro método, otra manera.
Cada mañana cuando el sol asomaba por el primero piso del edificio ella comenzaba a bajar escaleras hasta llegar a la mitad. En aquella planta siempre econtraba lo que quería, desde deliciosas bolas de chocolate recubiertas de una divertida película de colores, hasta papel y lápiz, su firma.

Era una pequeña extraña aunque risueña. No recuerdo haber visto desaparecer su sonrisa desde el día en que la conocí. Decía que no le gustaba el blanco, que contrastaba demasiado con aquellas chucherías de colores y nunca me atreví a preguntar por qué nunca había salido de aquellas inmensas pareces para conocer el mundo, aunque se podía intuir algo solo mirandola a los ojos. Esos ojos azul intenso como los de los océanos que jamás vería, cansados, felices de vivir aunque fuera con limitaciones.
Nunca usaba el ascensor. Decía que los polos iguales se repelían y ella no iba a ser menos.
El cabello le caía por encima de los hombras, suave y sedoso. Los dientes, inmaculados hacían un esfuerzo por alegrar la vida de todo aquel que se encontraba con ellos. Una de sus manos, demasiado cansada; la otra infinitamente fuerte. Era la que la guiaba.

Fue por casualidad. Aquel día yo estaba en la planta 100 de un gran rascacielos de Nueva York cuando buscando el móvil en el bolso se me derramaron todos los m&m's que escondía en el interior. De pronto vi a una chica curiosa que arrastraba cautelosa una silla de ruedas arrastrandose por el suelo para recuperar el último que quedaba por recoger el de color rosado.
-Es como yo. Se llama Rosa.- Me dijo devolviéndomelo.
La primera impresión mía fue que esa niña era maravillosa y me sorprendió ver que hablaba mi idioma.
Con rapidez la chica cogió folios de papel, lápiz. Escribió algo en uno de ellos y acercandose a una ventana abierta al final del pasillo lo tiró sonriendo. Así es como ella conocía el mundo. Cada mañana hacía una pregunta y dejaba que el viento se la llevara. Al llegar la tarde ella cansada, terminaba de arrastras la pequeña silla de ruedas por las escaleras hasta llegar a su habitación y en su mesa de noche encontraba la respuesta a cada una de las preguntas.
Confieso que aquel día la ayudé a subir, nos convertimos en amigas y me dejó leer aquella pregunta.
-"¿La chica de los m&m's será mi amiga?"- Rezaba el papel arrugado que ella misma había tirado.
En el reverso se encontraba la respuesta. "Mila será tu mejor amiga".

Me pareció algo sorprendente e inexplicable, algo mágico, aquella forma de vivir. Ella tenía todo lo que necesitaba y por supuesto, desde aquel día me tuvo a  mí.


Querido orgullo:

No pretendo que me lo devuelvas todo. Solo a él. Solo que dejes que se separe de ti; lo estás matando.
Vas a hacer que se quede solo, que no le quede nadie y no puedo permitirlo.
Prometí que no iba a dejar de quererlo nunca, y no voy a hacerlo, por muchos años que pasen, por mucho que llueva. Y de eso me di cuenta antes de perderle para siempre.
Es alguien por quien vale la pena luchar, levantarse cada mañana, sonreír...y tú me lo has quitado.
Has hecho que las risas se terminasen, que nos tirasemos las cosas a la cabeza, que nada de lo que pasó importe ahora. Has hecho que se fuera tan rápidamente como apareció.
Me dijo que quién era yo, que no era nadie; y tenía razón; sin él, no soy nadie.
He borrado todos sus mensajes, tirado otras tantas fotos y obviado los regalos.
Por tu culpa él ha decidido separarnos con un punto y final y sin explicación alguna.
Solo queda una cosa por quemar...todos nuestros recuerdos juntos que poco a poco irán saliendo del corazón y pasando por la cabeza hasta que ellos decidan por si solos volar legos y dejarme ser feliz a mi manera.

Carolina

i can't help falling in love with you

¿Te has dado cuenta? Solo hablamos bien cuando la ideamos, cuando decimos cómo será y que quieres que yo la busque. Si, al amor de tu vida. Como si no fuera bastante secar tus lágrimas demasiado avergonzadas y sanar las heridas de mi corazón.


Solo pasa la vida..

