-Oye,- Dice él de repente.-
me gustas mucho.
Ella sonríe y piensa los
motivos. Los expone en voz alta.
-¿Por qué?- Pregunta
pilándolo desprevenido.
Él tarda en contestar, la
verdad es que tiene muy claro que la quiere, pero aún es pronto para decírselo
todo.
-Sé por qué, sé que es un
poco por todo y que en estos momentos no puedo expresar claramente lo que
siento. A lo mejor es que tengo vergüenza de lo que puedas pensar de mí. A lo
mejor tienes mejores cosas que hacer antes que estar conmigo, pero lo único que
puedo decirte por ahora es que lo que siento por ti no lo he sentido nunca por
nadie. Es extraño de describir y espero decírtelo algún día sin arrepentimiento.
-¿Sabes una cosa?- Pregunta
ella.
-¿qué?- Quiere saber él.
-Que te quiero…
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Y te entristece.
Demasiadas esperanzas para tan pocos recuerdos.
Ahora
solo queda esa extraña nostalgia. El sentimiento de querer olvidar y no
poder recorre tu cabeza desenfrenado y todo aquello que te ha hecho
llorar y reír, despertar cada mañana pretende esfumarse ahora en un
simple soplo de aire reprimido. Simplemente no quieres comprender porque
te dicen que no te merece si en él lo viste todo. Tampoco entiendes
cómo empezó ni cómo acabó lo que pudo haber sido vuestra historia. No
sabes cómo callar ciertas bocas y quedarte únicamente con lo
irremediablemente bueno de tus recuerdos. Ya solo queda fingir ser
valiente, limpiar los restos de lágrimas, sentir que todo vuelve a
empezar aunque odies esa sensación, solo queda llenar un explotado
corazón de ilusiones nuevas, cubrirlo de tiritas para evitar que sangre
más. Deja que tu estómago vuelva a albergar otras tantas mariposas y que
tus ojos vuelvan a brillar por otro él. Aunque en el fondo sepas que tu
él, ese por el que tanto has sentido, el que te ha hecho ser mejor y
confiar en ti misma, siempre será el que nunca abandonará tu cabeza.
Por un momento olvídalo todo. Olvida los problemas, deja de intentar buscar soluciones. Solo por un momento intenta saber que se siente cuando el aire roza tu pelo, cuando comienzas a darte cuenta de las cosas, cuando saltas y ya no tocas el suelo por unos instantes.
Y si dicen que de los errores se aprende. Si piensan que una llamada puede resolverlo todo o que una simple sonrisa sabe como sacar un rayo de sol. Si quieren pensar que cada uno de nuestros errores repercuten en nuestra vida y que queremos alejarnos de los problemas, están equivocados.
Fantaseamos con la realidad, nos aburrimos sin los problemas, ni siquiera sabemos priorizar y hacemos montañas y montañas de miles de granos de arena por una simple tonteria. Simplemente somos los únicos que sabemos que tarde o temprano lo bueno se acaba, lo que pasa es que lo exageramos para que luego la herida tarde menos en cerrarse y no duela tanto.
Quiero ver todo el mundo entero. Quiero coger miles de vuelos. Quiero empezar por tu ombligo sin terminar en el suelo.
Haz como que no lo sé, que yo haré como si no me lo hubieras dicho nunca. Démonos una segunda oportunidad, otro motivo para conocernos mutuamente y rehacer lo que una vez fuimos. Empecemos de nuevo. Empecemos por mirarnos, sin saber si después llegaremos a un te quiero. Tal vez me precipite, pero si pasó una vez, sé que podrás volver a sentirlo, a entender ese algo que te une a mi sin separación posible.
Debes imponerte ante todo. Imponte ante el viento, ante el mundo, ante las barreras. Las barreras solo son metas que otros no cumplieron antes, pero están para eso, para traspasarlas, para poder decir: ¡yo, sí, yo he podido con todo lo que me han echado! Para desear la libertad, para perseguirla. Para desear ser alguien distinto e intentarlo, para no perecer en el intento y repetir los fracasos una y otra, y otra vez. Porque somos como las estrellas, nunca nos apagamos pero tendemos a cambiar. Solemos hartarnos de quienes somos en un periodo corto de nuestra vida. Entonces llega una nueva vida, un nuevo comienzo. Así siempre, como un círculo vicioso, hasta que la estrella se apaga. Simplemente el efecto de las reacciones termina y ya no vemos su luz, no brilla en el cielo. Aunque siempre recordemos que estuvo ahí para iluminar nuestro camino.
Miraba desde la ventana. El paisaje le inspiraba cierta nostalgia aunque no supiese quien era. Aún sin saber en quien se había convertido. Se miró entonces al espejo y la vio. La tristeza inundaba sus ojos, el olvido se había llevado todo lo que una vez pudo pertenecerle y lo había dejado nadando en la miseria. Nada era la única que quedaba, la única que se compadecía de sus desgracias día tras día y que impedía que una extraña alma desgarrada abandonase al fin su cuerpo.
La suerte no es especial, no te elige, no naces con ella. Tener suerte no significa tenerlo todo, tampoco es no tener nada.
Tener suerte es un concepto distinto para cada tipo de persona. Para los ricos, tener suerte es acumular montones de billetes, su obsesión en la vida, porque esa es su meta, su camino... Para la gente que sabe esperar, significa que finalmente llegue el momento que tanto anhelaban. Para los sabios, encontrar una explicación capaz de satisfacer su curiosidad; para los supersticiosos, una manera más para poder sonreír en paz.
Para mi, la suerte significa encontrar un trébol de cuatro hojas
Uno tras otro fueron cayendo. Cada sueño, cada historia rodando todos por el suelo del apartamento sin rumbo pero con límites impuestos. Solo quisieron ser libre. Solo libres en un último intento.
-¿Qué más hace falta?
+¡Polvo de hadas!, ¡necesitas polvo de hadas!
Take me with you everywhere okay?
-Tener ganas de ti es una enfermedad
+¿Tiene cura?
-No. Es terminal.
Otra. Otra que me sepa a nuestras tardes de domingo, a las películas que me vieron llorar, a tu sonrisa y a la oportunidad que desperdiciaste, esa que todavía aguanto. Dame oreos, nutella, mucha azúcar, yo te daré la mezcla perfecta, el secreto está en la canela y en que tus manos y las mías se encuentren y se revuelvan. Dame otra muñeca de las que dejé plantadas por tí. Dame otra caricia pero esta vez que sea duradera. Dame otro domingo, otra manta, y otra vela, dame tu vida entera: la colgaré en las estrellas.
Búscale. A él. A aquel que en vez de destrozar el rimel te destroce el pintalabios.
DEMASIADO SIMPLES PARA ESPERAR NADA DE ELLOS
You can be the pencil and I can be the paper.
Me pintaste los te quiero con un lápiz en el dedo, decidiste que era tuya y me guardaste en el ropero.