Pasa que cuando te acostumbras a algo y ese algo desaparece, lo extrañas, lo echas en falta.
Cuando poco a poco te vas abriendo a ese alguien entra tonterías y madrugadas alocadas, entre sueños demasiado perfectos; sientes que queires algo más, te das cuenta de que realmente lo necesitas.
Pasa que cuando le das a ese alguien la mano y él, se toma con cuidado todo el brazo sientes como si lo conocieras de toda la vida, sabes que le quieres.
Al menos estás tranquila, tienes la certeza de que esa persona que te acompaña en los momentos más locos seguirá junto a ti el resto del camino  que aún te queda por andar. Tienes miedo, esta claro, pero al menos es una de las pocas personas que cuando ve que una piedra se interpone en ese trayecto, te toma la mano, te aparta y te guía a través de un atajo para despues llegar al mismo lugar.


No sueltes mi mano

                                                      Indiana, 1972
 Jackie, Leah, Yung, Matt, Karen, Ollie riendo...

Miraba el colorido impreso esperando vislumbrar en esa foto algún vestigo de los chicos de aquel verano.
Únicamente el pie de foto era fiel a la historia que tanto la había hecho soñar durante las cálidas noches, querer esconderse en su lugar, apiadarse de ellos...
Decirle que no crecieran, que pararan el tiempo. Entonces todo eran risas. todo diversión. No se atisbaba ningún ápice de aburrimiento entre los rayos de sol que iluminaban sus rostros. Eran tiempos en los que el unico dolor era el de las rodillas por caer al suelo si corrías demasiado deprisa, tiempos para soñar en los que lo más importante era no soltarnos las manos.

Miles and years ago.

Aquella noche fue extraña. Ninguno de los dos tenía sueño, pero sí muchos sueños por cumplir.
Cada uno en un lugar distinto, tumbados en sus camas separados por miles de kilómetros y compartiendo un mismo sentimiento. La nostalgia. Eran ellos volviendo a hablar como antes, como siempre.
Destaparon sentimientos que ambos sabían desde años atrás y que nunca debieron ser dichos.
Ella lo había querido, quizá demasiado. Le había dolido tanto dejar atrás todo aquello...
Él igual, pero de otra forma, mucho más cariño, solo amigos.
Insistía en que necesitaba una chica como ella, que fuera capaz de entenderlo.
Ella mientras, con sonrisa amarga, dándose cuenta de que ya no era igual, que jamás sentiría lo mismo, lo animaba. Le decía que en poco tiempoaparecería aquella que le pararía el corazón, la que cortaría su aliento.
Ambos a oscuras, en las calurosas madrugadas de verano donde todos los secretos terminan siendo revelados.

lunes, 29 de julio de 2013

I believe in fairies. I do. I do.

  
Los echo de menos a todos, mucho.Con cada uno de ellos fui aprendiendo un poco más cada día. Peter me enseñó desde niña a perseguir mis sueños, a luchar contra piratas, a hacer el indio y a perseguir sirenas. Me enseñó a creer en las hadas y en mis cuentos. Me enseñó a volar con ayuda de polvos de hadas, me enseñó a dormir soñando, a coser mi sombra y yo a cambio le enseñé la importancia de un dedal.

Frodo me enseñó a cruzar tierras, a que los grandes perfumes vienen en frascos pequeños...Con el aprendí la importancia de aquel anillo, el que mi madre guardaba bajo llave en el segundo cajón de su tocador, el que nunca me dejaba tocar.
Edmund quería hacerme ver que no es más rico el que más tenía y que con poco se puede ser feliz, él y Lucy me enseñaron a viajar a dimensiones paralelas a través de las desvencijadas puertas de mi armario. Sabía distinguir el olor a naftalina, tapar el fondo del abismo con los abrigos más gruesos, correr por la alegre primavera en compañía de criaturas maravillosas.

Alicia quería que supiese preparar el té, soplar las velas todos los días de "no cumpleaños", perseguir al conejo del reloj y que no se me ocurriera bajo ningún concepto enfadar a la reina de corazones y, mucho menos, pintar sus rosas blancas de color carmín.
Campanilla me hacía cosquillas cuando susurraba algo en mi oído, Yasmín me enseñó el mundo ideal y a viajar por el lejano oriente...
Por último, Harry. Él me enseñó el valor de la amistad, me enseñó que los amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una sola mano. Me enseñó a cruzar los dedos tras una promesa, a confiar en el destino, aluchar contra mis enemigos, a usar la escoba, la varita. Me enseñó nuevos deportes, nuevas inquietudes. Me enseñó eso de que quien algo quiere algo le cuesta, a amar la navidad, la nieve, los bailes y los secretos, me enseñó a llorar y a sonreír.

Un vodka con hielo, que me lleve al cielo

Era la reina. Su sonrisa cambiaba el mundo, todo era felicidad por donde ella pisaba.
En aquel entonces ella era la tentación, y vivía arriba. Decía que los caballeros las preferían rubias y por ello su pelo se volvió plateado, del color del sol.
Amaba cantar, lo llevaba en la sangre, era su esencia, su pequeña particularidad. Tanto era así que susurró al oído de uno de los más grandes un maravilloso feliz cumpleaños.
Era más grande aún que su tierra. modelaba pasarelas, cambiaba a menudo de ropa arguyendo que debía de estar perfecta.
Le gustaba posar, cambiar de sonrisa aunque nunca de mirada, siempre la misma mirada sensual bajo una capa negra de fino maquillaje. Siempre llevaba algún diamante entre sus joyas, estos, según ella, eran los mejores amigos de una chica.
Era una humilde chica que tras las cámaras siempre tenía un príncipe.
Irremediablemente sumida en una depresión profunda se hundió demasiado, ella no quería tocar fondo pero lo hizo. Demasiado alcohol cada noche, demasiados químicos.
Unas cuatro de la madrugada, casi cinco; tremendamente viejas para percatarse de lo que estaba sucediendo. M se fue, se marchó demasiado lejos.


domingo, 28 de julio de 2013

Un domingo cualquiera

Era lo típico que se podía hacer un día como aquel. No levantarse hasta tarde de la cama, tener apagado el móvil, llevar puesto el pijama durante todo el día. Desayunar tostadas, mojarlas en el café, abrir la ventana y mirar el transcurso del tiempo, el paso del tiempo. Encender la televisión, barrer el pasillo con ella puesta pero sin escucharla, solo para no sentirte sola. Ver películas antiguas, leer revistas viejas, buenos libros, bajar los escalones de dos en dos y salir a la calle con una sudadera a comprar el pan en el establecimiento pequeño de la esquina, siempre llevando botas, pisar charcos.
Era de esos días en los que nadie prestaba atención  y lo encontrabas realmente divertido, no porque te parecieran vidas vacías, sino porque te sentías como una mirona, una pequeña cotilla que entraba sin avisar en los domingos de aquellos que tenías cerca.
Cada domingo te gustaba imprimir una foto, lo considerabas como tu pequeño diario. Yo fui el único que llegué a verlas, cuadernos enteros llenos de memorias y recuerdos que habían marcado tus días, tus domingos.
Te veía desde la ventana del tercer piso, la del edificio de enfrente. Cada fin de semana te llegaba un girasol con una nota. Lo dejaba el cartero en tu portal y tu siempre lo recibías con una sonrisa, sabías quien lo enviaba y yo también. Te veía reir.
Hasta que uno de esos domingos, uno cualquiera decidí dejar de esconderme tras notas escritas deprisa, dejé de estar detrás de cada flor amarilla para ponerme delante, delante de tu portal, de ti, de tu ventana.
Eran tus domingos hasta que llegué yo para convertirlos en nuestros.

si te pasara algo, no me lo perdonaría


Por un momento se olvidaron del mundo, solo estaban ellos. Ellos abrazados, ellos respirando, ellos queriéndose; y el mar. Parecía mentira pero aunque la experiencia no les acompañaba, tenían la certeza del más sabio, el cariño más inocente y la vida mejor aprovechada que jamás nadie hubo soñado.
Dejaron atrás todo.
Se conformaban con mirarse cada mañana al despertar a los ojos. Los de ella intensamente azules, los de él, profindamente marrones.
Ella no recordaba la última vez que se había puesto un vestido, no se acordaba de cuantas fueron las velas que sopló durante su último cumpleaños junto a su familia.
Él no recordaba cuantos tebeos reposaban en su adusta biblioteca, no recordaba la última vez que había visitado la tumba de su madre, aunque si que la tenía muy presente.
Cada noche miraban al cielo, esperando una respuesta, un plan pero, este nunca llegaba.
Ellos solo recordaban aquel camino imposible, el que les llevaba al lago azul, el lago de las sorpresas, de los secretos.
Recordaban vagamente días anteriores como una vida pasada, una lancha, una fiesta que los condujo a los dos al mar, la borda de aquel barco y tantos que dejaron atrás que siempre estarían ahí.

¿qué más?

Y que me abraces lento...Que bailes conmigo todas las lunas llenas, que me susurres al oído que me quieres, que no tenga que cansarme de ti.
Me he dado cuenta de que siento algo por dentro, ese algo que hace que sea así contigo, con todos.
Quiero saber si tu sientes lo mismo, quiero que cuando entre en el mar de mis sueños tú estés cogiendo mi mano, que cuando cuelgue el teléfono suspires, que me quieras siempre, pero sobre todo, que me quieras cerca.
Que sonrías porque estas feliz...